Esta edición de Lollapalooza Argentina será recordada como la de la música urbana. Incluso por The Strokes. En la noche del sábado, mientras paraban entre tema y tema, entraba en el escenario Flow el reggaetón de Justin Quiles, quien se presentaba en simultáneo en el Perry’s. Tan fuerte golpeaba esa cadencia que los neoyorquinos intentaron reproducirla. Si bien ellos se lo tomaron como broma, acá quedó demostrado que es cosa seria. El domingo, por ejemplo, el trapero argentino Tiago PZK logró una convocatoria sin igual, al igual que el boricua Jhay Cortez. En tanto que L-Gante puso a vibrar al Hipódromo de San Isidro, Saramalacara demostró que es una de las grandes representantes del trap criollo. Ni hablar de la versión festivalera de la competencia de freestyle FMS: fue todo un éxito.
Pero el evento tiene la costumbre de dejar alguna sorpresa. Y esta vez no fue la excepción. A pesar de que son aún unos extraños entre el público local, IDLES es una de las sensaciones de la música británica. Lograron hacerse con ese adjetivo a través de uno de los mejores inventos de esa nación europea: el post punk. A lo que le agregaron un poquito de post hardcore y de edulcorante indie. Sucede que tienen un show muy intenso y casi teatral. Ellos encarnan la locura del rock. Sobre todo su frontman, Joe Talbot, quien se golpea el pecho con el micrófono, suda adrenalina, desata furia y baila como si fuera un pato. Semejante movimiento no pasa inadvertido y gana adeptos. Así que se fueron del país con más seguidores que con los que llegaron. El público hizo pogo, pidió una más y los despidió con una ovación.
Talbot no hubiera podido lograr nada de esto sin la complicidad de músicos tan viscerales como él: dos guitarristas filosos (Mark Bowen y Lee Kiernan), un bajista impetuoso (Adam Devonshire) y un baterista que no paraba de divertirse (Jon Beavis). Juntos revisitaron sus cuatro álbumes, en especial el último, Crawler (2021), en el que cantan entre otras cosas sobre antisfascismo. “Gracias por permitirnos estar en nuestra casa, que es ésta (se refería al escenario)”, manifestó su frontman. Algo similar pasó con Babasónicos, banda que, así como los de Bristol, parece una cofradía de compañeros universitarios. O al menos eso fue lo que mostraron en su recital en el escenario Samsung, donde desplegaron su arsenal de hits. Lo que bien supo agradecer su líder, Adrián Dárgelos, devenido en una suerte de chamán moderno.
Si la electrónica del holandés Martin Garrix orquestó la despedida del Samsung, al canadiense Kaytranada le encargaron la del Perry’s. Lo del él fue más dance, similar a lo de Channel Tres en el Alternative. También hubo fiesta más temprano, amenizada por el indie. De eso se encargaron los ingleses The Wombats y los argentinos Las Ligas Menores. El que le puso onda en la tarde fue Emmanuel Horvilleur, casi en paralelo a Alessia Cara. ¿Y el headliner de la tercera fecha? Foo Fighters fue todo un espectáculo en el Flow. Desde el comienzo con “Time Like This” reivindicaron esa vieja manera de hacer rock. “¿Están listos para cantar?”, espetó acto seguido el eufórico frontman de la banda, Dave Grohl, en un show en el que no faltaron clásicos. Incluso los ajenos. Ni tampoco escasearon las sorpresas.