Un nuevo estudio realizado por científicos y científicas de Argentina confirma la necesidad de aplicarse la tercera dosis para combatir a la variante Ómicron, en la medida en que incrementa de manera significativa el nivel de anticuerpos neutralizantes. Si bien se sabía de antemano la importancia de completar los esquemas y poder acceder a los refuerzos, un equipo conformado por especialistas del Conicet, el Instituto Leloir, el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS) y el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires aportó evidencia sustantiva en esta línea. Este artículo se difunde en momentos en que el ritmo de inoculación se ralentiza: aunque Argentina inmunizó al 80 por ciento de la población con dos dosis, solo al 40 por ciento recibió la tercera.
“En un artículo previo ya habíamos examinado cómo era la respuesta inmune hasta los seis meses y con las variantes que circulaban en ese momento en nuestro país; me refiero a Alfa, Gamma, Delta y Lambda. En el trabajo actual, nos enfocamos en la respuesta inmune hasta el año y con la variante Ómicron”, dice Andrea Gamarnik, jefa del Laboratorio de Virología Molecular del Instituto Leloir e investigadora del Conicet. Y luego continúa: “En este caso, pudimos comprobar que es crucial que las poblaciones adultas se apliquen el refuerzo cuando les sea indicado. Ya son muchas las evidencias que exhiben de manera clara cómo con el tercer pinchazo se incrementan los anticuerpos”, sostiene la referente del artículo.
Evidencia para tomar decisiones
La investigación, liderada entre otros por Jorge Geffner y Andrea Gamarnik, fue publicada en la revista The Lancet Infectious Diseases. Como afirma la investigadora consultada por este diario se trata de un nuevo aporte que confirma la importancia de la vacunación: si bien contra la variante original de Wuhan la protección de dos dosis era adecuada, frente a Ómicron las defensas disminuyen de manera notable, alrededor de 60 veces. Esta brecha es cubierta a partir de la inoculación del refuerzo. Durante el proceso, se analizaron 100 muestras de sangre de voluntarios (de diez hospitales públicos de la Provincia de Buenos Aires) inmunizados con dos dosis de la Sputnik V. Durante el término de un año, los expertos midieron el nivel de anticuerpos, a través de una herramienta que los propios investigadores del Conicet diseñaron: el test COVIDAR IgG.
En el paper, además, se confirmó aquello que ya se había expresado en otros trabajos internacionales: la combinación de diversas plataformas vacunales (Sputnik V con Pfizer, Moderna, AstraZeneca o Sinopharm) se ubica como una opción muy efectiva para despertar los niveles de anticuerpos al momento de enfrentar a la variante de mayor propagación en la actualidad. La posibilidad de generar evidencia autóctona es útil para el proceso de toma de decisiones. Así lo destaca Gamarnik: “Estos estudios permiten tomar decisiones sanitarias en base a datos generados en Argentina. Es muy importante contar con la capacidad de hacer este tipo de análisis en el país. Publicar nuestro trabajo en revistas de alta visibilidad como The Lancet hace que la información sea útil en otras partes del mundo”.
El desafío
“Cuando la gente se vacuna y deja pasar el tiempo, los anticuerpos bajan pero también maduran y se vuelven más potentes. Sin embargo, no alcanzan. Nuestra conclusión es que claramente necesitamos una dosis de refuerzo. Tenemos que avanzar en este sentido, el conjunto de mutaciones que tiene Ómicron la hacen especialmente capaz para escapar a nuestras defensas”, apunta Jorge Geffner, bioquímico e investigador del Conicet en el INBIRS.
Desde esta perspectiva lo entiende Martín Barrionuevo, senador provincial en Corrientes, contador y analista de la pandemia: “Hay una demora, hay una ralentización clara en el ritmo de vacunación. Se dio por superada la pandemia: cuando llegó el pico de Ómicron, también se dio el pico de vacunación. Ahora parece que pasó el susto y el ritmo de inoculación es menor”. Después completa: “A mí lo que me preocupa es que hay seis millones y medio de personas que, luego de cinco meses, no se dieron la tercera dosis o el refuerzo. Constituye un dato muy relevante y será clave profundizar la campaña antes del cambio de clima”.
A pesar de que la situación epidemiológica en Argentina mejoró de manera notable y que, a nivel mundial, la guerra entre Ucrania y Rusia parece haber desplazado la atención en la esfera pública, lo cierto es que la pandemia no terminó y que la amenaza de surgimiento de nuevas variantes (más transmisibles o letales) continúa latente. En China, para citar un caso emblemático, en la última semana, fueron aisladas más de 30 millones de personas, al tiempo que se suspendieron vuelos, se cerraron fábricas y se recortó el horario de circulación. El gigante asiático tan solo registró 5.280 infecciones en una jornada, pero su política de “Cero covid” se basa en una lógica de “matar la curva” antes de que el virus pueda propagarse.
En simultáneo, los especialistas resaltan que hace falta disponer de más estudios que permitan precisar cuánto tiempo perduran los anticuerpos generados por las vacunas. Más allá de las estimaciones que se realicen y de las hipótesis que haya, este dato sería decisivo para el rumbo que adquirirá la campaña de vacunación en el futuro. Según se prevé, tras los seis meses hay una caída en la capacidad neutralizante de las defensas contra Ómicron, por lo que inocular una nueva dosis cada 120 o 180 días es, por el momento, la línea señalada por el Ministerio de Salud a nivel nacional, en acuerdo con las carteras sanitarias de las 24 jurisdicciones.