“El viernes empieza la guerra contra la inflación en la Argentina. Vamos a terminar con los especuladores”.
Con esas palabras, el presidente Alberto Fernández adelantó que anunciaría un paquete de medidas para combatir la escalada de precios que sacude principalmente a los alimentos. Horas más tarde, el Índice de Precios al Consumidor marcaría 4,7 por ciento de subas promedio en febrero, aunque en la comida la cifra es aún más preocupante: 7,5 en el último mes.
Aunque se esperan detalles del plan en el que trabaja el Gobierno, por ahora lo único que se anticipó fueron medidas para ponerle un freno a las subas impulsadas por oligopolios y sectores concentrados, que según expresaron esta semana desde la Casa Rosada, son los formadores de precios que generan inflación.
Lo cierto es que el contexto internacional no ayuda para nada. A nivel mundial las advertencias por la suba de alimentos aumentaron en las últimas semanas por el impacto de la guerra entre Rusia y China, que en las últimas semanas provocó una fuerte suba del precio del trigo y el petróleo. Por eso, en el Gobierno ya anticipan que en marzo la inflación podría ser incluso mayor que en febrero.
Para la economista Carolina Fara, docente de la Universidad del Aconcagua, para ir a la “guerra contra la inflación” no alcanza sólo con un acuerdo de precios generalizado, aunque reconoce que si no existieran esos controles “seguramente la inflación sería mucho más alta”.
“El Gobierno necesita un programa integral, más amplio, hay que trabajar sobre la capacidad productiva, tratando de afianzar un mercado de capitales que permita un financiamiento lógico para las empresas para invertir y financiar capital de trabajo”, propuso Farah, ante la consulta de AM750. “Muchas empresas están asfixiadas por las altas tasas de interés que rigen en el mercado, eso va en contra de la posibilidad de aumentar la oferta agregada a la economía”, agrega.
¿Una guerra contra la inflación con más control de precios?
Para Hernán Letcher, economista del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), el problema de la inflación, sobre todo en la cuestión de los alimentos, pasa por “lo no regulado”. “Los aumentos más grandes de febrero fueron en frutas y verduras, que no están reguladas”, expresó, y explicó que los precios de la carne “también están poco regulados” porque el plan Cortes Cuidados se limitó 6 mil toneladas, y porque se trata de un sector con “retenciones bajas”.
“A esto hay que sumar que los incrementos de precios en alimentos y bebidas se dieron particularmente en comercios de cercanía, un segmento no regulado”, agregó el economista, que no duda: “El problema lo tenés con lo no regulado, no con las regulaciones”.
Además, Letcher planteó que “el escenario mundial amerita medidas fuertes, como rediscutir retenciones y controles territoriales”.
En este sentido, plantea que fijar precios máximos para comercios de proximidad podría ser un aporte clave para frenar la escalada permanente de precios, del mismo modo que el fideicomiso cruzado de soja y trigo, que calificó como “imprescindible”, aunque se pregunta si será suficiente para contener los precios y qué pasará con los productos vinculados al maíz y el girasol.
Más subas y un contexto internacional que no ayuda
Para Farah, en marzo hay que esperar una nueva suba de la inflación “por el aumento de los combustibles y por el conflicto entre Rusia y Ucrania, que también hará aumentar el precio de los alimentos a nivel mundial”.
“Como se ha dicho muchas veces, la inflación es multicausal: hay que definir factores qué ponen a rodar la inflación y los que la propagan, la multiplican por la inercia. Esta inercia tiene que ver con la expectativas, mientras mayor concentración tienen los formadores de precios, mayores aumentos pueden definir”, agregó la economista, que de todos modos advirtió que también hay una “raíz monetaria” en la inflación.