OTRA CONDENA 7 PUNTOS

Argentina, 2022

Dirección y guion: Juan Manuel Repetto

Duración: 84 minutos

Estreno exclusivo en Cine Gaumont, hasta el miércoles 23, todos los días a las 17.

“Siempre soñé que el día que me fuera iba a ser un día de lluvia”, dice Iván. Y llueve. Tercer largometraje de Juan Manuel Repetto -autor de las excelentes Fausto también (2016) y El panelista (2019, no confundir con la reciente comedia satírica La panelista)-, Otra condena narra un experimento poco común, el de una cárcel bonaerense que funciona más como centro de contención que de detención. De hecho, se llama Centro de Contención Moreno, y es una isla dentro del sistema penal argentino. En él no hay personal de Penitenciaría (aunque sí algún que otro guardia, por si ocurre alguna situación de violencia), no hay represión, no hay rejas ni celdas. Con dirección de quien se define a sí mismo como asistente de minoridad y educador popular (se llama, créase o no, Rodolfo Gómez Humana), el CCM alberga a menores de 16 a 18 años, autores de crímenes graves. Participan de charlas grupales asistidas, cocinan, limpian, hacen pan. Aunque Repetto filmó el documental en 2018 -tiempos de Macri-, el CCM sigue en pie.

Repetto se atiene rigurosamente a los preceptos de lo que se conoce como “cine directo”. Se filma en el campo (de trabajo, de vida), sin ensayos previos (aunque alguna retoma hay aquí) y sin que los realizadores dejen ver su mano. Esto produce la sensación de ser una sucesión de fotos en movimiento, desplegadas en forma de escenas y secuencias. El recién ingresado Sebastián funciona como puente con el espectador, que siempre es un recién ingresado (al mundo que la película construye). Viene de pasar, en una cárcel común, el primer tercio de una condena total de 17 años y 3 meses. La película narra el recibimiento de sus nuevos compañeros y autoridades y su proceso de adaptación. Una vez que Sebastián se integra al grupo (que el espectador se integra a la película), el protagonismo se vuelve colectivo, repartido tanto entre los presos como entre las autoridades.

“No hay castigos, pero sí reglas”, observa Sebastián, que curiosamente hace mención a que en la cárcel “común” no las había: signo de un sistema en el que los vigilantes pueden ser cómplices y los chorros, verdugos. Sebastián cuenta un episodio ocurrido en la prisión de donde viene. Prohibieron las visitas para las fiestas de fin de año. Resultado: varios reclusos con tajos en las manos, dos intentos de suicidio, un suicidio, un muerto. Ese relato se contrapone con la emotiva escena en la que los presos del CCM tienen su reunión con sus familias, en la que les dedican unas palabras, todos se abrazan y, por supuesto, lloran. Tal vez el espectador también lo haga.

“Las rejas, los guardias, la represión, es lo que provoca el clima de violencia en las cárceles comunes. Aquí, al no haberlas, se puede invitar a otros valores. La convivencia, la solidaridad, la confianza en el otro”, señala una ingeniera agrónoma que viene una vez por semana para asesorar con el cuidado de la huerta. Aunque obviamente no piensa sólo como ingeniera agrónoma. El Centro de Contención de Moreno no es una idea genial que se le haya ocurrido a algún funcionario en algún despacho (de hecho se hacen oír quejas a la indiferencia que baja desde las autoridades de Provincia), sino que fue un proyecto personal de Gómez Humana, que se remonta al 2008. Y que está por acabar, al menos en lo que respecta a él: se retira. “¿Vos vas a nombrar tu sucesor?”, pregunta una de sus asistentes, casi temblando por el temor al cambio de guardia. “No”.

En el proceso de selección de material, es posible que algún momento de disfuncionalidad del centro (una pelea o discusión, una bronca, una manifestación de rebelión, un raye) haya tenido lugar. Por eso el espectador queda descolocado cuando al comienzo uno de los chicos se define como “manipulador”, y de allí en más todo lo que se ve de él es buena onda (salvo, sí, un único momento de rebeldía). Uno de los momentos más tocantes es cuando un muchacho ya veinteañero, que pasó por allí y salió, cuenta entre lágrimas lo difícil que es el afuera. No encuentra trabajo y en ocasiones se tienta con “volver”. Su hijo lo mira, sorprendido de que papá esté llorando.