Desde Santa Fe
El Foro contra la Impunidad y por la Justicia denunció otro brote de negacionismo en la provincia: una balacera contra el cartel de las tres columnas que señaliza el Campo Militar San Pedro y el ataque con pintura roja a otro indicador en la ruta 2, en la zona de Arroyo Aguiar, que anuncia la proximidad del sitio de memoria y al que habían reconstruido hace poco porque al anterior lo destruyó el choque de un tractor. “Son mensajes”, dijo uno de los referentes del Foro, Hugo Kofman, al revelar que el cartel histórico fue utilizado como blanco. “Tiene cuatro impactos de balas de grueso calibre que pueden ser de una pistola 9mm. o de un revólver de 38 mm., que no son armas comunes para la gente de la zona”, explicó a Rosario/12. Cuatro proyectiles certeros que impactaron en un centro: el que revela el hallazgo, el 9 de junio de 2010, de los restos de ocho desaparecidos, que el Ejército secuestró en Rosario, entre agosto y setiembre de 1977. “San Pedro no fue sólo un cementerio clandestino, operó como centro de exterminio”, dijo Kofman. Las pruebas son la fosa común hallada por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) hace doce años, el traslado de 27 detenidos desde La Calamita y dos fusilamientos en el campo, según testigos que declararon en la investigación judicial.
Kofman dijo que descubrió la balacera el sábado 19 de marzo, cuando acompañó a la fiscal federal Gabriela Sosti hasta el campo San Pedro, junto a otros militantes de derechos humanos. La fiscal de la megacausa de Campo de Mayo estaba en Santa Fe porque el día anterior había participado en un panel sobre los juicios de lesa humanidad, que organizó el Foro.
“Observamos que el cartel del sitio de memoria tenía cuatro balazos de grueso calibre, que pueden ser una pistola 9 mm. o un revólver de 38 mm, que no son armas comunes para la gente de la zona”, precisó. “Los balazos son recientes, averiguamos con un vecino, que nos dijo que están desde hace un mes”.
El 24 de marzo, Kofman se anotició del otro ataque. El cartel en la ruta 2, en jurisdicción de Arroyo Aguiar, que anuncia la cercanía del Campo Militar San Pedro como “sitio de enterramientos clandestinos” apareció tapado con pintura roja. Entonces, asoció los hechos. Es un cartel nuevo, que “lo había hecho colocar la Secretaría de Derechos Humanos hace pocos días, por un pedido del Foro. El anterior fue retirado por la comuna porque “lo había chocado y dañado un tractor. Algo que ahora no parece un accidente”.
Ayer, el Foro contra la Impunidad preparaba una denuncia judicial para documentar la serie. “Nosotros vinculamos estos hechos con un antecedente: la destrucción de dos carteles de señalización vial del Campo San Pedro que estaban en la ruta 2, uno en Monte Vera y el otro en Arroyo Aguiar. Eso ocurrió hace un año”, recordó Kofman. El cartel que se repuso en Arroyo Aguiar es el que ahora fue tapado con pintura roja. “Estamos ante otro acto de vandalización y negacionismo. Evidentemente, tratan de ocultar lo que ocurrió en ese predio del Ejército, que operó como campo de exterminio, donde todos saben que ahí se encontraron restos de ocho desaparecidos”.
La primera identificada en esa fosa común fue una joven militante no vidente, María Esther Ravelo, secuestrada el 17 de setiembre de 1977, junto a su esposo Etelvino Vega, en Rosario. Vivían en calle Santiago 2815. “La casita de los ciegos”, como se la conoce, ocupada ilegalmente por Gendarmería durante años. El ex agente secreto del Ejército, Eduardo “Tucu” Constanzo le dijo al colega José Maggi que “la cieguita fue una de las 27 personas que pasaron por el centro clandestino de La Calamita, trasladada a un chalet de Monje, asesinada y enterrada en un campo cercano a Laguna Paiva”. La prueba del circuito represivo quedó a la vista y convirtió al campo San Pedro en el primero en la Argentina donde la justicia puedo comprobar enterramientos clandestinos en un predio militar.
Kofman ya informó de la balacera al Juzgado Federal de Santa Fe “para que tenga conocimiento”, aún cuando el cartel de las tres columnas que señaliza el sitio de memoria está fuera del campo y paralelo a la ruta 2. Por las características de los balazos, el investigador cree que “fueron realizados desde un vehículo detenido, ya que todos tienen un patrón similar y simétrico de las pestañas de salida” del proyectil. “La única forma de tirarle es detener un vehículo y disparar desde esa posición. Para nosotros, es un acto hecho a propósito, para dañar lo que es un sitio de memoria”, precisó.
El cartel baleado es el que informa del genocidio. “En este predio del Ejército se realizaron enterramientos clandestinos de personas secuestradas por fuerzas militares y de seguridad dependientes del Comando de II Cuerpo con asiento en Rosario durante la última dictadura cívico militar (1976-1983)”.
En 2010, el hallazgo de la fosa común con los restos de ocho personas probó el plan sistemático. “El ocultamiento de los cuerpos de los detenidos desaparecidos completaba el circulo criminal de secuestro, tortura, muerte y desaparición que llevó adelante el terrorismo de estado, violando las más elementales normas que hacen a la condición humana”.
“Señalizar y hacer visible en todo el país la función que tuvieron estos lugares en el marco del plan sistemático de terror y exterminio desplegado por la última dictadura, expresa en el espacio público la decisión del Estado democrático de dar a conocer y condenar estos hechos, para que nunca más vuelvan a repetirse”.
En estos doce años, fueron identificados seis de los ocho desaparecidos: María Esther Ravelo, María Isabel Salinas de Bosso, Carlos Alberto Bosso, Gustavo Adolfo Pon, Oscar Federico Winkelmann y Miguel Angel Dandrea.
Los tiros impactaron cerca de sus nombres.