Luego de las medidas anunciadas por el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, y que tanto ruido hicieron en los sectores concentrados del agro, los productores y proveedores de alimentos, Salta/12 conversó con el presidente de la Cámara de Panaderos de Salta, Daniel Romano, quien afirmó que acompañan y defenderán la medida porque “es a favor del pueblo y de nosotros, los panaderos".
El miércoles, en una conferencia de prensa, el funcionario nacional se mostró muy enojado con quienes consideró son “especuladores”, refiriéndose a los 10 proveedores más grandes que aumentaron injustificadamente sus productos desde la segunda mitad de febrero, a pesar de estar obteniendo ganancias desde que se pasó la peor etapa de la pandemia de coronavirus.
También fustigó a las 11 molineras exportadoras, de la cuales 8 representan el 95% del total de las exportaciones al reclamarles que “no podemos aceptar que haya sectores que quieran que se les convalide un efecto riqueza de 50% en dólares solo por acopiar un cereal, y que eso impacte en la mesa de los argentinos”. Algo que, añadió, “es incompatible con lo que está pasando en el mundo”.
En sintonía con Feletti, el representante de los panaderos en Salta hizo un raconto de los hechos desde octubre de 2021, cuando por los aumentos debieron subir sus precios, a ese incremento se le agregó otro el 14 de febrero, y entre los dos acumularon un 16% de suba. “Hasta ahí estábamos en $210 el kilo de pan, pero con la llegada de la guerra se comenzó a especular con el trigo”, contó Romano, y detalló que a solo cuatro horas de anunciada, los molinos habían suspendido todas sus ventas con el pretexto de que no tenían valores de referencia.
“Si nosotros los panaderos hubiéramos actuado de la misma forma, la gente el día después se quedaba sin pan”, expresó, “y, sin embargo, seguimos trabajando, a pesar que el precio nos pasó de unos $1300 a los $2.000 (la bolsa de 25 kilos), una diferencia brutal que impactó directamente sobre nosotros”, añadió.
Romano también recordó que una semana antes del comienzo de la guerra entre Rusia y Ucrania, ya se había firmado un convenio junto a la Secretaría de Comercio para acordar que si la harina se mantenía alrededor de los $1300, el precio del pan podía oscilar entre los $220 y los $260, “por eso, después de esa suba tan fuerte en la que la harina se fue a casi $2.100, nosotros decidimos respetar ese convenio y subirlo solo a los $260”, y aseguró que hasta el día de hoy sostienen ese canon, porque entendían y esperaban, que el gobierno intervenga como finalmente lo hizo.
Consideró que la reacción oficial fue “bastante rápida”, aunque reconoció que habrá que darle unos días para su puesta a punto. Para el presidente de la Cámara de Panaderos de Salta, el fideicomiso creado no va a perjudicar a los productores, “ni a la molienda, ni a los panaderos”, sino que con el plus de retenciones a la harina y el aceite de soja, que pasó del 31 al 33% para las 11 cerealeras exportadoras “que el 90% son multinacionales”, aclaró, “se estabilizará el precio de la harina al interior y nos va a dar cierta previsibilidad y así evitar futuros aumentos en los costos”. Esto permitiría que el precio del kilo se estabilice al precio actual, mientras que el molino recibe la diferencia entre el precio local y el exportable por parte del Estado.
El próximo martes, Romano y los demás representantes del sector se reunirán en Buenos Aires con Feletti, con quien redondearán el acuerdo y analizarán por cuánto tiempo se podrá estabilizar el precio de la bolsa de harina. “Creemos que es una medida muy positiva, una solución para controlar el precio de uno de los insumos que más afectan a nuestra industria”, expresó.
“La gente tiene que entender que debe haber un desacople entre los precios internacionales y los de consumo interno, porque si no los fideos y todo va a seguir subiendo”, prosiguió Romano, quien aclaró que su posición está por fuera de una filiación política, “es jugar a favor de la gente”. Explicó que Ucrania, “que es como la Argentina de Europa, no está en condiciones de producir y vender ni este, ni el año que viene”, y sobre Rusia, que es el otro productor de la zona, pesan sanciones internacionales, lo que genera una escasez del 30% del trigo mundial, “agregados a los problemas climáticos que tuvo China, que mermaron su producción”, todos factores que provocarán que los precios de ese producto sigan escalando, “y no podemos permitir que los molinos nos trasladen ese precio acá”.
“Yo no sé porqué la política entra en esta mezquindad de no mirar a la gente”, lamentó. Y aseveró que todos los representantes de instituciones nacionales como la que él representa deberían “salir a aclarar y decir lo que pasa sin miedo a que nos tilden de ser oficialistas o macristas, pero sí a reconocer cuando hay una buena medida”.
El comerciante confesó que siempre predominó en el sector “el concepto especulativo de querer salvarnos solos”, y asintió que muchas empresas remarcaron en las últimas dos semanas, “con cifras que te ponen la piel de gallina”, como la margarina, que subió casi un 25% “sin justificativo”. Agregó que esto no es un problema “de intentar salvarse, o de un gobierno en particular, porque esto viene pasando desde la época de Alfonsín”, cuando su ministro de Economía, Juan Carlos Pugliese, formuló la famosa frase “apelé al corazón y me contestaron con el bolsillo”.
“Si los precios siguen subiendo, nosotros nos vamos a quedar sin clientes, porque la gente ya no va a poder pagar, sus sueldos no van a subir al ritmo de los precios, y así les va a pasar a los que venden fideos y todos los derivados de la harina”. “Esto excede toda mirada política, hay que tener un poquito más la camiseta de la selección Argentina y entender que hay gente que la está pasando mal y se necesitan medidas como estas”, culminó el empresario panadero.
El fondo estabilizador del trigo argentino es un mecanismo de compensación, que permite estabilizar y contener el precio interno del trigo que compran los molinos argentinos productores de harina. Será financiado a través de la recaudación del diferencial del 2% de los derechos de exportación de harina y aceite de soja, que pasó del del 31% al 33%, y que representan aproximadamente entre 370 a 400 millones de dólares.
El objetivo de esta medida es evitar el traslado de los precios internacionales al mercado local a través del subsidio de 3,8 millones de toneladas de trigo. Se busca estabilizar y retrotraer las subas de la materia prima a los valores que tenía antes del inicio del conflicto bélico, es decir, al precio promedio del mes de febrero. Desde el inicio de la guerra, el precio de la bolsa de harina de 25 kilos experimentó, durante el mes de marzo, una suba del 37% intermensual. Con esta medida, el precio volvería a ser de unos $1150.