Alfredo Moffatt es psicólogo social y dedicó su vida a la labor académica y la ayuda solidaria. El año pasado se encontró en la ruina económica; hasta la escuela de Psicología Social que había fundado debió cerrar. Sus amigos salieron a pedir que la ayuda, esa vez, le llegara a él. Página 12 contó entonces la historia de ese hombre de reconocido compromiso social y el drama que estaba viviendo. La solidaridad le llegó pronto y pudo empezar a recuperarse. Ahora, ese volver a vivir escaló un peldaño más: en abril reabrirá la escuela con un nuevo programa académico y una mirada "renovada" que busca traer los conceptos del psicólogo social al tiempo actual.
Las paredes recién pintadas de la escuela, que estará dirigida por su hija Malena, están llenas de fotografías de Moffatt. Cuentan su trayectoria, sus múltiples premios y la cantidad de amigos que recolectó a lo largo de su vida.
Un cuadro enorme muestra montones de alumnos riendo exaltados luego de una clase en Rosario en la que el psicólogo social había criticado el psicoanálisis y la formación académica. Otras tantas fotos dejan en evidencia su ayuda en manicomios, penitenciarías, villas y su trabajo solidario por "los más lastimados", como le dijo a este diario en un recorrido por su casa-escuela.
"Apuntamos a un buen nivel de formación que tenga una mirada comunitaria, social, de grupo para potenciarse entre todos", explica Malena Moffatt sobre la reinauguración de la escuela, ubicada en el barrio de Once.
Luego de la colecta realizada el año pasado para ayudar a "sobrevivir" al también arquitecto y psicodramatista Alfredo Moffatt, se acercaron exalumnos y docentes que extendieron su mano y ahora formarán parte del nuevo plantel poniendo no solo su trayectoria sino también compartiendo la enseñanza popular y comunitaria.
"Todos los docentes que van a venir están en la misma línea del pensamiento de mi viejo, que en medio de tanta crisis se revaloriza", destaca la directora. "Alfredo siempre se dedicó a las personas que estaban en mayor emergencia, los más vulnerados del sistema, creando herramientas para ayudarlos", añadió Malena Moffatt, que también es psicóloga.
La carrera de psicólogo social dura 3 años y cierra la inscripción el martes 31 de marzo. "Necesitamos formar personas que puedan ayudar, hay gente que tiene ganas de hacer pero no sabe cómo y no es necesario pasar por una carrera universitaria", explicó.
Entre los nombres que componen el cuerpo de docentes se encuentran Nora Cortiñas, Alicia Stolkiner, Marcelo Percia, Joaquín Pichon Revière, Fernando Fabris y Fabio Lacolla, entre otros psicólogos sociales y psicoanalistas.
Moffatt le pidió a su hija que asumiera la dirección académica pero él continuará participando de algunas clases. "Confío en ella, tiene una formación legal, además, ella aprendió de mí", se ríe Moffatt, a sus 88 años.
Lo que buscan padre e hija es una fusión entre la educación de calidad y el trabajo en territorio que están acostumbrados a realizar, por eso también firmaron un convenio con la Sedronar para que los estudiantes del tercer año puedan ir a hacer prácticas. Malena Moffatt asegura que "más allá de que tengo un marco teórico basado en el psicoanálisis, mamé la ideología de 'sin plata y sin permiso' de mi padre".
La enseñanza tendrá una perspectiva inclusiva y las personas que encuentren una barrera estructural para poder ingresar a la universidad podrán descubrir en este espacio un lugar, afirman.
En los '90, Moffatt fundó la Escuela de Psicología Social a partir de la experiencia de El Bancadero, una mutual de ayuda psicológica. Siempre encabezada por Moffatt, el funcionamiento de la escuela entró en crisis con la pandemia de covid-19 y por la falta de cercanía con los dispositivos tecnológicos. Ahora, con los fondos conseguidos, también pudieron comprar una computadora.
El ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, les solicitó que armaran una capacitación para trabajadores sociales, en la que están trabajando "con mucho entusiasmo", explica Malena.
Informe: Mercedes Camli.