No es novedad para los que caminan hace años el mercado, pero el fenómeno volvió a ocurrir en los últimos días. Ante la señal del Gobierno Nacional de nuevas negociaciones y medidas para intentar frenar una inflación descarrilada, una parte importante del sector privado salió a cubrirse con aumentos muy fuertes que no tienen anclaje en ningún impacto de costos y, mucho menos, en una afectación del conflicto bélico en Europa. Según detalles a los que accedió Página I12, hubo en la última semana intentos de aplicar subas de precios de hasta 30 por ciento en alimentos, mediante el envío de listados de nuevos valores al sector de los comercios.
Esto tiene un doble efecto: si bien los grandes supermercados están obligados a rechazar las listas porque trabajan con el esquema de Precios Cuidados; los comercios barriales, almacenes y supermercados chinos debieron salir a convalidar esas alzas, lo cual incrementó el problema de precios mucho más altos en ese sector del retail (que abastece algo más del 70 por ciento de la demanda total del país) por sobre lo que se conoce como el canal moderno, el rubro hipermercados.
En el mercado se manejan nombres y porcentajes de alza preventiva muy fuertes. Algunos casos de los que mandaron listas con subas: las empresas Molinos Río de la Plata (farináceos y aceites), Mastellone (lácteos), AdecoAgro (arroz y aceites), Molino Cañuelas (el dueño del 35 por ciento de la góndola de harinas y galletas) y firmas de bebidas como Coca Cola, reportaron incrementos promedio del 9 por ciento, con algunas pasando listas con el 15, el 20 y otras con más de 30 puntos de alza.
Estos listado se enviaron a fines de la semana pasada, cuando ya en el Gobierno se especulaba con anuncios vinculados a la necesidad de contener precios. Según supo este diario, buena parte de esas empresas ya habían mandado en febrero listas con aumentos también muy importantes. La curiosidad de esta tanda de incrementos es que, a diferencia de otras oportunidades, las empresas vinculadas a la limpieza e higiene personal no pasaron subas.
Este lunes, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, junto al secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, se sentarán a la primera mesa de articulación de medidas contra la inflación con buena parte de estos actores. Estarán allí, a las 10 de la mañana, los dirigentes de la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal) y ceos de empresas líderes, las mismas que remarcaron; además de los popes de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), que reúne a los grandes jugadores como Carrefour, Coto, Súper Chango Más (Ex Walmart), La Anónima y Disco, entre otros.
Con los fabricantes habrá una pulseada ardua en medio de un contexto en el que el Gobierno buscará negociar de manera más dura y con la Ley de Abastecimiento sobre la mesa. En paralelo, se negociará la renovación de Precios Cuidados, que vence el 7 de abril próximo.
No es esta la única contienda con los ceos que están en rebeldía: el antecedente más cercano es la negativa de los exportadores de ABC de seguir vendiendo los 7 cortes populares de carne en los híper. Hay que seguir la resolución de ese conflicto para ver cuál es la idea oficial con el resto de los sectores: el ministro Julián Domínguez jugó fuerte y avisó que si no volvían los cortes a la góndola, no habría más permisos para exportar. Unos minutos después, la decisión de ABC se retrotrajo.
Naturalmente, esta dinámica de remarcación no tiene anclaje alguno en fenómenos reales. En febrero, la inflación del INDEC fue del 4,7 por ciento y del 7,5 en alimentos. Ergo, sin impacto de paritarias, combustibles, tarifas congeladas y sin guerra en Europa, hubo duplicación de los precios de los alimentos. Tampoco hubo, en ese período, inestabilidad cambiaria, que es la excusa habitual para la remarcación.
Ese problema de remarcaciones sin justificación tiene otro efecto lateral. El acuerdo que rige entre el Gobierno Nacional y los grandes supermercados por Precios Cuidados, les impide a los híper recibir y aplicar listas de precios con aumentos. ¿Qué pasa entonces? Los proveedores colocan esos productos con aumentos fuera del "canal moderno", en los pequeños comercios, que no tienen posibilidad de no comprar y, además, no están controlados por el ojo del Estado. Esto hace, por caso, que haya diferencias muy grandes entre los híper y los comercios chicos: un ejemplo, la leche, que vale entre 85 y 90 pesos en los grandes y 120 pesos en el resto.
Como los pequeños están siendo rehenes de los proveedores, que de algún modo los obligan a vender más caro, compensan para no perder yendo a comprar a los híper, como si allí vendieran a precio mayorista. Esto genera una situación atípica: a la demanda creciente que ya tenían las grandes superficies, se suma la compra de los comercios minoristas, impactando en el volúmen de abastecimiento.
En breve, de hecho, empezarán a verse en los comercios topes de venta de algunos productos por persona: los apuntados serán harina, aceite, azúcar y yerba. De esa manera, se evitará alimentar un circuito especulador. Asimismo, se vienen haciendo a razón de 100 inspecciones diarias de la secretaría de Comercio en todo el país, controlando góndolas, depósitos y centros de distribución para garantizar que no haya especulación de guarda de productos como aceite y harinas, dos de los golpeados por el la guerra entre Rusia y Ucrania.