Desde Barcelona
UNO Pocas cosas más interesantes y reveladoras que volver sobre el primer libro de quien se convertirá en un gran escritor, piensa Rodríguez. Porque en El libro de Rachel, en 1973, el entonces veinteañero con look de Mick Jagger ilustrado Martin Amis ya anunciaba todo lo brillante por venir. Novela de iniciación a la vez que terminal, lo que el joven autor se propuso y consiguió fue "evitar el riesgo de convertir a la adolescencia en algo tan aburrido como suele ser la adolescencia" y "revelar ese momento en que el sexo se transforma en algo ya fundamentalmente poco misterioso".
Lo que contaba en principio y finalmente --el propio Amis reincidiría en el asunto/síntoma con su magnífica La viuda embarazada-- eran las idas y vueltas del egocéntrico y disfuncional y aprendiz de escritor Charles Highway aleteando con el más misógino de los feminismos alrededor de Rachel Noyes. Musa a quien desea tanto porque, en verdad, lo que quiere es ponerla por escrito. Y así, claro, por fin, poder olvidarla como persona habiéndola convertido en personaje inolvidable. Y, ah, Rodríguez leyó El libro de Rachel y pensó en Mirta: su prima argentina y muerta. Y no puede dejar de pensar en ella porque nunca llegó a escribirla.
DOS Y en una entrevista de 1953, a propósito de la edición de su autobiografía, Vladimir Nabokov explicaba que "Es una memoir... y lo que cuenta es verdad. Aunque hay mucho de selección en ella. Lo que me interesa a mí son las líneas temáticas de mi vida que parecen ser ficción. Así, la memoir se convierte en punto de encuentro de impersonal forma artística con muy personal historia de vida".
Tanto tiempo después, Martin Amis (quien siempre tuvo entre sus dos grandes héroes a Nabokov, el otro es Saul Bellow) traza sus líneas para luego borronearlas impecablemente. Luego de su formidable Experiencia (2000), Desde dentro se presenta como "novela autobiográfica" donde se funde lo mejor de ambos mundos. Y no sólo se siguen líneas temporales dignas de ser ficciones sino que, además, se ficcionaliza la realidad para así realizar su potencial ficticio.
A saber: el arte de fundir vida y obra para que la persona mute a personaje de uno mismo y que lo verdadero sea algo que parece verdad o que merecería serlo. Pero Amis sube muy alto la apuesta y crea para recrear --a modo de centrifugador de partículas reales-- personaje portentoso que se convertirá en sinuosa pero fuerte línea por la que discurrirán todos los grandes temas y tematizados de su existencia. Así (a lo largo de décadas a Amis y a varios de sus recurrentes seres queridos entre los que se cuentan Kingsley Amis, Philip Larkin, el ya mencionado Bellow, y el hermano de sangre y tinta y dueño de las páginas más emotivas de Desde dentro: Christopher Hitchens) descuella la ex-novia todo-terreno Phoebe Phelps. Destilado hiper-potenciado de tantas Hembras Amis cuya función es tanto la de iluminar como encandilar a tantos alter-Martins (según su creador "antología" de varias mujeres que supo conocer en más de un sentido), Phoebe es aquí la portadora y reveladora de un secreto que, sí, reescribe por completo y muy desde dentro el afuera del protagonista. Alguien hasta entonces más bien obsesionado por minucias como el Holocausto, los cataclismos climáticos, la resaca del comunismo y del nazismo y el fundamentalismo islámico, el apocalipsis atómico, la voracidad del capitalismo y, claro, la cada vez más frágil salud de la novela inglesa como especie y su propio sitio en las bibliotecas (alguna vez tan cool y hip y generacional y, por lo tanto, ahora más bien vintage) cubriendo la distancia que va del party-boy al domestic-man). Así, lo que finalmente ofrece y propone aquí Amis es la forma más excelsa de algo que nunca fue nuevo: la auto-ficción y todo eso. Pero no como vulgar consecuencia de blogs y redes sociales sino de las virtuosas novelas-enredadera. El auto de la ficción de Amis va a toda velocidad y atropella a todo lo que se le pone por delante para que nadie olvide que quien va al volante sigue siendo, luego de tantos años, el más arriesgado pero también con más experiencia de los conductores. Alguien quien tiene mucho para contar marcha atrás para tomar impulso y proyectarse hacia delante y tomar la delantera.
Desde dentro --al que Amis ha señalado como "mi despedida de la novela larga"-- no es, apenas, un libro excelente. Es, también, un libro importante. Uno de esos libros que se escriben una vez en la vida porque, sí, vida hay una sola, aunque haya muchas maneras de recontarla y de reescribirla.
En Desde dentro, Martin Amis --a su manera y en toda línea y con gran experiencia, piensa Rodríguez-- ha elegido la mejor de todas ellas, piensa Rodríguez.
TRES Y Rodríguez se acuerda de que hace unos años fue a escuchar a Amis conversando en público con ese escritor argentino al que no puede ver. Y en un momento Amis explicó: "Escribir es jugar en torno al tema de la universalidad. Un escritor es una persona que tiene la arrogancia de asumir que su experiencia es básicamente una experiencia universal. Mi caso, sin ir más lejos... Tu infancia, por ejemplo, normalmente es feliz (la mía lo fue, al menos hasta que mis padres se separaron). Luego llegas a la adolescencia, en la que pasas por una época poco atractiva, en el sentido de que te dedicas básicamente a ofender a tus padres. Después entras en la ansiedad de la vida adulta: esa vida adulta del miedo al fracaso, de si lo conseguiremos o no. Y es la década de los veinte años y estás inmerso en esas aventuras románticas. Luego te cansas de eso y lo que quieres es ver alguna cara nueva a tu alrededor y te empiezas a plantear la necesidad de tener hijos. Y entonces tienes hijos. Y con ellos llegan nuevos temas, nuevos intereses, nuevas emociones. Y con esas nuevas emociones llegas a tus 45 años y lo que podríamos llamar 'el final de la juventud'. Cuando eres joven te miras a un espejo y piensas: 'mira, la gente, los demás, envejecen, se hacen mayores, pero tú, chico, eres estupendo; porque a ti esto no te pasa ni te va a pasar'. Pero de repente, a tus 45 años, te das cuenta de que sí te pasa, de que también envejeces. Los cincuenta comienzan a ser un poco difíciles, porque ahí procesas toda tu vida, sacas conclusiones, ya estás pensando en que era verdad: realmente vas a morir. Y en los sesenta sientes un cierto alivio porque piensas: 'Mira, la lucha ya ha acabado, ya he hecho el trabajo que tenía que hacer, he tenido hijos, tengo una esposa que espero sea la definitiva, la carrera ya terminó…'. Y sorpresa: entonces se abre una puerta grande, que es la puerta de tu pasado. Una puerta que se abre al palacio de todas esas historias que fueron pero que vuelven... Ya les daré un informe de lo que de allí me llegó y encontré cuando nos volvamos a ver".
Misión y palabra cumplida y ese informe es, ahora, Desde dentro, donde se evita el riesgo de convertir a la vida en algo tan aburrido como suele ser la vida para revelar ese momento en que el vivir se transforma en algo ya fundamentalmente poco misterioso pero, a la vez, tan ocurrente y enigmático.
Ahora llueve y hay guerra, y Rodríguez --quien decidió volver a leer Experiencia después de temblar con la introducción a Los monstruos de Einstein-- tiene miedo de salir afuera.