A partir del próximo lunes, el barbijo será optativo en La Plata. La medida, comunicada por el intendente Julio Garro, fue criticada por el Ministerio de Salud bonaerense y tildada de “irresponsable”. En un comunicado, la cartera sanitaria conducida por Nicolás Kreplak señaló que la decisión fue “tomada sin ningún tipo de conocimiento científico y sanitario”, y que "en el territorio bonaerense la competencia primaria en salud es provincial”.
La semana próxima el empleo del tapabocas quedará a criterio de cada platense que circule y permanezca en el transporte público, los comercios y las oficinas municipales. Asimismo, Garro solicitó al gobierno de Buenos Aires que, en la situación epidemiológica actual, revise su utilización obligatoria. “Pedimos a la Provincia que evalúe esta situación de manera urgente. No podemos seguir exponiendo a los chicos a los efectos nocivos del uso prolongado de la mascarilla”, dijo. Y agregó: “Necesitamos revisar la obligatoriedad de uso de barbijo, especialmente en las escuelas. Vemos en diferentes actos políticos, institucionales y deportivos la ausencia de tapabocas, pero se sigue obligando a los chicos a utilizarlos”. Para el Ministerio de Salud, en cambio, este tipo de definiciones unilaterales “atentan contra la salud de las y los ciudadanos”.
La medida despertó polémica en la comunidad médica y científica. “Una acción como esta debería haber sido tomada desde el Ministerio de Salud de la Provincia, me resulta extraño cómo se produjo. Aunque estamos en una situación completamente distinta porque pasamos de los 130 mil casos a un promedio de cinco mil en cada jornada, no deja de ser apresurado”, opina Daniela Hozbor, bioquímica e investigadora principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata. En esta línea, también lo sostiene la médica infectóloga Leda Guzzi: “Me parece arriesgado suspender el uso obligatorio de barbijo en interiores. La pandemia no terminó y en cualquier momento podemos volver a tener una nueva ola, atentos a lo que viene sucediendo en el hemisferio norte”. Guzzi refiere al advenimiento del sublinaje BA.2 de Ómicron, que está ocasionando rebrotes de magnitud en Europa y Asia. Si el Sars CoV-2 circula mucho en otros países, el riesgo a nivel local se mantiene latente. Como todo virus: este tampoco conoce de fronteras.
Covid y gripe
Se aproxima el otoño y las enfermedades respiratorias se tornan más frecuentes, en la medida en que mejoran las condiciones de transmisibilidad gracias a que la mayoría de los encuentros sociales se trasladan a ambientes cerrados. Al coronavirus, se suma la gripe que, para esta parte del año, ya se destaca por un número de casos inusitado. Desde diciembre del año pasado al 10 de febrero, el incremento de Influenza A (subtipo H3N2) fue progresivo y se contabilizó un total de 794 casos confirmados.
Desde la perspectiva de Guzzi, “no es momento para abandonar medidas preventivas”. De hecho, con la inequidad global en relación al acceso de vacunas (según el sitio Our Wolrd in Data, África solo inmunizó al 15 por ciento de su población con esquema completo), los especialistas no descartan la emergencia de nuevas variantes más transmisibles y letales del Sars CoV-2.
A ello, también debe adicionarse un nuevo argumento para sostener el uso obligatorio del barbijo: la presión que afronta el sistema cuando el tiempo es más frío. “En invierno, el sistema de salud suele tensionarse por la internación de pacientes con patologías respiratorias. Si dejamos circular libremente al virus covid y al de la gripe, esto puede impactar en una nueva sobrecarga para las instituciones”, apunta Guzzi. En esta línea, plantea Hozbor: “La gripe se previene igual que la covid: el barbijo, la ventilación, el lavado de manos y las vacunas”. La campaña antigripal se suele realizar en abril para generar la respuesta inmunológica adecuada, con el objetivo de que en julio la población esté protegida. El barbijo ha reducido la incidencia de los demás virus respiratorios que cada año ocasionan entre 25 y 30 mil fallecimientos.
El deseo individual y la salud colectiva
Como en todas las decisiones sanitarias durante la pandemia, el conflicto subyacente es entre el enfoque que privilegia la salud colectiva y aquel que se concentra en la defensa de las libertades individuales. Rodrigo Quiroga, doctor en Ciencias Químicas y bioinformático del Conicet, refiere al respecto: “La evidencia científica a favor del barbijo es sólida, pero a veces se contrapone con el deseo ciudadano. Sabemos que el barbijo es molesto de usar, es incómodo y hay cierto hartazgo generalizado con la pandemia. Muchos de los países que pasan al uso opcional tienen un aumento significativo de casos”. Un caso ejemplar es el de Escocia que había levantado la obligatoriedad y la volvió a imponer por el incremento de infecciones.
“Estas idas y vueltas son dañinas y difíciles de comunicar, generan hastío y cansancio en la sociedad. Necesitamos una estrategia a largo plazo y unificada en todo el país. Que cada jurisdicción lo decida me parece ridículo”, destaca. Del mismo modo, cuando las medidas se flexibilizan, luego se torna muy difícil volver a introducirlas. Esto es así porque las acciones de política pública no se toman de forma descontextualizada, sino que por el contrario deben considerar la cultura en la cual se aplican.
Utilizar o no el barbijo es una decisión individual que tiene implicancias colectivas, por ello, resguardar a los más vulnerables (a través de las medidas preventivas) sigue siendo, antes que nada, un acto de solidaridad.