Por un desfiladero endiablado, a los que parece predestinado este gobierno, deberá avanzar entre el abismo de una inflación descontrolada y el precipicio que implican las tendencias a la dispersión que dejó en el Frente de Todos el acuerdo con el FMI. La inflación reclama medidas fuertes y la aplicación de estas medidas requiere el respaldo de una fuerza sin grietas.
El diagnóstico sobre la inflación lo describe como un fenómeno multicausal que no tiene soluciones mágicas instantáneas. Pero además de la inflación estructural, se le suma la especulación desaforada y “preventiva”. La altísima inflación de febrero no incluía los efectos de la guerra en Ucrania y las mediciones de las primeras semanas de marzo muestran la remarcación a todo vapor para adelantarse a las medidas antiinflacionarias y a los supuestos precios empujados por la guerra.
Además del fenómeno económico, la inflación genera un clima de malestar generalizado. Las medidas tendrán que apuntar al fenómeno estructural, pero también atacar a la especulación que se cuela en las góndolas y que sólo puede resolverse de un sablazo, como el nudo gordiano. Tiene que haber medidas a largo y mediano plazo, pero otras inmediatas y enérgicas que ataquen la especulación y muestren a un gobierno sensibilizado por el tema casi excluyente que carcome el bolsillo de las personas.
La guerra de los enojados
Es una situación entre enojados. O se enojan los afectados por las retenciones y los precios máximos, o se enojan los consumidores de la carne, de la harina, del pan o la pizza, que viene a ser la mayoría del país. Es una ecuación desigual porque muchos de los consumidores de harina y carne defienden a quienes los perjudican con precios abusivos. Pero la alimentación es un derecho básico en un país que produce alimentos.
Los avivados que quieren aprovecharse de una desgracia como la guerra no son un invento argentino. Y como la guerra es una situación extrema, se justifican medidas extremas aunque más no fuera para lograr resultados moderados.
Las medidas antinflacionarias son ordenadoras y provocan la reacción de los que buscan aprovecharse del caos. Por lo general son sectores poderosos como los que reaccionaron con la 125. Para respaldar esas medidas, para hacer una militancia del control de precios y frenar a los especuladores, el gobierno necesita un respaldo sin fracturas.
No es el mejor momento del Frente de Todos. Las corporaciones de medios tratan de echar leña al fuego y exageran la exasperación del debate y los enfrentamientos en la coalición oficialista. Más allá de esa exageración, la interna del Frente de Todos salió maltrecha del debate por el acuerdo con el Fondo. Y de ambos lados hay sectores que ya no ven necesaria la unidad frentista.
Las distintas caras del Frente de Todos
Desde el sector crítico estiman que los condicionamientos que impuso el FMI impedirán el crecimiento y en consecuencia impedirán también la superación de la situación social crítica, que fueron dos puntos constitutivos del Frente. Pero, a pesar de estas diferencias, han enviado señales claras de que van a preservar la unidad frentista.
Los que defienden el acuerdo como el menos malo, acusan de radicales a los críticos y de no ofrecer alternativas al camino que critican. La relación entre el presidente y su vice está en el centro de estos planteos. El presidente Alberto Fernández no atendió las advertencias de Cristina Kirchner sobre la situación social durante la pandemia, una de las causas de la derrota en las elecciones de medio término. Y Cristina Kirchner no le atendió el teléfono a Alberto Fernández luego de la agresión a sus oficinas y antes del debate en el Senado. La vocera, Gabriela Cerruti dijo que no haría comentarios sobre la relación personal entre el presidente y su vice, porque no es de su incumbencia, pero que la relación política entre ambos “no afecta a la gobernabilidad”.
Antes del debate se reunieron los senadores del grupo más cercano a la vicepresidenta y Cristina Kirchner enfatizó que más que con la unidad formal, las elecciones se ganan con “medidas de gobierno que favorezcan a la gente”. Para el sector que representa, la unidad es necesaria, pero si no se toman esas medidas, el Frente de Todos será derrotado en el 2023, aunque vaya unido.
Los medios macristas de festejo
Los medios macristas celebran estas diferencias y ya festejan la ruptura que dan por inevitable. Lo que ha buscado la oposición, el macrismo y la corporación mediática, más que la ruptura del Frente de Todos, ha sido el aislamiento del kirchnerismo. Fue claro que la oposición jugó esa carta cuando decidió respaldar al gobierno porque la mayoría del kirchnerismo rechazaría el acuerdo.
En ese reordenamiento del cuadro político imaginado por la oposición, Mauricio Macri y Cristina Kirchner aparecen aislados ante una gran confluencia de los centrismos del oficialismo y de la oposición. La confirmación de que ese sector del kirchnerismo rechazaría el acuerdo pesó cuando la oposición decidió apoyarlo.
Pero lo que está subyacente en los posicionamientos de Cristina Kirchner --una posición crítica, pero al mismo tiempo de no ruptura-- es una reestructuración del funcionamiento del Frente de Todos. Si son críticos, pero no se retiran es porque disputarán espacios que hasta ahora funcionaban por consensos o por conversaciones entre los referentes, con acuerdos a veces explícitos, a veces implícitos.
De hecho, tanto en el debate en Diputados, como en el Senado, además de las diferencias, hubo muchas señales de respeto a la convivencia en el bloque. La mayoría de los senadores que iban por el rechazo prefirió no hablar en la sesión, y los que lo hicieron enfatizaron en el desastre que había sido el gobierno de Juntos por el Cambio. El documento donde esos senadores fundamentaron su rechazo, recién se dio a conocer después de la aprobación del acuerdo. Máximo Kirchner había prometido que no harían proselitismo contra el acuerdo y cumplió.
Del debate interno a la inflación
Si el diagnóstico que hacen sobre la política del gobierno es negativo, pero no rompen el frente, es porque consideran que es posible disputar el rumbo en algunos aspectos. Las diferencias en esa interna frentista tiene muchos matices que expresan otros referentes que coinciden en las críticas pero priorizaron la unidad ante al avance de la derecha, u otros que se van al extremo de plantear la baja de todos los funcionarios que se referencian con Cristina o Máximo Kirchner.
Es un momento bisagra para el Frente de Todos, atravesado por los enojos y las calenturas. No es casual que la agresión contra las oficinas de la vicepresidenta fuera realizado cuando los ánimos están más caldeados y una chispa podría hacer estallar el Frente.
Como los procesos políticos no se rigen por fórmulas matemáticas, este reacomodo podría desviarse hacia deserciones y fracturas, pero como dijo Cristina Kirchner, un gobierno gana las elecciones cuando promueve políticas que mejoran la vida de la gente. Y para llegar a ser gobierno e impulsar esas medidas, siempre se requiere de una herramienta electoral amplia y unida, como también lo demostró la vicepresidenta al impulsar la creación del Frente de Todos.
Sin embargo, este debate no tiene sentido si el gobierno no frena la inflación. Y hasta puede ser visualizado como insensibilidad frente al drama concreto. El gobierno habrá sellado su suerte si no puede frenar la corrida inflacionaria.