La pareja compuesta por la argentina Carolina Podestá y el británico Andy Footner se reconocen como pioneros de una propuesta: la de crear Le son 7, una galería de arte sonoro que no sólo expone sonido, sino que también lo vende. Ambos son periodistas y viven en Francia, lugar donde se originó y tuvo su primera presentación la muestra. “Hay lugares que exponen sonido, pero no los venden, hay espacios que venden arte sonoro, pero no exclusivamente sonido sino instalaciones sonoras... Lo nuestro es una novedad que sorprende por su sencillez”, detalla Podestá. Después de estar en la capital parisina, la galería itinerante inaugura una nueva exposición que está desde este viernes  por dos semanas en Buenos Aires. Puede visitarse de martes a sábados de 12 a 19 en la ex mansión Aberg Cobo (Av. Las Heras 1722).

La propuesta es “detenerse y escuchar obras únicas en alta calidad”. Para eso, la galería convocó a 15 artistas y les dio total libertad para explorar sus prácticas. Entre los expositores se encuentran François K, Little Annie Bandez & Paul Wallfisch, Burnt Friedman & Theo Altenberg, Robin Rimbaud, Stephen Vitiello, KMRU, Abdullah Miniawy, Nicolás Varchausky, Caroline Devine, Marivaldo Dos Santos, Lesley Flanigan y Kathy Hinde. A excepción de un trabajo, todas las obras fueron creadas especialmente para esta exposición e incluyen field recording, found sound, sonificación, improvisación, poesía sonora y performance. En el lugar, el público va a encontrarse con todas las obras para escuchar individualmente con auriculares y además una pequeña sala de escucha, donde podrán ingresar de a uno. También tendrán la posibilidad de elegir entre escuchar un fragmento o las piezas completas de los artistas. “Para escuchar íntegramente toda la muestra necesitás casi tres horas y media. Si querés escuchar todos los extractos necesitás 25 minutos. No quiere decir que el público venga y tenga que escuchar todo, pero lo que propone el sonido es un tiempo de escucha diferente. El desafío es poder entrar al sonido y entregarse”, expresa Podestá.

Para ella, el proyecto puede definirse “como una provocación”, ya que no hay nada para ver. Ni instalaciones u otras manifestaciones que regularmente acompañan al mundo sonoro. Sin embargo, aclara, que no tienen “nada en contra sino todo a favor” de lo visual. “Una de las cosas que nosotros realmente queríamos explorar era la idea de que el sonido del arte es por sí mismo suficiente. No se necesita estar en una habitación especial para escuchar el trabajo, es algo que puede disfrutarse en cualquier lado”, añade Footner.

La idea fue concebida por la pareja durante el confinamiento pandémico. “Podíamos oír sonidos que normalmente no escuchamos. Con la amplitud del silencio tuvimos mucha más conciencia de los sonidos que nos rodeaban”, recuerda Podestá. Fue entonces cuando comenzaron a investigar sobre el tema y se encontraron con un gran fenómeno: “si bien el arte sonoro existe desde hace más de 100 años, descubrimos que no había galerías que trabajaran estrictamente con sonido y sin ningún tipo de instalación, performance o videos. No pudimos encontrar ningún modelo y dijimos ‘creémoslo’. Y ojalá que en el futuro seamos muchas más, porque es una buena manera también de apoyar el trabajo de los artistas sonoros”.

Es importante destacar que al ser una galería las obras están a la venta. Quienes decidan adquirir alguna se llevará un archivo en alta calidad y un certificado de autenticidad firmados por los artistas. También hay un contrato que se firma entre el comprador y el vendedor sobre el uso de la pieza, en el que se especifica que no se harán más copias.

Con esta presentación se completa el cierre de la edición París-Buenos Aires. En octubre la exhibición cambia y viajará a Londres. En 2023 llegará a Estambul. “La intención es que la muestra siga viajando y que podamos exponer en dos ciudades del mundo diferentes por año”, concluye Podestá.