Un nuevo paso en la batalla ha dado la militancia por los derechos del músico en la Argentina. Amparados por el Instituto Nacional de la Música, Margarita Lambertini y Esteban Agatiello, abogados y músicos ambxs, publicaron La industria de la música, exhaustivo trabajo cuyo propósito central es el de facilitar herramientas informativas a los músicos independientes para desarrollarse profesionalmente. Para llevarse bien con el mercado, dicho mejor. “El libro engloba todos los aspectos que atraviesan a la actividad musical, dado que reúne todas las respuestas a las preguntas con las que puede encontrarse un músico. Su trascendencia está justamente ahí: en la reunión de la información. Muchas veces, en el ejercicio de la profesión la información resulta dispersa, aquí se unifica”, resume Lambertini, cantante de jazz egresada de la Escuela de Música de Avellaneda, docente universitaria y actual directora de legales del INAMU.
El trabajo que será presentado por los autores este viernes a las 19 horas en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502) posa otra de sus miradas centrales en el aspecto jurídico. En este sentido se expresa Agatiello. “En el trabajo hablamos principalmente de los aspectos jurídicos que interceden en la actividad musical. Me refiero a organizaciones societarias en proyectos musicales, contratos, derechos de autor, marcas, claro, pero también damos herramientas a la hora de planificar un disco, o una gira, e incluso tratamos los organismos públicos a los que podría acudirse para solicitar asistencia económica como podría ser el INAMU o el Fondo Nacional de la Artes”.
Lambertini y Agatiello comparten labores –además— en el estudio “Creativa Abogados” dedicado precisamente a asesorar a artistas y personas en general sobre industrias culturales o artísticas, terreno en el que por supuesto queda mucho por hacer. “Nuestro trabajo de difusión es constante y permanente, porque la importancia de la preservación de la obra musical argentina y la desigualdad que aparece muchas veces al negociar con las plataformas digitales así lo requieren”, subraya ella. “Si, si, y el trabajo es incesante”, adhiere el abogado, también tecladista de la banda de rock Ritcher. “Lxs músicxs siempre están en situación desventajosa, y es por eso que necesitan ayuda para entender y poder llegar a acuerdos más justos”.
Publicado por “Serial Editorial”, el trabajo tiene como destinatarios no solo a músicos y músicas, sino también a todos aquellos managers, productoras o directores de sellos discográficos, que pretendan un vínculo serio con el mercado. “En este sentido, sostenemos que el límite está en el abuso del mercado, en poner un precio a la cultura y a las obras musicales, como está pasando en Estados Unidos o Inglaterra donde muchos músicos están vendiendo sus obras. Si bien eso no podría pasar en nuestro sistema jurídico, porque se rige por el Derecho de Autor, lo cierto es que es un punto donde hay que poner el ojo. La desigualdad entre el artista y el mercado es algo muy difícil de compensar, hay que cuidar al artista para que no haya un aprovechamiento desmesurado de su creación”, alerta la abogada, cuyo vínculo con Agatiello se extiende además al Curso Negocio de la Música que dictan juntxs, y que fue declarado de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación. El dúo, además, ha ofrecido charlas, talleres y capacitaciones para la Dirección Nacional del Derecho de Autor, el MICA, la Bienal del Fin del Mundo, las Secretarías de Cultura de las provincias de Tierra del Fuego y Chaco, y el Conservatorio Manuel de Falla, entre más.
Otra arista del libro arroja luz sobre un aspecto poco iluminado: el vínculo entre la pedagogía institucional y el negocio de la música. Desarrolla “Maggie”: “Este es un tema complejo, porque la incorporación de una materia que trate estos temas requiere un cambio en los programas. Yo fui a la EMPA y he acercado notas y dado charlas de forma gratuita porque a mí, como alumna, siempre me pareció una falta, pero no hay un espacio curricular, excepto universidades como la UCA o la UNLP y solo en ciertas carreras”. “Exacto. --tercia “Nan” de Ritcher--. Y por eso es una idea que hay que revertir. Pasa que el músico busca siempre capacitación en música estricta --teoría, solfeo-- o en grabación y mezcla, pero poco en todo lo que viene después que es mucho y complejo. Por eso, este libro se hizo también para que por lo menos deje de ser una cuestión compleja”.
Los autores se posicionan en contra del mito que reza que el arte no tiene nada que ver con el negocio. Años de lucha dentro de la Industria de la música –del lado de los músicos, claro está-- los avala. Cierra ella, ahora ubicada a ambos lados del mostrador. “Seguramente, la música alimenta nuestra profesión de abogados pero no al revés, porque me pasa que ciertas situaciones que se me presentan como abogada, las pienso como música. Ahora como músicos, no, no tomamos nada del derecho”.