En estos días aparecen voces reflejando desde distintos puntos de vista, opiniones sobre el tema del transporte en la ciudad.

Lamentablemente, ni esta gestión municipal ni las anteriores hicieron demasiado por mejorar en ese sentido. Javkin, además, con la pandemia como excusa, terminó de agravar la cuestión. Sacaron colectivos, cambiaron frecuencias, achicaron recorridos, y desparecieron otros, y cada dos o tres meses los trabajadores del transporte sufren la espada de Damocles, no saben si cobrarán o no los sueldos, que en un altísimo porcentaje se pagan con fondos de la Nación.

¿Se habrán dado cuenta de que es un desastre, una odisea, viajar en Rosario? Hay esperas de más de media hora. De noche el servicio es aun peor, recortan recorridos, las unidades transitan sucias, sin controles por covid durante toda la pandemia. ¿Ahora salen a decir cualquier cosa?

Si , cualquier cosa es lo que la presidenta del Concejo María Eugenia Schmuck le responde a Norma López sobre el tema, pero se cuida especialmente de no emitir una sola palabra sobre estos graves problemas del transporte urbano.

Sale con chicanas baratas, habla de la “gran política”, apela a lo que ellos denominan la grieta, defiende lo indefendible, entre otros al intendente, que tampoco dice esta boca es mía.

La variable en la política actual es no hablar de los problemas ni contestar las demandas del pueblo. Lo que se hace es tirar la pelota afuera hablando de cualquier pavada para no enfrentar la realidad.

El transporte es un desastre en la segunda ciudad del país, entre otras cosas, porque el municipio y quienes gobiernan no tienen una sola idea ni propuesta de como resolverlo. Háganse cargo frente a los rosarinos usuarios del transporte que están cansados de viajar mal y caro.

Cuando no se asumen los problemas para resolverlos es cuando la política se aleja de la gente. En eso están bastante bien las autoridades rosarinas.

Hector Marinangeli