La sanción de la ley que faculta al Ejecutivo firmar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que refinancie la deuda tomada por Mauricio Macri significó el cierre de un (largo) capítulo, pero dejó abierta una crisis interna que se encuentra en peligroso espiral ascendente. El distanciamiento entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner ya es reconocido oficialmente, presidente y vicepresidenta prácticamente no se hablan y en el oficialismo predomina la incertidumbre de si esta será, finalmente, la crisis terminal que lleve al divorcio. "Nadie gana si rompemos", repiten en los tres sectores que componen la coalición, pero el festival de gestos, rumores y declaraciones de la última semana, así como la misma votación en el Congreso, no hacen más que avivar el fuego y recrudecer las desconfianzas. La crisis, además, excede el internismo frentetodista, ya que no es solo Casa Rosada la que mira con alarma los números de inflación. En eso, coinciden todes: si no resuelve la situación económica, con unidad o sin unidad, el 2023 es imposible.
El acuerdo con el FMI fue el catalizador perfecto de las diferencias internas que venían gestándose en el oficialismo hace rato. El resultado de la votación en el Senado, espejo de lo que sucedió en la Cámara de Diputados, terminó poniéndole un número, cara y discurso a la disconformidad de un sector del kirchnerismo con el programa económico del gobierno nacional. El desacuerdo de CFK con el acuerdo no terminó dando lugar a una nueva carta, pero sí tuvo su cauce en un durísimo comunicado que el senador Oscar Parrilli publicó horas después de la sanción del proyecto. Vocero eventual de CFK para las cosas que ella no puede decir sin que se ponga en peligro la estabilidad del frente, Parrilli dio a conocer la versión taquigráfica de su discurso (que no pronunció en el recinto) en el que apunta con dureza contra Martín Guzmán y el gobierno nacional. "Esta no fue una negociación del FdT, sino de ese grupo de funcionarios del Poder Ejecutivo que nos dejaron al borde del precipicio y nos extorsionan para que aprobemos en sobre cerrado sus actos irresponsables, o vendrá la catástrofe", denuncia el senador con palabras que, entienden todes en el oficialismo, son también las de la vicepresidenta. Y agrega: "Inexperiencia, inocencia, ingenuidad o complicidad. No lo sabemos. Si alguna o todas estas fueron las causales de llevarnos hasta aquí".
Si bien en Casa Rosada tenían la esperanza de que, finiquitado el debate parlamentario, se pudiera sacar el tema de la deuda de la agenda para poder enfocarse en el próximo objetivo del gobierno --la "guerra contra la inflación"--, las tensiones siguen en carne viva. "Las consecuencias de firmar el acuerdo, los peligros que rodean al programa económico que se esta llevando adelante: todo eso sigue igual", advirtieron desde el ala kirchnerista del Senado. "Nosotros no queremos romper. Pero lo más importante es gobernar en favor del pueblo", agregaron, en línea con lo que la misma CFK le dijo el miércoles a los organismos de Derechos Humanos. En esta reunión, realizada en vísperas del aniversario del 24 de marzo, CFK intercambió anécdotas y frases de cariño con las representantes de los organismos, pero en un momento, ante una expresión de preocupación sobre la unidad del FdT, la vicepresidenta sostuvo: "Para unidad vayan a Olivos porque el que no cumplió es él. A la gente le importa las políticas que mejoren la vida la gente, no te votan por la unidad".
En el gobierno nacional, mientras tanto, buscan poner paños fríos argumentando que "hay rupturas y diferencias internas en todas las coaliciones", pero el resultado de la votación en ambas cámaras cayó mal. "Nos boicotearon una política de gobierno porque no quieren pagar el costo político, pero vos no podes estar en la misa y en la procesión. La Cámpora no tiene dimensión de la gravedad de la crisis, se la pasan haciendo numeritos y no salen del despacho", cuestionó un funcionario muy cercano al Presidente que insistió en la necesidad de "reformatear" el gobierno y ampliar la coalición a nuevos sectores. A la hora de hablar sobre una posible ruptura, sin embargo, en el gobierno insisten en la importancia de mantener la unidad a pesar del enojo. "Hay que resolver la crisis por arriba. La situación está muy delicada y, pese a esta inmoralidad de la votación, hay que preservar la unidad. No hay que olvidarse de lo que pasó, pero tenemos que soportarnos y tratar de construir algo para adelante. Aunque desconfiemos entre nosotros, lo peor que podemos hacer es separarnos", aseguró el funcionario nacional.
El que quiere romper, al final, siempre es el otro. En el kirchnerismo acusan al gobierno nacional de no escuchar sus advertencias sobre el rumbo económico, de escamotearles información sobre las negociaciones con el Fondo y de dejarlos al margen de las decisiones importantes. Cerca de Alberto Fernández, mientras tanto, le reprochan al kirchnerismo no ofrecer alternativas a lo que inevitablemente sería un default. "O Alberto y Cristina se juntan a conversar o esto va a seguir tensionado", deslizó un diputado del FdT que votó en contra del acuerdo. En el bloque en Diputados predomina la incertidumbre, no hubo mucho control de daños luego de la votación y la mayoría de les legisladores está a la expectativa de ver cómo se resuelven las cosas "más arriba".
Sergio Massa, por otro lado, surfea la crisis interna desde afuera. En su entorno aseguran que está abocado a la agenda parlamentaria y a "lograr los acuerdos que permitan sacar las leyes que ayuden a los sectores económicos a generar trabajo". "Hay que lavar los trapitos puertas adentro", repite el presidente de la Cámara de Diputados y tercer socio de la coalición, que quedó posicionado como la figura que volvió posible la aprobación del acuerdo con el FMI, habiendo sido el principal responsable de de negociar los votos a favor con la oposición y de garantizar el desarrollo pacífico de la sesión con los propios. "No hay futuro posible si a la Argentina y al gobierno le empiezan a ir mejor. Nadie en la coalición sale bien parado de una ruptura", sostuvo una fuente cercana.