Después del trámite legislativo, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional será aprobado por el directorio del organismo el viernes 25 de marzo. Se habilitará de ese modo el primer desembolso de unos 9700 millones de dólares que servirá para pagar el vencimiento de capital e intereses por unos 2800 millones de dólares al propio FMI, que se concretará el 31 de marzo.
El vencimiento original era el 22 de marzo pero se postergó la operación financiera sin considerar por eso que haya atrasos, lo que demuestra que, en este tipo de negociaciones con organismos internacionales, no existen fechas límites y que siempre se pueden correr según conveniencias.
Las formalidades entonces estarán salvadas sobre un acuerdo que contiene proyecciones numéricas macroeconómicas que ambas partes saben que no se podrán cumplir tal como fueron selladas. Los componentes cuantitativos del programa no son letra muerta pero empezaron a agonizar en forma prematura por factores externos, independientemente de que ya eran de compleja realización.
Comenzará entonces el camino hacia la primera revisión del acuerdo, en junio próximo, que en esta instancia o en la siguiente (septiembre) el Gobierno probablemente deberá solicitar un waiver (perdón) por incumplimientos de las metas cuantitativas en una o varias de las variables clave del programa.
El Fondo lo concederá en un nuevo paso de comedia de una negociación que es política más que técnica, puesto que la firma del Acuerdo de Facilidades Extendidas con el gobierno de Alberto Fernández le permitirá al FMI dar vuelta la página más negra de su historia de financiamiento a países.
Es la más negra por haber entregado un desproporcionado, insólito y político préstamo de 57 mil millones de dólares, de los cuales desembolsó 44.500 millones en apenas doce meses, al gobierno de Mauricio Macri. Además fue un fracaso técnico-económico estrepitoso y vehículo para la fuga de capitales y salida de bancos y fondos de inversión de la bicicleta financiera facilitada por la alianza macrista-radical.
Movimientos en la economía global
La característica política del vínculo con el Fondo Monetario es ahora todavía más pronunciada debido a un contexto donde la economía global está atravesando unos movimientos tectónicos importantes, acelerados primero por las transformaciones productivas y del comercio internacional derivadas de una pandemia que no terminó y después por los realineamientos geopolíticos y económicos resultantes del conflicto OTAN-Rusia.
Respecto a esto último, un dato que no debería pasar desapercibido es la escasa efectividad de las sanciones económicas a Rusia por parte de las potencias occidentales.
Este fracaso se reflejó en la revalorización del rublo en esta última semana (el 7 de marzo pasado la paridad de la moneda rusa con el dólar tocó el máximo de 139, el viernes cerró en 107 y el día del comienzo del conflicto, 22 de febrero, era 79). Este lunes reabre la Bolsa de Valores de Moscú luego de tres semanas. A la vez, en estos días India concretó la compra de petróleo ruso con intercambio de monedas rupias-rublos, desplazando al dólar como referencia habitual de este tipo de transacciones internacionales.
Estos movimientos económicos-financieros permiten exhibir la debilidad relativa de la hegemonía de Estados Unidos y, por lo tanto, cómo se está reconfigurando el mapa del poder mundial entre países-potencias.
Las auditorías del FMI
Con objetivos cuantitativos que ya eran exigentes, el impacto del conflicto Rusia-Ucrania los hizo de muy difícil concreción. La evolución de la tasa de inflación prevista de 38 a 48 por ciento o el monto de los subsidios energéticos y, por lo tanto, el esquema de gastos e ingresos fijado en el acuerdo con el FMI han quedado fuera de registro.
Desvíos en las proyecciones de la economía argentina bajo programas con el Fondo han sido habituales. Esta maquinaria burocrática de poder de Washington es uno de los principales brazos financieros de Estados Unidos para alinear a países endeudados detrás de sus intereses geopolíticos y actúa también como garante de los intereses de multinacionales y de las finanzas globales.
El impacto económico del conflicto Rusia-Ucrania aceleró los tiempos para dejar al descubierto las debilidades de las estimaciones macroeconómicas. La guerra será utilizada como el principal motivo para explicar y "perdonar" los desvíos.
El alza furiosa de los precios internacionales de las materias primas de exportación (soja, trigo, maíz) y del petróleo alteró el escenario económico global disparando presiones inflacionarias a nivel mundial y, por lo tanto, modificando la evolución prevista de variables locales.
La sucesión de subas de la tasa de interés internacional, que en la semana pasada la Reserva Federal (banca central estadounidense) escribió el primer capítulo, agrega otro factor de inestabilidad, puesto que enciende luces de alerta de insolvencia de países y de empresas.
Crisis política
A este complejo cuadro económico global y doméstico se suma la profunda crisis política en la coalición de gobierno. Podría haberse cerrado un mejor o peor acuerdo con el Fondo Monetario, o directamente podría no haber uno. Podría haber más o menos medidas paliativas para atender la aceleración de la suba persistente de precios. Pero cuando existe una ruptura de la confianza política entre los actores principales de una alianza gubernamental las decisiones en materia económica quedan contaminadas de esa turbulencia.
No es misterio que las tensiones políticas en los gobiernos quedan al descubierto cuando existen mediocres resultados económicos. En este caso, en los ingresos de los sectores populares, que arrastran una caída promedio del 20 por ciento en términos reales de los cuatro años de la gestión macrista-radical. Durante los dos primeros años de gobierno del Frente de Todos no hubo un mayor retroceso pero sólo hubo una leve recuperación.
Seis años de acumular deterioro en las condiciones de vida de la mayoría de la población, con una tasa de inflación muy elevada y derrota en las elecciones de medio término, constituyen la base de la actual crisis política. Ya sea por los efectos de la pandemia, por las deficiencias en la gestión o por las debilidades en la construcción de una relación política entre AF y CFK, la coalición de gobierno está cruzada por internas furiosas.
El acuerdo con el FMI es la última estación de esas tensiones que venían de arrastre desde casi el comienzo del gobierno del Frente de Todos.
Sin conducción unificada en el área económica
A una crisis política del oficialismo de magnitud, donde el Presidente y la Vicepresidenta no se hablan sino a través de cartas, tuits, mensajes vía Telegram, documentos públicos y discursos en actos proselitistas, se le agrega la carencia de una conducción unificada en el área económica.
El gobierno de Alberto Fernández repitió el error de dispersar el manejo de la cuestión económica. Es lo mismo que hizo Cristina Fernández de Kirchner al inicio de su segundo mandato hasta que lo reparó a tiempo cuando unificó la conducción económica en Axel Kicillof.
A partir de esa medida de gestión, con un ministro de Economía fuerte y con un liderazgo político consolidado y dedicado a la construcción de épica de la gestión, pudo administrar ese período eludiendo la crisis económica en un clima político intenso cruzado por permanentes conflictos con el poder económico local y los fondos buitre.
Mauricio Macri también fragmentó la gestión económica sin modificar esa decisión en cuatro años y así terminó: crisis, inflación por arriba del 50 por ciento y perdiendo la reelección.
Pese a conocer estos dos antecedentes recientes, Alberto Fernández igual dividió el manejo del área económica y no existen señales de rectificación. Por el contrario, la estrategia para enfrentar el actual contexto de aceleración inflacionaria carece de un liderazgo nítido en el manejo de la economía.
En una primera etapa el entonces jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, actuaba de coordinador del gabinete económico, integrado por funcionarios que se conocían entre ellos, con la excepción de Martín Guzmán que rápidamente fue incorporado al grupo.
Con el corrimiento de Cafiero a la Cancillería, la fragmentación quedó todavía más expuesta y, por lo tanto, se agudizó la debilidad de esta forma de organización de un área sensible.
Las controversias en el gabinete económico acerca de las medidas para evitar una disparada mayor de los precios son el reflejo de esa desacertada organización de la gestión económica.
Fulminante crítica a Guzmán
Las diferencias conceptuales y políticas que generaron la negociación y posterior acuerdo con el Fondo Monetario, el modo de refinanciación de una deuda impagable y las condiciones macroeconómicas definidas en el programa son el último eslabón de una cadena de desencuentros en la coalición de gobierno.
Los dos documentos distribuidos por el bloque político que aportó mayor caudal de votos al Frente de Todos en las dos últimas elecciones nacionales no dejan margen de dudas acerca de lo que piensa Cristina Fernández de Kirchner sobre el acuerdo con el FMI.
Las observaciones sobre el programa son aportes para un debate interesante, pero las críticas sobre la gestión del ministro Guzmán adquieren una dimensión política que excede la negociación con el FMI.
No se trata de una crítica sin importancia puesto que se refiere a la evaluación que hace el kirchnerismo acerca de la tarea de un ministro clave del gobierno de Fernández. Y esa crítica, como se mencionó arriba, es realizada por la fuerza política mayoritaria en caudal de votos del Frente de Todos.
El documento de diputados oficialistas que rechazaron el proyecto de ley que autoriza al Poder Ejecutivo a refinanciar la deuda con el FMI dice lo siguiente:
"El gobierno argentino debería haber optado por una negociación 'dura' que procure extender los plazos de devolución por encima de los reglamentos vigentes en el FMI, eliminar la sobretasa de interés y exponer ante los argentinos y argentinas y ante todos los foros internacionales posible….el carácter y objetivo político del préstamo".
Para luego hacer una crítica lapidaria pocas veces expuesta de esa forma hacia un ministro de Economía en gestión y desde el propio oficialismo:
"Lejos de ellos, el equipo negociador del Gobierno desarrolló una estrategia de 'amabilidad', secretismo, hermetismo, confusión y desinformación en las negociaciones, sólo explicable por la difundida creencia de que estábamos ante un 'nuevo' Fondo Monetario Internacional que sería seducido por la pericia académica y los 'buenos modales' de los negociadores e interlocutores argentinos".
Los senadores kirchneristas también fueron muy duros
El texto de los senadores oficialistas que votaron en contra también ofreció una evaluación crítica sobre la negociación de Guzmán con el FMI:
"El bloque de senadores del Frente de Todos expuso su clara y firme posición desde que comenzamos la gestión de nuestro actual gobierno en diciembre de 2019. Lo hicimos por distintos medios e incluso formalmente a través de dos extensas cartas públicas. La primera el 15 de noviembre de 2020 y otra el 22 de febrero de 2021 y que fueron enviadas a las autoridades del Fondo Monetario Internacional y, por supuesto, a las de nuestro Poder Ejecutivo. En aquellas misivas expresábamos oficialmente la posición que está en línea con nuestra constitución histórica y con propia plataforma electoral que nos llevó al gobierno. Para no sobreabundar es bueno refrescar la síntesis del punto 33 de la misiva elevada en el año 2020 al organismo:
Por todo lo dicho y ante las nuevas negociaciones iniciadas por nuestro gobierno del Presidente Alberto Fernández, SOLICITAMOS se abstengan de exigir o condicionar las políticas económicas de la Argentina para los próximos años y, en cuanto a la refinanciación de la deuda PROPONEMOS: a) reconsideración de los intereses; b) período de espera para comenzar los pagos anuales a partir del año 2025; y c) plazo de amortización en varias décadas, de moto tal que las erogaciones anuales no tornen insustentable la refinanciación de la deuda e impacten negativamente en la economía argentina y en la vida de su sociedad".
De esas tres condiciones, sólo la tercera fue conseguida por Guzmán pero sin alargar los plazos de pago. Este grupo de senadores sentencia que "estamos hoy frente a la aprobación de un nuevo pacto con el Fondo, que dada la experiencia de nuestro país, sabemos que no logrará cumplir con el objetivo de 'crecer para poder pagar'".
Cuánto más aguanta el FdT
Los desafíos económicos son inmensos teniendo en cuenta el arrastre de la crisis macrista y la pandemia, en un contexto internacional de conflicto bélico bastante desfavorable.
En el discurso del viernes a la noche, el presidente Alberto Fernández dijo: "Estamos en una situación extraordinaria que requiere soluciones extraordinarias". ¿Cuáles son esas soluciones extraordinarias?
Si son extraordinarias implica que no son las conocidas, como una suba de un par de puntos de retenciones a las exportaciones de harina y aceite de soja. Para que sean extraordinarias tienen que ser medidas que provoquen una importante alteración de una tendencia. O sea, que sean audaces para amortiguar costos ineludibles de una crisis.
Por ejemplo, en el comienzo de la pandemia, cuando las fábricas estaban cerradas y las y los trabajadores estaban cuidándose en sus casas, el Estado instrumentó dos planes de carácter extraordinarios:
1. El ATP atendió a empresas-trabajadores pagando una parte sustancial de los salarios para mantener viva la estructura productiva y laboral.
2. El IFE atendió a casi 9 millones de personas que estaban en la informalidad y perdieron de un día para otro sus ingresos.
Estas fueron medidas extraordinarias para un momento extraordinario. La presencia del FMI en la supervisión de la economía no debería ser excusa para no encarar medidas audaces para enfrentar una situación extraordinaria como es la alteración del funcionamiento de los mercados internacionales de alimentos y energía, que impacta negativamente en la vida cotidiana de la mayoría de la población.
El gobierno de Alberto Fernández pretende enfrentar este escenario complejo con un gabinete económico; no con un equipo económico. De este modo, sin conducción política coordinada entre las diferentes fuerzas que integran el Frente de Todos y con la obstinada fragmentación de la gestión económica, que viene acompañada de una abierta resistencia interna al ministro de Economía, resulta muy complicada la misión de enfrentar el problema inmediato de una inflación navegando hacia escalones superiores a los registrados en 2021.