Fue encontrada sin vida Celene Gabriela Colantonio, mejor conocida como “Nati”, el nombre que le puso su profesor de secundaria para difundir en los medios de forma responsable la batalla judicial que estaba viviendo la adolescente para acceder a la adecuación sexual en 2005. Por el momento no se hallaron signos de violencia ni de participación de una tercera persona en el lugar.

La joven fue encontrada por su padrastro en Mina Clavero, lugar donde ella eligió asentarse después de haber pasado 10 años yendo y viniendo desde España donde estudió teatro, artes visuales y tatuaje.

La historia de Nati

La historia de Nati se conoció en 2004 cuando junto con sus padres solicitó autorización a la justicia para realizarse la cirugía de adecuación genital. El juez competente rechazó el pedido y justificó esa decisión apelando al caracter irreversible de la intervención.

“Fue una lucha permanente para ella y sus padres salir a hacer ese reclamo en una ciudad tan chica y con una justicia anacrónica, que se difundiera hizo que se acelerarán los tiempos de la justicia”, explicó Miguel Ortiz, periodista y docente de Nati a Página/12.

En ese tiempo no existía la ley de identidad de género trans, ni el matrimonio gay. “Todavía se consideraba que las personas por fuera de lo binario tenían un trastorno. Pedí una consulta interdisciplinaria con una psicóloga y un sexólogo que determinaron que lo que tenía Nati era disforia de género”, recuerda Guilermo, psicólogo que apoyó a la familia para solicitar el “cambio de género”, como se decía en ese momento cuando la adolescente tenía 13 años.

Un comité de bioética le dijo a la justicia que era urgente que la operaran porque su vida estaba en riesgo, ya que las personas con disforia de genero tenían una tasa de suicidio del 72%.

Natalia llegaba al colegio como una chica más, siempre se la respetó, incluso cuando los fallos judiciales eran contrarios a su solicitud: podía entrar al baño de mujeres junto con sus compañeras y se la llamó por el nombre que eligió desde el principio.

El fallo judicial

En 2007, el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba autorizó la cirugía. “La operación fue lo que había que hacer en ese momento, la mejor decisión que se podía tomar. Yo nunca había visto a Nati feliz hasta la operación. Ella pudo sonreír por primera vez”, asegura Ortiz.

Hasta la semana pasada estaba activa buscando un lugar donde poder exponer su arte y hablar de la lucha de la identidad de género. “Peleo por mí” le decía a su entorno, no teniendo en cuenta que su caso marcó un antecedente judicial y científico para todos los que vinieron después.

En 2005, Página/12 la entrevistó junto a su familia, en Villa Dolores, donde vivían para dar testimonio de sus esfuerzos por lograr su identidad (ver nota aparte).

Informe: Mercedes Chamli.