Se toma cinco minutos, se toma una foto
“Siempre me ha atraído lo cotidiano, lo poco espectacular. Pero jamás fotografié clínicamente, asépticamente. Más bien, traté de reproducir el día a día de la manera más realista e inquietante posible”, anota la alemana Helga Paris (nacida Helga Steffens, en 1938). La laureada fotógrafa llegó a Berlín apenas cumplió los 18 para formarse en diseño de moda. “Con esos estudios adquirí valiosas nociones de estética y composición”, recuerda quien eventualmente se volcaría a la fotografía, aprendiendo por sí misma conceptos básicos que le permitirían convertirse en reconocida referente del rubro, reputada cronista que supo capturar situaciones urbanas y a sus protagonistas. Al menos, hasta 2011, cuando soltó la cámara, al dar por finiquitada su obra. Por estos días, la editorial independiente Weiss Publication, con base en Alemania, ha publicado una de sus mejores series, Women at Work: retratos tomados en 1984 a trabajadoras de una fábrica textil estatal en Berlín del Este, donde ella misma había laburando cosiendo. “Cada rostro es una experiencia; en particular los más bien anodinos y poco atractivos, que adquieren una belleza imprevista”, señala Paris, cuyo interés por documentar la vida cotidiana surgió “por necesidad”. “En Alemania Oriental, solo se mostraban fotografías favorables en los periódicos, de personas idealmente felices. La vida real casi nunca era documentada”, asegura prefiere la fotografía en blanco y negro, “más impresionantes por los finos matices, porque vuelve más clara la composición y convierte a la persona retratada en memorable”. Así las cosas, Women at Work fue financiado por República Democrática Alemana, completado en pocas semanas. A la velocidad de la luz, Helga hizo buenas migas con las obreras. “Les dije que no esperaba nada especial de ellas, que hicieran lo que quisieran”, pero igualmente, para evitar una pose artificial, les daba poco margen para acomodarse, retratándolas con rapidez en breves momentos de tranquilidad que reflejan serenidad y belleza.
Los colores y las formas del pensamiento
Gente que no se ha tomado el suficiente tiempo para conocerse a sí misma: sepa que no es necesario que recurra con urgencia al psicólogo ni que fiche un viaje psicotrópico de autoconocimiento. Por fortuna, hay una herramienta muchísimo más veloz que le permite dar cuenta del nivel de empatía, apertura mental, flexibilidad, curiosidad intelectual, entre otros rasgos de la propia personalidad, la mar de valiosos. Después de todo, ¿para qué invertir años en el diván o gastar un dineral en travesías cuando existe internet? Más específicamente, una web que cuantifica todos estos factores a partir de un cuestionario cortito y al pie, confeccionado por una revista de noticias belga, Knack, en colaboración con un equipo de psicoterapeutas de la Universidad de Bruselas. El chiche se llama Think in Colour, y así saluda ni bien empezar: “Vivimos en un mundo en el que, cada vez más, la gente parece estar pensando en blanco y negro. Pero la duda lleva más lejos que la certeza absoluta. Los que vacilan dejan espacio para ideas frescas y nuevas perspectivas. No piensan en blanco y negro sino en color. Usted, ¿cómo piensa?” El quid de la herramienta es que permite visualizar cómo lucen los pensamientos de cada persona. Literalmente. Sucede que, a medida que la persona responde, va visualizando frente a sus ojos cómo muta en forma y color un huevo blanco que va tomando forma de escultura tridimensional multicolor, con texturas variables y en movimiento. La mente, ¿una escultura digital? Así parece ser. El objetivo, según el editor en jefe de la mentada publicación, un tal Bert Bultinck, es desafiar a los lectores a “cuestionar su propia forma de pensar” para navegar con más cintura un mundo cada vez más dividido e irracional. También hay bonus: la posibilidad de descargar la escultura que representa a cada internauta, en JGP o GIF, además de obtener un resumen sobre qué aspectos debería fortalecer para ser más flexible, curioso, empático, etcétera.
Para palparse mejor
En Perú, la Liga Contra el Cáncer se apuntó el secuaz menos pensado para lograr su cometido, es decir, educar sobre esta enfermedad en pos de incentivar la detección temprana: estatuillas eróticas, muy explícitas, hechas de cerámica y con más de 1500 años de antigüedad. “¿Te imaginas tocar los genitales de tus ancestros? Por primera vez, el Museo Larco –de arte precolombino, parada obligatoria de visita por Lima– te permitirá hacerlo”, abría la provocativa invitación de su más reciente campaña, llamada -sin más- “Toca los genitales de los mochicas”. Destinada a la platea masculina, cabe mencionar, a sabiendas del tabú que rodea el tema y cómo, por pudor, muchos varones son renuentes a hacerse ciertos controles. “En Perú hay más de diez mil casos de cáncer de próstata, testículos y pene al año, y para prevenirlo, necesitas aprender a realizarte un autoexamen y hacerte chequeos una vez al año”, destacaba esta iniciativa, que transcurrió el pasado 25 de febrero y cumplió con su promesa. De entrada libre y gratuita, los visitantes efectivamente pudieron palpar las exuberantes partes pudendas de huecos eróticos, invaluables piezas artísticas de la cultura moche; una civilización, vale recordar, que floreció en lo que hoy día es la costa norte peruana, entre los siglos II y VIII después de Cristo. Ojo, tampoco era manosear por manosear las estatuitas: de cara al público, médicos oncólogos explicaron con pelos y señales cómo llevar a cabo el examen casero, usando a los huacos como modelos. “Es conveniente hacerlo luego de una ducha tibia, para que el escroto pueda relajarse”, una de las recomendaciones de los doctores presentes, que ampliaban más tarde qué tipo de lesión rojiza o úlcera ameritaba la revisión exhaustiva de un médico certificado. Si no lo dice el refrán, debería: el arte subido de tono salva vidas.
Llenando viejas lagunas
“Desde decretos imperiales hasta poemas de Safo: una inteligencia artificial podría dar vida a textos perdidos”, destaca el diario inglés The Guardian a cuento de un flamante sistema que promete completar vacíos de antiguas inscripciones griegas. Además de sugerir, dicho sea de paso, de cuándo y dónde serían. La herramienta se llama Ítaca –en honor a la isla griega que fuera hogar del legendario rey Odiseo, Ulises al modo latino, héroe de la Odisea de Homero, esposo de Penélope–, y fue “alimentada” con más de 63 mil textos de antaño, en pos de que aprendiera a identificar patrones en el orden de letras y palabras, y que asimismo hiciera asociaciones entre frases, años y procedencias, clasificadas por probabilidad. Enseñanzas que, al parecer, han dado frutos: los ensayos revelan que Ítaca logró un 62 por ciento de precisión al llenar espacios vacíos, y hasta un 72 por ciento cuando intervenía un historiador de carne y hueso.
“Así como los microscopios y telescopios han ampliado el rango de lo que los científicos pueden hacer en la actualidad, esta IA tiene como objetivo aumentar y expandir las capacidades para estudiar uno de los períodos más significativos de la historia humana”, subrayó Yannis Assael, coautor del estudio, especialista en inteligencia artificial, que actualmente trabaja en la empresa DeepMind, de Google. Otra de las personas detras la investigación, la epigrafista Thea Sommerschield –de la Universidad Ca' Foscari de Venecia, también miembro del Centro de Estudios Helénicos de Harvard– explicó que “la mayoría de las inscripciones supervivientes han sido dañadas a lo largo de los siglos; por lo tanto, sus textos ahora son fragmentarios o ilegibles”. Sumó además que es fundamental completarlos porque “son evidencia directa del pensamiento, el idioma, la sociedad y la historia de civilizaciones pasadas”.
Los investigadores dijeron que Ítaca ya se había utilizado en un conjunto de decretos que habían sido encontrados en la Acrópolis de Atenas, relacionados con la recaudación de impuestos, que data del año 424 aC, no del 448 aC que se estimaba. “Aunque pueda parecer una pequeña diferencia, este cambio de casi 30 años tiene repercusiones trascendentales para nuestra comprensión de la historia política de la Atenas clásica y nos ayuda a alinear mejor las fuentes literarias”, subrayó Sommerschield. Por si las mosquitas, empero, los estudiosos han abierto el paraguas, aclarando que la herramienta, en sí, es poderosa para hacer preguntas y comparaciones a partir de información ya disponible. Una cosa no quita la otra, por supuesto.