Andaba Héctor “Tito Fargo” D`Aviero bordeando los 30 años cuando partió rumbo a España. En la Argentina, ya había tocado primero como ladero de Luca Prodan y Diego Arnedo en la Hurlingham Reggae Band, y luego como guitarrista de Los Redondos, era Gulp!-Oktubre, donde compuso con Solari dos temas inéditos: “El regreso de Mao” y “Rodando”. Claudia Puyó, que se sentó en el avión a su lado, era un poco más chica. Tenía 29, y ya había cantado en Ana Gris, Trigémino, y Pedro y Pablo, antecedentes que la envalentonaron para debutar con un disco solista en 1985 --Del Oeste—y aparecer en tres versiones del festival de La Falda. Los unió Gulp! --ambos grabaron en él-- y en el otoño de 1988 partieron pegados rumbo a Madrid.

La historia de Aparato para sordos, trabajo recientemente publicado por primera vez en CD, empieza entonces cuando ambos recalan en la península, y piensan un nombre un tanto denso para bautizar a la banda en ciernes: Románticos de Artane. El otro paso fue cranear canciones para salir de rutas, bares y fondas, y grabar el único disco del grupo, que vería la luz en 1990 --solo en casete-- y permanecería en estado semioculto, hasta que el sello independiente argentino “Mucha Madera” lo sacó del ostracismo en el soporte aludido.

Los temas que terminaron en el disco fueron ocho. Alguno ya estaba y era ajeno. Caso “Olor a gato”, del tándem Beilinson-Solari, que Patricio Rey había registrado en Gulp! como “Yo no me caí del cielo”, y que los Románticos versionan venenosa e impecablemente. Pero el grueso del material era propio, y la mitad estaba firmado por la dupla Puyó-Fargo. Uno de esos temas –el que abre el disco, llamado “Cincuenta y siete”— muestra ya las habilidades hurgadoras del trabajador Fargo con su Fender Strato. “Dame más”, otro, enmarca la voz de Puyó como algo influida por el trabajo que había compartido con Patricia Sosa (En vivo La Torre con Patricia Sosa) poco antes de partir. Tal impronta se profundiza en “Ya no necesito tu amor”, en cuya intro de viola se encuentra lo mejor del trabajo, junto a “Olor a gato” y “Demasiado tarde”, balada acuosa con interesantes secretitos de guitarra para descubrir.

Néstor Vetere, primer bajista de Dulces 16, y el baterista oriundo de Málaga Anye Bao Pérez, completaban la formación de los Artane. Incluso el argentino, que ya vivía en España cuando llegaron Fargo y Puyó, cocompuso con ella “Septiembre”, un rocanrol cuyo sonido remite precisamente al inconfundible estilo de la banda que Vetere había compartido con el “Conejo” Jolivet --luego Luis Vargas-- y Sebastián Peyceré durante los primeros ochenta. La novelera “Yo solo quiero amarte”, de Puyó solita, y una canción en inglés llamada “Tomorrow`s spring”, completan este pequeño tesoro que “Mucha madera” integró con justicia al gran acervo discográfico del rock argentino.

Y que puede ser leído en varias claves. En clave de futuro, por caso. En Puyó, que durante su vuelta al país y previo paso por la banda de Kevin Ayers, la rompió toda como corista de Fito Páez en “La rueda mágica Tour”, gira presentación de El amor después del amor, porque varias de las canciones de los Artane fueron a parar a Cuando te vi partir, su segundo disco solista. En Fargo, que permaneció en España hasta los albores del siglo XXI, los Artane representan el punto de partida de un devenir que lo foguearía de cara a diversos proyectos, entre ellos Carnavales de Franco, Héroes del Silencio, Los Ronaldos y Baobads, e incluso como acompañante de Rita Marley, paso intermedio, a su vez, para que, regresado a su tierra de origen, armara junto a Jorge Araujo y Gustavo Jamardo, una de las mejores bandas del rock argentino en lo que va del siglo: Gran Martell.