A trece años del debut del ahora clásico Demon's Souls, el padre del despiadado género soulsborne, Hidetaka Miyazaki, acaba de sacar Elden Ring, el destilado magistral de la fórmula que depuró a través de seis videojuegos, buscando la combinación ideal de ingenio, mala leche y gratificación.
Los juegos soulsborne se caracterizan por sus elementos de rol, su elevada y a veces excesiva dificultad, y sus misteriosas narrativas que fuerzan a quien juega a zambullirse en ellas -al extremo de tener que tomar nota- si realmente quiere la satisfacción de conquistar el videojuego.
Quienes tengan experiencia en el género se van a sentir como en casa. Luego de crear el personaje (con 10 clases para elegir), Elden Ring nos suelta a pelear contra un monstruo que es prácticamente invencible. ¿Para qué? Para que experimentemos nuestra primera muerte y podamos acceder al tutorial. ¿Y por qué jugar el tutorial? Porque a pesar de que el esquema de controles no difiere mucho del de otros juegos de su estirpe, los cambios realizados provocan una incomodidad que busca entrenar nuevos hábitos al jugar.
Este re-entrenamiento está íntimamente ligado a la filosofía detrás del juego. Hay una reacción a todas nuestras acciones y un pero para cualquier certeza. De esta manera, se te obliga a ser metódico, a estudiar a tus enemigos, el entorno y -sobre todo- tus derrotas. Si nunca jugaste un soulsborne: sí, eso incluye aprender a morir, porque la muerte es una pieza integral de la experiencia, tanto a nivel de mecánicas como narrativo.
Cada muerte revela misterios y plantea un nuevo objetivo, que va más allá de recuperar los recursos perdidos al sufrir una derrota, ya que una de las formas en las que nos relacionamos con el juego son las cruzadas personales que establecemos contra tal o cual enemigo que nos venció manchando nuestro honor.
En un mundo en el que todos los enfrentamientos pueden ser mortales, cada victoria es dulce "como el napalm por la mañana".
► El gran peregrinaje
Todos estos pequeños cambios, que se van descubriendo al explorar, son parte de una diferencia mayor entre Elden Ring y sus predecesores. A la castigante dificultad de siempre y al bucle de aprendizaje infinito que es la muerte, se suma el gran protagonista de esta aventura: el gigantesco mapa de Las Tierras Intermedias.
Este nuevo mundo abierto creado por Miyazaki junto a George R.R. Martin -sí, el mismo que te debe el sexto libro de Game of Thrones- está a disposición para ser recorrido libremente, con escasas indicaciones de a dónde hay que ir o qué hay que hacer. Las Tierras Intermedias son un terreno vasto e inhóspito, lleno de peligro e historias que se deben descubrir e interpretar.
Algo que ayuda a aventurarse en él es el cambio en su lógica y apariencia. La atmósfera oscura que permea el mundo de sus antecesores es reemplazada acá por colores saturados, luz solar y fauna salvaje. Por otro lado, los entornos laberínticos están reservados para los dungeons (o mazmorras), donde la sensación de estar recorriendo un Dark Souls se hace familiar al instante.
Pero este terreno expansivo no solo es el escenario de una historia épica sobre reliquias perdidas y semi dioses corruptos. La enormidad y extensión son un nuevo recurso que hay que usar para superar la dificultad, ya que Elden Ring no es un sandbox con actividades y objetivos repetitivos: es un mundo de aventura y misterio.
Por diseño, el juego está planteado para que nos perdamos explorando, aunque ahora los checkpoints son más frecuentes de encontrar mientras recorremos Las Tierras Intermedias sobre Torrente, la montura mágica que nos permite movernos velozmente entre las diferentes zonas del juego.
El peregrinaje del personaje es nuestro para decidir, así como las soluciones a los problemas que encuentre. Cada adversidad pretende dejarnos una enseñanza sobre el mundo y sus reglas. Es así como por ejemplo descubrimos que a los guerreros esqueleto hay que matarlos dos veces: primero derrotándolos y después destruyendo sus restos. Caso contrario se re-ensamblan, convirtiendo el encuentro en una pesadilla que puede terminar con una nueva muerte o la retirada.
Este loop de descubrimiento y desafío, de prueba y error, rige sobre toda la experiencia de Elden Ring. Nada está dado, y quien juegue tendrá que procurar, deducir y entender sus objetivos si es que quiere conquistar Las Tierras Intermedias.
► Sinluz, pero con esperanza
A través de los retazos de historia que Elden Ring ofrece es posible identificar los elementos básicos de una historia de alta fantasía rolera: nuestro personaje es un Sinluz (tarnished en inglés), un ser caído de la gracia de la luz, que regresa a Las Tierras Intermedias para forjar nuevamente el Elden Ring y reclamar su lugar entre las leyendas.
Este set up clásico es la excusa que dispara nuestro tour de supervivencia y sufrimiento, que lleva al personaje a los rincones más oscuros y recónditos del mapa para ponerlo a prueba. No importa si es a causa de uno de los jefes principales o de la curiosidad propia: la muerte está a la vuelta de cada esquina.
Por suerte, nuestro Sinluz cuenta con una serie de herramientas vitales para hacerle frente a tanto peligro. Parte de ellas mediante un nuevo sistema que se suma al abanico soulsborne: la fabricación de objetos. Flechas de distintos tipos, mejoras para armas y antídotos salvadores son algunos de los objetos que podemos -y tenemos que- manufacturar para asistirnos en nuestra travesía.
Y si vamos a hablar de nuevos recursos, no pueden quedar fuera los "privilegios" que Elden Ring añade a la fórmula: un botón dedicado para saltar, otro para agacharse (vital para el modo sigilo) y el ataque con salto. Estas novedades, que son estándar en otros juegos, debutan dentro de la cosmovisión soulsborne y amplían las opciones al jugar.
Pero, de todos, la exploración es el gran recurso para superar los desafíos y la dificultad que se plantea. Es uno de los factores que hacen al juego más accesible, pero no por eso más fácil. Esto quiere decir que hay más aristas, recursos y posibilidades para abordar las distintas situaciones que encontramos, pero la victoria o la derrota siempre depende de nuestra habilidad para el combate y de la viveza para sacarles provecho a las reglas del juego.
El apartado rolero es tal vez más fuerte que nunca en un título de Miyazaki, permitiendo no solo personalizar el avatar, como ya es costumbre, sino también el equipo y las armas. Las habilidades del armamento evolucionan y son otro método para perfeccionar el estilo de combate del personaje. ¿Qué combinación es más eficiente? ¿Qué habilidad de arma se ajusta mejor a mi estilo de juego? Son preguntas que respondemos a medida que experimentamos con nuestra supervivencia.
Otra adición que respalda el mantra de "accesible pero no fácil" son las cenizas de espíritus (spirit ashes), que permiten invocar espíritus de enemigos caídos para asistirnos en ciertas zonas del juego. Estos aliados espectrales tienen distintas habilidades que pueden cambiar radicalmente el curso de un encuentro.
Sin embargo, de nuevo vale destacar que, como siempre, la decisión de hacer o no algo está en manos del jugador. Lo que lleva a reflexionar si la dificultad es algo realmente fijo e invariable -para sorpresa de nadie: no hay un selector de dificultad- o si quien juega puede calibrar la experiencia a partir de los propios recursos del juego.
Todos los sistemas apuntan a lo mismo: dar libertad y agencia para crear una experiencia personalizada y que cada cual pueda encontrar su método para conquistar la dificultad.
► Nunca estás solo en la montaña
El mundo de Elden Ring está lleno de misterio y peligro. Las Tierras Intermedias parecen, de a momentos, una interpretación fantástica del outback australiano, un yermo despiadado con fauces y garras afiladas que espera que bajemos la guardia para atacar. Sin embargo no estamos en soledad durante nuestro peregrinaje: a lo largo de la travesía encontraremos un robusto elenco de NPCs (o personajes no jugadores) que, además de proveer sabiduría y objetivos, son compañía y hasta brindan soslayo a la peligrosa vida de los Sinluz.
Muchos proveen objetivos a través de interacciones que refuerzan la oscuridad que habita en el mundo y su historia, pero también están aquellos que brindan calidez y abrazan al personaje -y por qué no a quien juega- para recordarle que aún el acero más frío se templa en los fuegos más calientes.
Sin embargo esto no resuelve el problema de tener que decidir solo. ¿Izquierda o derecha? ¿Vale la pena explorar este lugar? ¿Hay trampas en ese pasillo? ¿Puedo hacer ese salto? Son todas decisiones que hay que tomar apostando parte del progreso, para tal vez estar cometiendo un error y pagar el precio.
Pero, siguiendo la tradición soulsborne, en este juego no estamos totalmente solos para decidir. La comunidad puede dejar mensajes en el mundo para ayudar a quien venga detrás a escalar la cumbre. Estos pequeños machetes pueden transmitir información vital para abordar nuevos encuentros, como "enemigo peligroso adelante" u "hora de ser sigiloso". Pero también hay mensajes que solo buscan empatizar con quien enfrenta el juego: Como el "¡Muy bien, lo lograste!" después de derrotar a uno de los primeros jefes grandes, o el "todavía nada" luego de recorrer un largo trecho solo para llegar a un callejón sin salida.
Esta modalidad de juego cooperativo en diferido acuñada por Miyazaki pisa fuerte en Elden Ring ya que achica la enormidad y, nuevamente, provee un método para ajustar la experiencia de juego. Y quienes disfrutan del multijugador, estén en calma: como siempre, es posible jugar online con o contra otros jugadores.
Y tal vez todo esto sea el método de Miyazaki para desarmar los estereotipos de la fantasía clásica: el héroe falla constantemente en su cruzada, se frustra, se enoja, amenaza con renunciar… pero persevera. La idea hiper masculina de hacer frente solo a la adversidad más imposible colisiona con una comunidad de jugadores que creó y transmite un meta folklore necesario para abordar estos juegos.
El conocimiento adquirido y curado por los más veteranos en el vernáculo Demon's Souls de 2009 fue aggiornado por una base de jugadores que creció a pasos agigantados a través de los años e iteraciones del género, y descubrió que nunca nadie camina realmente solo.
► ¿Vale la pena ser un mártir?
A esta altura no es secreto que Elden Ring se ganó el corazón de la prensa especializada y de la comunidad gamer. Nadie se atreve a puntuarlo por debajo de 9 en las escalas que contemplan al 10 como su máximo absoluto. Pero, ¿vale la pena atravesar el martirio de aprender, re-aprender y re-descubrir para morir y seguir muriendo?
La respuesta es sí. Elden Ring lleva al jugador a un viaje que además de desafiante es emocional. La frustración de perder mucho progreso por un error de cálculo y la ira de no poder derrotar a un enemigo luego de varios intentos se encuentran con la adrenalina de recorrer un nuevo dungeon en busca de su tesoro y la sed de sangre saciada luego de vencer a uno de los infames jefes del juego.
Se trata de hacer un pacto con el juego para entregarse a sus reglas y premisas. Solo de esta manera es que realmente descubrimos todos los matices que hacen de Elden Ring una experiencia de juego única, un cóctel vertiginoso que se sirve frío y sabe a martirio y gloria.