“María Galindo no paga peajes académicos, ni hace hermenéutica de los textos de los padres blancos de la rebelión europea del 68, no compra notas de pie de página, ni se inclina ante las divas de la queer theory”, escribe Paul Preciado en el prólogo del nuevo libro de la activista boliviana Feminismo bastardo, recientemente editado por la Cooperativa La Vaca en Argentina. “Avisá a las compañeras que pronto lo estaremos presentando en tu país” (el 18 de abril en Mu, Riobamba 143, CABA y el 22 en el Centro Cultural España, de Córdoba Capital), dice María desde El Alto, uno de los barrios más castigados por el colonialismo y el neoliberalismo en La Paz, Bolivia, desde donde, con Mujeres Creando, construyen a diario, una vida más libre de violencias para mujeres y diversidades.

“Dicen que María Galindo nació en una familia boliviana, de esas que se creen políticas, en la Ciudad de La Paz, en 1964, cuando el sol empezaba a tocar casi verticalmente el suelo. Cuentan que la niña Galindo dimitió de su familia como un joven llamado a ser soldado que alega objeción de conciencia y rechaza integrar la vida militar. Esta negación de la genealogía familiar, esta renuncia, al mismo tiempo al padre y a la patria, a la clase y a la pureza racial, será para ella constitutiva y anticipará todas sus otras formas de disidencia”, escribe Preciado presentando a su amiga y compañera de lucha.

Vos decís en el libro que el mestizaje formó y forma parte del proyecto estatal colonial, entiendo que como una forma de subordinación y de alienación al estilo de lo que estudió Fanon en su libro Piel negra, máscaras blancas, ¿podrías explicarlo?

--¿Qué es el nacionalismo boliviano, chileno o argentino sino construcciones históricas inflamadas por las dictaduras, los militarismos, el fútbol, el folklore y algunos fetichismos más?, ¿qué es la patria en sociedades constituidas por grandes capas de parias como somos las mujeres, los pueblos indígenas, las poblaciones GLBTq, discapcitades etc, etc.? Nuestros Estados utilizaron el proyecto de mestizaje como formas de blanqueamiento al servicio de proyectos sociales racistas, coloniales y patriarcales. No hay dónde perderse. La forma Estado/nación ha caducado su sentido, si es que en esta parte del mundo alguna vez lo tuvo, en el siglo XX. Es urgente pensarnos por fuera de las identidades nacionales. Las fronteras son líneas arbitrarias que parten geografías y cosmovisiones a capricho del proyecto patriarcal colonial capitalista.

Otra de las cuestiones que planteás es que con la declaración del Estado Plurinacional en Bolivia no se resolvió el problema identitario ni la problemática del odio visceral a lo indígena, ¿cuál creés vos que podría ser el camino para desterrar ese odio?

--Me parece fundamental darle forma y nombre al lugar del bastardismo que es abrir un espacio de explicitación de la violencia como origen. Creo que en ese lugar político podemos empezar a desarmar complejos de inferioridad, traumas históricos colectivos irresueltos, formas de castigo social muy frecuentes e inexplicables. Desde el lugar de “lo indígena” como puro y que responde a una herencia ancestral, no es posible porque es un lugar de profunda mitificación, y desde el lugar de “lo blanco” como el modelo y lo superior menos aun. Lo bastardo aparece entonces como lugar de sinceramiento político.

Ahí entra la noción de lo bastardo, como una huída del binarismo, como un espacio de legitimización de la desobediencia, ¿podrías explicarlo?

--Creo que el bastardismo no sólo interviene los binarismos, fundamentalismos identitarios y las dicotomías, sino que lo hace desde la reivindicación de un lugar despreciado. De ese lugar que en los árboles genealógicos familiares se ha ocultado debajo de la alfombra como aquello de qué avergonzarse, aquello de lo que hablar en susurros y vivir para ocultarlo y taparlo. Su virtud reside entonces en su defecto. Eso es precioso.

“Al negar la genealogía familiar y nacional, Galindo renunció a su papel de Antígona y se dio a la fuga llevando como única brújula el ojo de vidrio que su madre tuerta le había dejado como herencia al morir y con el que ella hizo un anillo que ahora la acompaña siempre. De ahí surge su primera definición de feminismo: la práctica de mirar la historia de la violencia y de la emancipación con el ojo prostético de la madre muerta. Fucking anti-Antígona chola y lesbiana”, describe Preciado a María. 

Y sigue, “Exiliada del neoliberalismo, la niña de los tres ojos huyó a Europa a mediados de los años 80 y encontró refugio, ni más ni menos, en el Estado Vaticano. Seguro que creen que exagero en beneficio de darle glamour a este pregón de telonero, pero les juro, por la barba de Juana de Arco, que todo lo dicho aquí está certificado por el servicio de aduanas”, asegura Paul. Allá, Galindo estudió teología y psicología “para entender el libro de los inquisidores que la declararían al mismo tiempo blasfema y psicótica”. Fue traductora en Italia, cuenta Preciado, cuidadora de enfermos en Alemania, trabajadora sexual en Bélgica. Volvió a su país natal en 1992 y junto a otras compañeras fundaron Mujeres Creando, con el que idearon el espacio cooperativo anarco-feminista la Virgen de los Deseos, en la avenida 20 de octubre de La Paz.

¿Podrías contarnos un poquito acerca de la experiencia del Parlamento de Mujeres y la actuación de Paul Preciado allí?

--Paul Preciado organizó, en el contexto de la Documenta XIV como comisario, el Parlamento de los cuerpos del cual participé y que se inspiró en el proceso griego bajo el gobierno de Sipras cuando una sociedad entera en las calles pedía una cosa y el parlamento actuaba de espaldas a esa demanda de impugnación de la deuda.

Tomamos la metodología de Paul cuando el Parlamento boliviano no conseguía ni sesionar y abrimos sesiones de intervenciones de mujeres, personas no binarias y trans de 10 minutos, provenientes de todos los sectores sociales imaginables. Se replicó en todas las ciudades del país y fue una forma de ponerle un dique de defensa al proceso democrático boliviano mientras el ejército militarizaba las calles. Fue una experiencia muy interesante porque además de poner en acto otra forma de resolver discrepancias, de usar la palabra, fue un escenario para rearmar de forma detallada los acontecimientos en medio de una guerra de pánico que utilizó las redes empresariales que administran relaciones sociales para que la gente tenga miedo y no salga de sus casas.

Vos hablás del feminismo como una alianza ética, no ideológica, ¿a qué te referís?

--Mujeres Creando lo es desde hace tiempo, nosotras cultivamos la discrepancia como un factor fundamental. No hay un feminismo sino muchos, las grandes asambleas no son operativas porque hablan unas cuantas. No se puede establecer una jerarquía de luchas más prioritarias o valederas que otras ni unos enfoques más valederos que otros. Feminismos a base de animalismo no tiene porque negociar nada con feminismos de base lésbica o marxista, por poner un ejemplo. Entonces es urgente pensar más bien en formas de acuerdo ético y no ideológico. Toda la izquierda se ha equivocado en eso, forzar acuerdos ideológicos y sofocar el desacuerdo.

También hablás del feminismo intuitivo versus el feminismo académico o la tecnocracia del feminismo y de que la construcción de las voces propias es revolucionario, ¿podrías ampliar un poquito estos conceptos?

--Hoy, en Bolivia por ejemplo, hay un proceso de despatriarcalización abierto que es masivo, que viene de abajo y que no responde a un taller, a una instrucción académica sino a una lectura soberana generacional de la vida de sus madres, de su realidad y del contexto generando rupturas muy importantes por ejemplo en la comprensión de maternidad, en el lugar de la fiesta y el placer, en la exploración sexual. Ese proceso lo he nombrado como “feminismo intuitivo”. Mujeres Creando trabaja y articula con ese feminismo y con ese proceso. Creo que el ejemplo se puede trasladar a otras sociedades también.

Feminismo bastardo es un libro de teoría feminista y de ruptura con muchas de las lógicas al interior de las teorías feministas, pero dejando claro que la academia es parte del problema y que está lejos de ser el lugar de monopolio de la producción de pensamiento. La lucha social es un lugar de producción de pensamiento alucinante.

Y por último nombrás a la democracia, a la machocracia y al sujeto technopatriarcal, ¿de qué manera podemos empezar a desarmar ese sujeto y rearmar otro?

--El concepto de sujeto technopatriarcal es un concepto de Paul Preciado y lo menciono en el contexto de una discusión pública que tuvimos en tiempos pandémicos. El sujeto de los feminismos planteo que es necesariamente un sujeto complejo indefinible e ilimitable. Lo he formulado en términos de una metáfora poética de indias, putas y lesbianas juntas revueltas y hermanadas. Es un sujeto que no es la suma de diversidades “identitarias” planteada por las lógicas oenegeras y neoliberales. Es un sujeto al interior del cual se tejen alianzas insólitas que son las alianzas que están prohibidas, que no son previsibles y que el sistema no las puede decodificar.

Podemos empezar a armar ese sujeto complejo si salimos del discurso y la domesticación identitaria de las luchas por derechos hacia discusiones y propuestas que trascienden la demanda de derechos al Estado y la lógica identitaria de organización colectiva. La organización entre pares es homogeneizante y simplificadora porque por la fuerza debe reducirse a un común denominador lo más básico posible: ejemplo “somos lesbianas” o “somos trans” o “somos indígenas”.

En cuanto a machocracia y democracia, en una democracia en la que violar a una mujer es una cosa sin importancia, en una democracia en la que todos los trabajos asignados a las mujeres o no son pagados o están bajo una relación de servidumbre o son mal pagados, en una democracia en la que matar a una mujer si eres militar, policía, político es parte de tus privilegios sistémicos, en una democracia en la que un presidente como Evo Morales tenía derecho de escogerse a las jóvenes de las comunidades donde iba a inaugurar obras como juguetes sexuales con la mirada complaciente de sus ministras y diputadas es una machocracia. No se ha resuelto en absoluto la cuestión de la machocracia incorporando una cuota biológica de portadoras de útero como cuota que no representa sino a la propia machocracia. Los cambios que plantean los feminismos son harto más profundos que incorporar mujeres a la administración del Estado.