Rusia anunció la suspensión de las negociaciones de paz con Japón, que mantenía por temas territoriales desde el final de la Segunda Guerra Mundial, luego de las sanciones impuestas por Tokio y a raíz de lo que el Kremlin calificó como una "posición inamistosa" ante el conflicto en Ucrania. Japón se unió a las potencias occidentales en las últimas semanas para imponer duras sanciones económicas a Moscú por su ofensiva en Ucrania lanzada el 24 de febrero. La guerra podría modificar la estrategia de defensa japonesa frente a las ambiciones regionales chinas y abrirle una puerta a quienes piden mayor gasto militar en el país, según advierten analistas.
El rumbo "antirruso" de Japón
"Rusia no tiene intención, en las circunstancias actuales, de continuar las negociaciones con Japón sobre un tratado de paz", dijo la Cancillería rusa en un comunicado. Para el Kremlin es "imposible hablar de la firma de un documento fundamental sobre las relaciones bilaterales con un Estado que tiene una posición abiertamente inamistosa y busca perjudicar los intereses" de Rusia.
Rusia anunció que bloqueará la designación de Japón como socio de la Organización de Cooperación Económica del Mar Negro, una estructura creada a inicios de la década de los 90 para impulsar la cooperación económica de los países de esa zona. Desde el Kremlin lamentaron el "rumbo antirruso" que tomó Japón en las últimas jornadas y mostraron su decepción ante el hecho de que el país asiático haya abandonado el desarrollo de "una cooperación mutuamente beneficiosa y una buena vecindad".
Después de la Segunda Guerra Mundial, ambas naciones no firmaron un tratado de paz debido a una disputa sobre cuatro pequeñas islas del archipiélago de las Kuriles, un grupo de islas ocupadas por el ejército soviético los últimos días del conflicto y que, desde entonces, no han sido restituidas a Japón, que los llama los "Territorios del Norte". Si bien hubo intentos de negociación desde la caída de la URSS, nunca han tenido éxito.
En los últimos días, Japón elevó a 76 el número de ciudadanos rusos cuyos activos fueron bloqueados, entre quienes figura el presidente, Vladimir Putin, así como 12 bielorrusos, entre los que se encuentra su par Alexander Lukashenko. Japón, al igual que otros países del G7 y la Unión Europea (UE), ha aplicado sucesivas rondas de sanciones a Rusia desde que empezó el conflicto, entre las que también se incluye la exclusión de bancos rusos del sistema Swift.
Japón rompe con su pasado
Cuando Rusia ocupó la península ucraniana de Crimea en 2014, la respuesta japonesa fue tibia. Pero esta vez ha estado en sintonía con sus aliados occidentales, llegando a enviar ayuda militar no letal a Ucrania. La crisis ya impacta los debates sobre los gastos y capacidad militares en un país cuya constitución limita el papel de sus fuerzas armadas a la defensa.
"Japón ya ha sido acusado de pagar para salirse, en cierta forma, al dar dinero sin involucrarse directamente en las crisis", señaló Valerie Niquet, experta en Asia de la Fundación para Investigación Estratégica de Francia. En esta ocasión, Tokio "está poniendo mucho énfasis en lo que están haciendo para mostrar que no están sentados esperando a ver lo que pasa".
En parte esta celeridad refleja la naturaleza extraordinaria del conflicto, pero hay otros factores en juego, incluida la salida del exprimer ministro Shinzo Abe, quien buscó un acercamiento con Moscú. Abe, quien renunció en 2020, esperaba que con una mejor relación podría resolver la disputa con Rusia por las islas Kuriles. Sin Abe de por medio, el gobierno japonés se sintió más libre para actuar contra Moscú, aunque no ha salido de los acuerdos energéticos conjuntos con Rusia por temor a un desabastecimiento.
China en la mira
Aún más preocupante es China con sus crecientes ambiciones regionales, incluido su deseo de "reunificar a Taiwán" y sus reclamos sobre varias islas disputadas. Antes Tokio temía que una acción agresiva contra Rusia llevaría a Moscú a acercarse a Beijing, "pero ahora eso cambió completamente", comentó James D.J. Brown, profesor asociado de Ciencias Políticas de la Temple University de Tokio. Ahora la visión es que "Japón tiene que ser duro con Rusia porque de lo contrario sienta un precedente, y quizás estimula a China a pensar que puede hacer lo mismo", señaló Brown.
La crisis ucraniana podría además fortalecer la postura de quienes piden mayor gasto militar. En la campaña del año pasado, el gobernante Partido Liberal Democrático estableció un objetivo de largo plazo para aumentar el presupuesto militar a más de dos por ciento del PBI, frente al tradicional uno por ciento. El debate para tener capacidad de ataque, como poder realizar ataques con drones contra un enemigo, ha sido polémico dados los límites de la Constitución pacifista del archipiélago desde 1947.
Aún más polémico es que el partido gobernante busca debatir la disuasión nuclear, tras sugerencias de legisladores de considerar compartir tecnologías nucleares. Japón depende actualmente de la protección nuclear estadounidense, y su política de larga data le prohíbe producir, poseer o albergar armas de este tipo. Pero el simple hecho de debatir el tema en el país, que sufrió los ataques con bombas en Hiroshima y Nagasaki, refleja el alcance de los efectos de la crisis ucraniana.