Desde que tengo uso de razón una palabra da vueltas en mi cabeza: «normal» ¿Qué es lo normal? ¿Qué se supone que vuelve «normal» a un varón? ¿Y a una mujer? ¿Qué razón existió para determinar que el celeste fuera la elección «natural» para varones y el rosa, para mujeres?
Para quienes crecimos en la década de los 80 y en una sociedad binaria, la palabra «normal» establecía un límite: estabas dentro o fuera. Te podía hacer sentir que pertenecías a este mundo o que eras un ser extraterrestre. Muchas veces en la escuela me encontraba mirando a mi alrededor sin poder identificarme con nadie. Ninguna de las personas o niñxs que me rodeaban se parecían a mí o actuaban como yo. No era normal. No formaba parte de ese ecosistema. ¿Estaba fallada? ¿Por qué no veía a otrxs como yo? Crecer sintiéndome tan distinta fue muy difícil y más en esa época en la que esa diferencia era razón suficiente para que a alguien lo excluyeran de actividades, amistades, espacios, etc.
La semana pasada tuve la primera reunión de padres del colegio y me pasó algo que me gustaría compartir con ustedes. Mis hijxs van a la misma escuela desde sala de tres. No sé qué cambió en mí en estos años, pero por primera vez me puse a mirar a mi alrededor y experimenté lo mismo que en mi infancia: me sentí sola, nuevamente la diferente. Claramente una mamá trans es algo que aún no forma parte de lo «normal» en esta sociedad si ahora entendemos por normal a lo que indica la estadística.
Como toda diferencia, esta resalta más cuando hay pocos casos. Puedo lidiar con eso. Lo que no termino de asimilar es una sensación que no tiene una respuesta para mí: ¿soy la única mamá trans porque efectivamente somos pocas quienes desde chicas experimentamos la necesidad de reconocernos y que nos reconozcan? ¿Seguimos siendo pocas porque en este modelo en que vivimos todavía la represión es tan grande que no todas logramos romper con la norma? ¿Seríamos más si la sociedad dejara de estar tan pendiente del binarismo? ¡Quizá en un futuro no binario no sería ni siquiera necesaria la expresión trans! Insisto en esto: no tengo ninguna certeza sobre esto, solo preguntas.
Camila Sosa Villada en una entrevista decía que las travestis pobres, las desposeídas, asumen más su identidad porque no tienen nada que perder. Algo que en la clase media y en la alta no sucede tanto. Es cierto que en mi época, salir en tacos era verdaderamente tener todas las de perder. Para quienes ya habíamos sido rechazadxs por la familia, no teníamos la promesa de un empleo digno que se pusiera en juego, ni una herencia, ni un futuro, lo que pudiera venir sería siempre para mejor, pero yo no sé si solo se trata de reconocer una pérdida; también está en juego muchas veces la educación religiosa o el mismo miedo que a determinadas personalidades las invalida.
¿Hasta cuando lo binario seguirá siendo lo «normal»? A diferencia de los años 80, en esta escuela muchas mamás me incluyeron sin hacerme sentir mal, hice amistades y conocí gente muy cálida y abierta a la que mi identidad no le importó a la hora de relacionarse conmigo, así que no puedo decir que no cambió nada. Sin embargo, este hecho concreto, de vivir todavía con esa sensación de no encajar del todo sigue en mí presente.
Estoy segura de que muchxs otrxs también en esa reunión se habrán sentido ajenxs por otros motivos, que hay muchas diferencias que no son tan juzgadas como la de la identidad sexual. Algunos preferirán callar o esconder las propias. Otrxs tendrán el valor de expresarlas, pero estoy segura de que no viven como amenaza la expresión de sus divergencias. Quizá sea hora de empezar a considerar que ¡lo normal es que existan diferencias!