El fin de semana se reinauguró el Centro Cultural Borges -que depende del Ministerio de Cultura de la Nación- y entre los múltiples espacios que recupera, alberga y propone para el público, se encuentra la exposición que organiza junto con la Fundación Luis Felipe Noé “Otra vez ¡Me arruinaste el dibujo!”, que se inaugura mañana, miércoles 23, a las 18, y celebra el trabajo colaborativo entre artistas.

En 2011, Eduardo Stupía y “Yuyo” Noé presentaron la exhibición “Me arruinaste el dibujo”, que reunía medio centenar de piezas realizadas en colaboración.

El dúo de artistas, —creadores del proyecto “La línea piensa”, que se ha desarrollado en esta misma sala desde el año 2006 y continuará en el recuperado Centro Borges— toman la línea como punto de partida.

A once años de su lúdico encuentro, ambos abren el juego e invitan a Juan Astica, Delfina Bourse, Andrea Lamas y Paula Noé Murphy a crear “a cuatro manos” y generar nuevos intercambios.

Los distintos cruces y diálogos, contrapuntos, tensiones y armonías que desarrolla la propuesta muestra múltiples combinaciones y alternativas. Así como distintas intensidades, silencios, simbiosis, contrastes y encuentros.

En la siguiente entrevista, Eduardo Stupía cuenta sobre la exposición.

-¿Cómo surgió esta muestra?

-Fue toda una asociación de cosas. Lo primero fue cuando Yuyo me invita para hacer una obra conjunta en 2010, en Rubbers. Después de eso, me propone la experiencia de que hagamos más dibujos juntos. Entonces hacemos los dos juntos dibujos en vivo simultáneamente y también nos mandamos uno al otro, a distancia, dibujos propios que ya teníamos y nos los reenviamos dos o tres veces hasta que los concluimos y eso fue parte de la muestra “Me arruinaste el dibujo”, de 2011.

En un suspiro, increíblemente, pasaron diez años. Esta nueva muestra teníamos pensada hacerla el año pasado, pero por la pandemia y por el cambio institucional en el Centro Borges, la hacemos ahora.

-¿Cómo es la experiencia de trabajar las obras a dúo?

-El arte contemporáneo te acostumbra a experiencias mixtas, de toda índole. Todo es muy ecléctico y dinámico. Hay experiencias de colaboración múltiple, tripartita, de a dos, etc., además de las que conocemos de site specific, artistas que hacen su propia acción. No es tan peculiar que dos artistas dibujen y compartan la misma obra. Pero al mismo tiempo, para mí tiene algo romántico el hecho de compartir una actividad manual. Como una especie de escritura, especialmente por la índole de la obra que nosotros hacemos.

-En los diez años que transcurrieron hubo una modificación de la escena.

-Sí, cambió. Pero ahora, que volví a hacer esto con los artistas invitados Delfina Bourse y Juan Astica, recuperé esa cualidad emocional de trabajar con alguien muy cercano, en una misma superficie y compartir una lengua y establecer un discurso común, al mismo tiempo diferente y afín. Se pone en juego la paradoja de lo afín y lo diferente. A veces, según cada obra, pueden aparecer más afinidades, y se vuelve más homogénea. Y como fue en el caso de lo que hicimos con Yuyo, importa más la experiencia que el resultado.

-¿Cuál es la relación entre experiencia y resultado?

-En la muestra de hace diez años, algunas de cuyas piezas se volverán a ver ahora, no puedo valorar la obra, pero valoro muchísimo la experiencia, tanto con Yuyo como con mis actuales colegas. En el caso de Yuyo se agrega el asunto del legado. Él tiene un don: es alguien que te entrega un legado, una práctica. Y en ese sentido hay una relación de maestro-discípulo. Él nos da a todos, y a mí en particular, una cualidad. Porque se trata de la entrega misma puesta en práctica durante la experiencia de realización de las obras conjuntas.

Por otra parte está la celebración de aquella exposición y ahora de esta otra, para todos los que nos acompañaron y acompañan a Yuyo y a mí.

-Se ve mucha obra nueva.

-Sí, y no solo la que hice junto con Delfina Bourse y Juan Astica. Yuyo aporta obras que hizo en colaboración con su hija Paula y nuevos trabajos con la artista emergente Andrea Lamas. Todas obras muy intensas. La larga pared inicial, con obras pequeñas y luego algunas obras medianas en color, corresponden a la primera versión de “Me arruinaste el dibujo”. Luego viene toda la obra nueva.

-En este mismo espacio vuelve el ciclo "La línea piensa", que tiene un antecedente remoto en la exposición que Noé organizó en la Fundación San Telmo, "El pensamiento lineal", en 1988 y en la que incluyó obra tuya.

-En efecto, aquella muestra del 88 es un punto de partida. Y volviendo al presente, cuando la nueva administración del Centro Borges decide cobijar nuevamente “La línea piensa”, con Yuyo propusimos que la primera muestra del ciclo en el nuevo Centro Borges fuera “Otra vez… me arruinaste el dibujo”. A su vez, esta muestra es una vuelta de tuerca de quien inventó “La línea piensa”, que fue Yuyo. Y de quien invitó a acompañarlo, que soy yo. Así que esta muestra es como el símbolo en acción de “La línea piensa”: de su creador y de quien lo acompañó, para reinaugurar el ciclo.

Por su parte el ciclo va a tener una periodicidad distinta, porque las muestras van a ser más largas. Probablemente sean muestras compartidas. Tenemos una agenda pendiente de artistas que en 2020 no pudieron exponer y que debemos respetar. Y seguramente vamos a compartir el espacio con la reedición de otro ciclo ideado por Yuyo: “Ojo al país”.

Tal vez en estos tiempos -y esto es una hipótesis-, una exposición que dure un mes resulta corta, porque hay muchas propuestas simultáneas en Buenos Aires y exhibir la obra de dos artistas durante dos o tres meses está bien, porque acrecienta las posibilidades de visibilidad. Es decir que una agenda de exposiciones no solo implica una cantidad de muestras sino también la permanencia de las exhibiciones.

-Volviendo a la exposición que se inaugura mañana, lo que cuenta fundamentalmente es la experiencia del trabajo colaborativo.

-Más allá de los formatos, lo experiencia resulta sorprendente por lo diverso. La experiencia mutua genera un fenómeno inagotable. Es decir: uno puede agotarse, pero la experiencia, no, porque es muy dinámica. De modo que aquí se trata de reponer la situación experiencial, que siempre será nueva.

-Otro punto que se destaca es la ampliación del campo del dibujo.

-El dibujo, presente de manera múltiple, es un campo cada vez más expandido. En su desarrollo el dibujo es más cosas, en relación con aquello que era cuando en otro tiempo hablábamos del dibujo propiamente dicho. Esta expansión del campo ha generado el fenómeno del dibujo por otros medios, multifacético.

Nosotros, volviendo a esta relación romántica, somos aquellos dibujantes que éramos, en el sentido “tradicional”, pero al mismo tiempo, lo experiencial excede aquella concepción más tradicional que pueda tener una disciplina.

-Durante la pandemia disminuyó la presencialidad y ahora se puede volver a poner el cuerpo.

-Después de aquella reclusión, de esa especie de retirada, recrear este contacto y este buen “contagio” artístico, resulta muy productivo. En mi caso, cuando trabajé con Juan y con Delfina, hacía mucho que no trabajaba en el taller. Y esta recuperación del trabajo en el taller me hizo no solo volver a ese espacio, sino también recuperar aspectos del contacto, en lo anímico, en lo personal, en la energía.

* “Otra vez me arruinaste el dibujo”, desde mañana a las 18 hs, en el Centro Cultural Borges (CCB), y sigue durante 3 meses. Además podrá verse la instalación “Coherente oxímoron”, de Noé, en la Plaza de las Artes del mismo CCB.