Desde París
Invisible, tapada por la guerra en Ucrania y las divisiones entre los partidos de una misma corriente, la campaña electoral para las elecciones presidenciales de abril de este año entró en su fase más concreta con la presentación del programa del actual presidente Emmanuel Macron, que espira a su reelección. De un claro corte liberal y de derecha, el programa se aleja sin complejos del concepto de “extremo centro” con el cual el mandatario francés ganó las elecciones presidenciales de 2017. El conflicto con Rusia puso al jefe del Estado en una situación electoral muy confortable: hace campaña sin hacerla mientras gestiona lo poco que se puede gestionar en el conflicto con Rusia. Pleno empleo de aquí a cinco años, reforma de la educación y de la salud, independencia energética y un nuevo retoque del sistema de las jubilaciones con la ampliación a los 65 años la edad legal para jubilarse son los ejes de una plataforma liberal con la cual el presidente candidato busca ganar el espacio de sus adversarios.
Los sondeos de opinión lo siguen ubicando muy por encima de los demás postulantes, principalmente la candidata de la extrema derecha Marine Le Pen, el otro ultraderechista, Eric Zemmour, la representante de la derecha de Los Republicanos, Valérie Pécresse, y el líder de Francia Insumisa Jean-Luc Mélenchon. De hecho, la guerra perjudicó a los otros candidatos menos a Macron y Mélenchon. Macron se ubica primero con entre 3 y 5 puntos más que antes de la guerra, 30%, seguido por Marine Le Pen, 17,5%, y Jean-Luc Mélenchon, 12,5%. El representante de Francia Insumisa ganó cinco puntos mientras que los otros candidatos de la izquierda, socialistas, ecologistas y comunistas, se diluían en sus controversias y en los sondeos.
Un proyecto anclado en el momento histórico
En el curso de una conferencia de prensa ante 320 periodistas acreditados, el jefe del Estado expuso 30 medidas y explicó que “el proyecto que les presento hoy está evidentemente anclado en nuestro momento, es decir, el de una vuelta trágica hacia la historia”. Ese retorno de la historia, o sea, la guerra, se refleja primero en el plan de independencia energética y en el aumento del presupuesto militar con una proyección de 50 mil millones de euros de aquí a 2025. Macron evocó una potencia solar multiplicada por dos, la construcción de 50 parques eólicos marinos para 2050 y el “control de capital de varios actores industriales” para controlar los precios de la electricidad. A la construcción prevista de seis reactores nucleares se le agregarán otros 8 nuevos. El proyecto apunta a cambiar los comportamientos individuales de los usuarios, a promover los autos eléctricos y solares y a fijar un “impuesto carbono” para toda Europa. Este plan se inscribe en la ambición europea de limitar lo más posible la dependencia con los hidrocarburos rusos de aquí a 2030. Hay en estos días una auténtica paranoia en lo que refiere al consumo energético con delirantes que han llegado a escribir (Vespertino Le Monde) que cada vez que un ciudadano enciende una lamparita está contribuyendo a armar al presidente ruso Vladimir Putin.
Lo que también regresó al primer plano es en realidad un nuevo capitulo de exoneraciones para las empresas y más obligaciones para los pobres. Macron accedió a una demanda que el patronato francés venía planteando desde hace décadas: la supresión del impuesto al valor agregado de las empresas. Ello representa una economía de 7 mil millones de euros para el empresariado. Así mismo, prometió “el pleno empleo” y propuso que ciertas ayudas sociales que reciban las personas estén condicionadas a horas de trabajo realizadas. Entre los temas más conflictivos figura la ampliación de la edad mínima para jubilarse, que ahora el presidente fija a los 65 años. La revuelta de los chalecos amarillos en 2018 y 2019 más una amplia reforma del sistema de jubilaciones a finales de 2019 dieron lugar a dos movimientos sociales de gran intensidad. La reforma de las jubilaciones se suspendió debido a la aparición de la covid-19 en 2020 pero ahora vuelve al primer plano de la agenda electoral y, si gana Macron, del próximo gobierno. En cuanto a la salud y la educación, ambas deberán inscribirse en la misma lógica de reformas costosas que se viene aplicando desde hace 5 años.
Hacia la derecha, el campo de la candidata conservadora liberal Valérie Pécresse acusó al mandatario de haberle copiado su programa, lo que es bastante acertado. A la izquierda, Jean-Luc Mélenchon denunció un “mal trato social generalizado”. Mélenchon se burló de la extensión de la intervención del candidato presidente. El aspirante presidencial de Francia Insumisa comentó que “Macron habló durante cuatro horas y diez minutos. Pero no derrotó a Chávez, 5 horas. Creo que es un cursi”. Nadie parece por el momento en condiciones de romper el flujo de su reelección. En estos 5 años de presidencia, Macron se mantuvo estable con 25% de las intenciones de voto y una victoria en la segunda vuelta ante Marine Le Pen. Macron sobrevoló la campaña y la guerra en Ucrania reforzó una candidatura que ya venía vestida de victoria. El conflicto con Rusia acentuó la dinámica.
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