(…) el mismo río                  6 puntos

Argentina, 2021

Dirección, guion y fotografía: Alejandro Fernández Mouján

Montaje: Valeria Raccioppi

Sonido: Gaspar Scheuer

Duración: 66 minutos

Estreno exclusivo en la Sala Lugones del Teatro San Martín, del viernes 25 al domingo 27 a las 21 y del lunes 28 al miércoles 30 a las 18.

Desde Las Palmas, Chaco, película inaugural de la retrospectiva que la Sala Lugones le dedica hasta el miércoles 20, hasta (…) el mismo río, Alejando Fernández Mouján (que firma esta película como Alejandro Mouján) ha recorrido un largo camino. Largo y no necesariamente sinuoso, sino más bien por olitas cambiantes, como las que en su película más reciente levanta suavemente el Río de la Plata contra la orilla, en su franja más estrecha. Un camino que va del reportaje político y social directo de Las Palmas, Chaco, que registra el cierre de la producción azucarera en esa provincia, en 2001, pasa por la política en una visión sesgada y personal (Espejo para cuando me pruebe el smoking, 2005), aborda, junto a Daniel Santoro y Marcelo Céspedes, un lúdico vuelo de regreso hacia el primer peronismo (Pulqui, un instante en la patria de la felicidad, 2007), recala en el documental de cabezas parlantes, pero no de especialistas sino de quienes “hicieron” la Resistencia Peronista del período 1955/1965 (Los resistentes, 2009), halla su obra maestra en Damiana Kryygi, donde recoge los resultados de la Conquista del Desierto a través de la historia de una única víctima del hombre blanco (2015) y deriva ahora al film-ensayo de pura observación de la naturaleza. Casi mudo, de no ser por los sonidos de la propia naturaleza.

es el título de la ópera prima de Edgardo Cozarinsky (1971), un film experimental al que el realizador debió sumarle el subtítulo (Puntos suspensivos) para hacerlo pronunciable. Mouján le pone paréntesis a los puntos suspensivos, y acude también a un subtítulo que permita a un espectador recomendarle la película a otro, sin necesidad de traducción. No se trata de una coincidencia sino antes bien de una herencia: (…) puede considerarse un film experimental. No en la variante pop-psicodélica del film de Cozarinsky, sino por su intransigencia observacional, que propone a su vez otro linaje para el opus 8 de Mouján: el del Lisandro Alonso de La libertad. Aunque con mayor variedad de planos. Hay otro parentesco posible para (…): el de El limonero real (1996) y sobre todo La orilla que se abisma, donde el contemporáneo Gustavo Fontán también observaba las aguas con la misma serenidad con que se mece el río.

Con excepción de un travelling y una panorámica, Moujan filma en largos planos fijos el Río de la Plata y sus costas, a la altura de Punta Indio. Aunque al comienzo no lo parezca, se trata de un film en primera persona, tal como en la segunda parte se evidencia: el realizador tiene una casa allí, en medio de un paisaje selvático. De hecho, los primeros planos de la película, filmados en medio de la espesura, hacen pensar en el Amazonas o África misma, y es Punta Indio. La larga exposición de esos planos parece dirigida a mostrarle al espectador que eso que ve ahí es acá, a unos pocos kilómetros. La deliberada confusión tiene sentido, ya que uno de los efectos manifiestos de (…) es el de reconexión, por parte del espectador urbano, con una naturaleza que vaya a saber por cuánto tiempo más va a seguir donde está.

Los planos son de larga duración, y la fotografía, a cargo del propio realizador, exquisita. Mouján filma árboles, río, orillas, arenales, humedales, y los asocia con una historia de esa topografía, al apuntar la cámara sobre párrafos de lo que un visitante español escribió en 1748 tras visitar la zona, o de Sudeste, la novela de Haroldo Conti, que transcurre cerca de allí, en el Delta del Paraná (pequeña licencia geográfica). Tal como viene sucediendo notoriamente en el campo documental, el plano sonoro de (…) completa el carácter sensorial de las imágenes, terminando de sumergir al espectador en una polifonía de cantos de pájaros, golpeteo de olitas, ladridos. La integración al relato de ciertas digresiones resulta un poco forzada y algo intrusiva también, como el anuncio por televisión de la muerte de Fidel por parte de su hermano Raúl Castro, al comienzo, y las manifestaciones en Bolivia contra el golpe militar, al final. Así como cierto diálogo entrecortado entre el realizador y su pareja, que lo que cortan en realidad es el enmudecimiento de la voz humana, que hasta ese momento había presidido el relato.