En el Día de la Memoria se dieron a conocer testimonios de personas que sufrieron los secuestros, las torturas, la soledad y la inquietud constante en el medio de los calabozos a donde eran trasladados.
Tal fue el caso de Rosa Gómez y Ramón Alberto Córdoba, ambos sobrevivientes de la provincia de Mendoza, donde fueron secuestrados y torturados durante años.
Día de la Memoria: el testimonio de Ramón Alberto Córdoba, sobreviviente.
"Fui secuestrado el 30 de julio del 1976 rumbo a mi lugar de trabajo que era el Banco de Mendoza. Salgo con quien era mi esposa, la dejo en su lugar de trabajo, voy por frente a la terminal de Mendoza y me interceptan dos autos. Se bajan dos individuos armados y me tiran a la parte de atrás del auto que había quedado estacionado detrás mío", comenzó relatando Ramón.
"Yo militaba en la Juventud Peronista y a ellos les interesaba fundamentalemente saber quiénes integrábamos esa agrupación dentro del Banco de Mendoza. En ese interín de tres meses, vi pasar muchos compañeros que fueron detenidos, torturados en esta comisaría", agregó.
"Nuestras condiciones eran duras, decíamos, los primeros días con los ojos vendados, acostados todo el tiempo. Y no teníamos absolutamente nada. No teníamos ni lugar para charlar, salvo cuando escuchábamos que se retiraban podíamos entablar charlas con los compañeros a través de las mirillas. Para mi cantar para los compañeros me salvó para ayudarlos a levantar un poco el ánimo y la moral".
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Finalmente, Ramón sostuvo: "Después de haber estado 5 años por distintas cárceles era tratar de vivir y recuperar la vida que había perdido, entonces quería tratar de reinsertarme en esa sociedad que hasta me parecía extraña cuando salí".
Día de la Memoria: el testimonio de Rosa Gómez, sobreviviente
"Me detuvieron el 1 de junio del 1976 en Mendoza en la casa de mi mamá. Me trajeron en un auto, eran cuatro policías y directamente pasé a la sala de tortura, después me trajeron a las celdas en las que me violaron durante los 9 meses que estuve acá. El temor y la sensación era que mis compañeros sabían lo que estaba pasando en mi celda y cuando me defendían les pegaban a ellas, entonces después ya no tenían ni que hablar porque era sentir el dolor de que a los otros los torturaban también", comentó la sobreviviente.
"Yo sentía que estaba sola y yo pensé que me iba a morir. Había conocido a dos compañeras que habían pasado por acá pero cuando llegué a la cárcel estaban allá. Todos se iban, llegaban, los torturaban y yo seguía acá", relató Rosa sobre su experiencia personal.
"A mi la cárcel me enseñó que es muy injusto, que a uno se le pierde el tiempo. En lo personal yo salí con más amor, no con odio y con nada. Sigo siendo igual. No me pudieron cambiar".