Argentina es una plaza familiar para The Strokes. No sólo por los tíos, primos y sobrinos que tiene Albert Hammond Jr. por parte de su madre, la ex modelo Claudia Fernández, sino también por las visitas que hicieron al país con cada uno de sus discos. Incluso los de sus respectivos proyectos solistas. La última vez que vinieron lo hicieron como parte del Lollapalooza de 2017, cuyo repertorio tuvo como intro una versión cumbiera de su tema “Reptilia”, y en aquella ocasión llevaban cuatro años sin publicar material grupal, tras la aparición de Comedown Machine. Ahora el quinteto regresa de la mano de su nuevo álbum, The New Abnormal, que salió un mes después de la cuarentena. De hecho, venían a presentarlo a la edición de ese año del festival. Pero la pandemia les postergó los planes. Sólo momentáneamente, pues los de Nueva York fueron uno de los escasos actos internacionales que quedaron de aquella grilla inicial.
Por eso, pese a que ya juega de local (esta vez abusaron un poco porque salieron con 20 minutos de demora), la banda no puede dejar de mostrar su emoción cuando se sube a un escenario argentino. Y esa polaroid quedó reflejada luego de que hicieran “Brooklyn Bridge to Chorus”, tema incluido en su sexto álbum de estudio y que alude a su barrio de origen. Porque si algo aprendieron estos muchachos es acerca de la importancia de su lugar de pertenencia, lo que para muestra bien supo explotar su histórico productor, Gordon Rapahel, quien estableció su base de operación en Temperley.
Algo de eso también fue aprendiendo LP, tras su estreno en Buenos Aires, hace tres años. Por lo que esta vez vino fogueada, no sólo con eso sino con la desbordante euforia del público argentino, que logró que los problemas de sonido de la primera parte de su recital quedaran en un segundo plano. Al igual que sus vecinos neoyorquinos, la artista de Long Island vino con nuevo material, Churches.
Con “When We Touch”, tema que inaugura el repertorio de su sexto trabajo de estudio, arrancó el reencuentro de la cantautora (que dio muestras de sus dotes telúricas) con sus fans argentinos. Y vaya que eran un montón los que se acercaron hasta el escenario Alternative. Si bien su performance hizo hincapié en lo nuevo, no obvió las canciones que le permitieron ganarse un nombre a lo largo de su carrera solista, entre las que destacó “Lost on You”. Aparte de LP, la cuota queer de la segunda fecha del Lollapalooza argentino recayó en el R&B de Kehlani y en la drag queen brasileña Pabblo Vittar, a la que sólo le bastaron un puñado de canciones potentes y un grupo de baile para captar a la audiencia en el escenario Perry’s. Ahí mismo actuó previamente el rapero argentino Dani Ribba, quien al igual que Dillom, que el día anterior se presentó en ese escenario, se consolidó como uno de los shows nacionales más destacados del evento. Y es que la música urbana local también pisó fuerte el sábado.
Una vez que Clara Cava plantó bandera para los legionarios del trap, el rap y el R&B patrios en el escenario Samsung, le secundaron Kiddo Toto y a continuación Taichu, junto a invitados de la categoría de Saramalacara. Eso sucedió en el Perry’s, donde la competencia FMS tuvo asimismo una mini versión de sus batallas de freestyle. El plato fuerte de la grilla, al menos en lo que a esa escena se refiere, fueron Khea y Nicki Nicole. Por más que le puso empeño, el trapero tuvo una intervención con cortes y donde abusó de los efectos de su voz con Autotune. Sin embargo, fue uno de los recitales con más aforo de gente, al igual que el de la hincha de Newell’s Old Boys. Cuando la tarde soleada (un espectáculo aparte en este del festival) empezó a caer, la rosarina salió con todo. A tal instancia que inauguró su set con un arsenal de hits. Arrancó con “Colocao”, “Mala vida” y “Baby”. Y hasta invitó a No Te Va Gustar para cantar el single que grabaron en plan de featuring: “Venganza”.
Al tratarse de su primer Lollapalooza, Nicki Nicole no se guardó nada. Pese a que no pudo contar con la participación de Dread Mar I en “Parte de mí”, le pidió al público que se agolpó en el escenario Flow que le acompañara. Tampoco tuvo al rapero Trueno en el escenario, pero lo invocó en las pantallas para cantar “Mamichula”. Si la artista disfruta de un gran momento, puede ser por cuestión de suerte. Por más que demostró ser una laburante. Aunque igualmente porque se propuso ser una música de corte popular. Y es que su impronta se ajusta bien al soul de la misma forma que a la balada, el reggae, el rap y la cumbia. “Otra noche”, tema que grabó con el grupo mexicano de cumbia Los Angeles Azules. Sencillamente, irrebatible. Adjetivo que, por cierto, le vino muy bien a Doja Cat. En el escenario Samsung, la estaodunidense mostró su crisol de estilos: el pop, el soul, el R&B, el hip hop e incluso la electrónica.
En la variedad está la diferencia, y en eso fue un campeón Machine Gun Kelly, alias del músico estadounidense Colson Baker, cuya propuesta alterna el neo punk con el rap. Muy lejos de ser un Beastie Boy de esta época, pero no le faltaron fans. Bien sea por su música o porque está de novio con la actriz Megan Fox, que lo acompañó en este periplo argentino. También iba a haber más indie. O más bien un cruce entre éste y el metal. Pero King Gizzard & The Lizard Wizard se bajó (su equipo se vio afectado por la covid), y lo reemplazó en ese horario el músico electrónico Two Feet. Así que el indie tuvo sus embajadores en el festival en los argentinos El Mató a un Policía Motorizado y The Strokes. “Estamos de vuelta”, dijo su cantante, Julian Casablancas, y a partir de ese instante salieron al frente con todo. “Bad Decisions”, “You Only Live Once”, “Under Control”, “Juicebox”, “The Adults Are Talking” y “Take It or Leave It” fueron parte de un show que se esperaba desde hace mucho tiempo. Demasiado.