En El Camino de la Fuente, el actor Pablo Razuk indaga en las formas teatrales mientras intenta un desenlace para La Comedia sin Título, la obra inconclusa de Federico García Lorca. Con dirección de Sabatino Cacho Palma, El Camino de la Fuente fue estrenada en Madrid, y según refieren las crónicas periodísticas, el espíritu de Lorca caló allí de manera intensa. La posibilidad de ver El Camino de la Fuente en Rosario es hoy, a las 21 en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085).
“La estrenamos en España en el 2019. En verdad, la obra iba a ser otra, pero a último momento parte del elenco no pudo viajar. Y como teníamos el espacio, con Cacho Palma, su autor y director, decidimos pensar otra propuesta. Así nació El Camino de la Fuente. Le dimos forma en tiempo récord y la estrenamos en Madrid con cuatro funciones”, comenta Pablo Razuk a Rosario/12.
-De manera que la génesis fue fortuita.
-Las casualidades no existen. Yo venía desde hace tiempo con ganas de abordar Lorca. Descubrí Madrid hace poco tiempo y la verdad que me enamoré de esa ciudad, empecé a viajar muy seguido. La idea siempre estuvo rondándome; de hecho, estaba leyendo cosas sueltas de Lorca sin ninguna intención de montarlo. Cuando acontece esto de que la obra que íbamos a hacer se cae, Cacho me dice: “Tengo una obra sobre Federico, ¿te interesaría que intentáramos algo?”; “¡Mandámela!”, le dije. En una hora me la devoré y le hice una propuesta, porque originalmente eran cuatro personajes. Le propuse transformarla en una obra de un solo personaje, algo que él ya me había contado alguna vez, porque era la idea original pero luego la llevó a cuatro. Y me dijo que sí. Cacho fue extremadamente generoso conmigo, en todo el proceso. Le dimos forma, él en Rosario y yo en Buenos Aires, viajábamos o nos mandábamos WhatsApp, con todos los medios de comunicación al servicio del encuentro. Y cometimos la maravillosa y torpe locura de estrenarla en Madrid. Y la verdad que la repercusión fue sorprendente. Está mal que lo diga yo, pero te aseguro que estaba muy preocupado. ¡Un argentino hablando en castellano –porque no iba a hablar en español, sino en el argentino nuestro– que hace Lorca en Madrid es como si viniera un español a hacer Juan Moreira acá! Y pasó que les gustó mucho, por lo menos en la devolución que hemos recibido, al escuchar las palabras de Lorca con otra cadencia, otra musicalidad, con otra observación de la palabra. Esto hizo que luego fuéramos en 2020 ya con una temporada concreta, invitados, pero ahí nos agarró la pandemia y de las seis funciones previstas pudimos hacer tres.
El Camino de la Fuente tuvo estreno en Buenos Aires recién dos años después. Entre tanto, Razuk le abrió posibilidades virtuales a la propuesta. “Tenía la obra cargada en el cuerpo, y en plena pandemia hice una versión online en mi casa, en el cuarto de mis hijos. Era muy simpático porque sacaba los muebles para ensayar y los entraba para que los chicos durmieran. Así un mes. Hasta que hicimos una versión de 45 minutos con la cámara y la producción de Marcela Marcolini, que es mi compañera, y lo montamos en la web; un poco para desmontar el vicio pero también por mi deseo de hacerla, ante mi desesperación de estar puertas adentro. Y fue sorprendente porque no esperaba esa repercusión, funcionó muy bien, es de lo que más se vio en la época de pandemia. Luego hice otra versión online, ya en mi estudio y con mi socio, Pablo Cernadas, para Korinthio Teatro. Y cuando se abrió todo la montamos por fin en Buenos Aires”, explica el actor.
-¿Cómo fue el proceso de trabajo, de ensamble, entre este actor que busca un final para una obra que es, justamente, la obra inconclusa de García Lorca?
-Cacho viene predicando una forma de teatralidad absolutamente presente, él trabaja la teatralidad desde el punto de vista de la construcción en el momento, desde hace muchos años. Es algo fascinante. Y también existe una obra de la pluma de Federico que no pudo terminar, porque lo mataron antes, que es La Comedia sin Título; en ese momento, él estaba pregonando la necesidad de buscar una verdad en escena, que fuese reveladora, porque ya estaba caduca, vetusta a cualquier tipo de formalidad teatral, llena de mohines y de formalidades a la hora de comunicar. Entonces, entre Cacho y su búsqueda, entre esta obra inconclusa y la misma propuesta de Lorca, es que surge la idea de contar la historia de un actor que precisamente tiene que hace su obra pero no tiene final, y debe encontrarlo en ese momento. El espectador es testigo y parte de eso que está buscando, y se propone un vértigo que no da ninguna posibilidad de seguridad, es un salto al vacío sin red, donde uno no sabe cómo va a terminar –aunque lo sepamos–; es como salir de viaje y no saber a dónde vamos, el viaje no deja de ser placentero pero en el fondo uno sabe que va a llegar un momento donde hay que encontrar un lugar donde parar. Es la metáfora de la vida misma, porque en definitiva la vida es eso: uno no sabe cuándo y cómo va a terminar, uno la transita lo mejor que puede. Eso es El Camino de la Fuente.
Acercarse a García Lorca es siempre necesario, y el actor sabe destacar por qué: “es interesante acercarse a la poesía en un momento en donde parece que cualquiera puede decir cualquier cosa y que todo puede ser verdad o ser mentira; recuperar las lindas palabras, las letras de los que tienen buena letra, desde un lugar de placer y de reencuentro con lo más genuino de la humanidad. Hoy hay algo que pasa con los medios y con la comunicación en general, está lastimada. Hay que encontrarse con palabras que nos abrazan, siempre es bienvenido”.