Cuando todavía faltan unos tres meses para que termine el juicio, lo único que parece certero, a menos que haya una megasorpresa, es que no habrá elementos para condenar a Marcelo Macarrón por el homicidio de Nora Dalmasso. La hipótesis primera, de que el médico contrató un sicario para que cometiera el homicidio, se cae a pedazos, básicamente porque casi no existen casos en que se condene al supuesto autor intelectual sin tener identificado y condenado al autor material. No hay forma de unir con verdaderas pruebas el crimen con el viudo, que además estaba en Punta del Este. 

Los hijos de Macarrón, Valentina y Facundo, sorpresivamente salieron con la segunda hipótesis: apuntaron contra un adinerado vecino, Michel “El Francés” Rohrer, señalando que estaba obsesionado con su madre y que tenía actitudes violentas. Sin embargo, hasta ahora, la coartada de Rohrer --dijo que estaba en Buenos Aires, no en Río Cuarto-- no termina de caerse. 

La tercera hipótesis, que no está descartada, es que el homicida fue alguien que trabajaba en las refacciones en la casa de la familia Macarrón: sabía que Nora estaba sola, sabía cómo entrar, la violó y asesinó. Esta última hipótesis fue desechada al principio por una pelea política, dado que los partidarios de Luis Juez, en guerra con José Manuel de la Sota, decían que el crimen tenía que ver con que Macarrón era un testaferro del gobernador y que entonces los funcionarios policiales y judiciales le querían echar la culpa a perejiles. Todo hace pensar que, a quince años del asesinato, no habrá resolución del enigma ni culpable.

Los hechos y las primeras pruebas

Pocos días después del crimen, la defensa de Macarrón, encabezada por Marcelo Brito, contrató al forense Osvaldo Raffo, por un lado, y al criminalista Raúl Torre, por el otro. Este último viajó a Río Cuarto junto al forense que siempre lo acompaña, Juan José Fenoglio. Lo que diagnosticaron los tres especialistas coincidió con lo que casi tres años más tarde afirmó el FBI de Estados Unidos: Nora Dalmasso se duchó, salió del baño, alguien le pegó un golpe de atrás con un palo, un caño o algo parecido, la dejó en estado de indefensión, y la violó. Después la asfixió con el cinturón de la bata. O sea, no hubo sexo consentido.

Las marcas que quedaron, además del golpe en la cabeza, fueron algo parecido a mordeduras en una mejilla y en un pecho y lesiones muy evidentes cerca de la zona vaginal. Según los especialistas había además una mancha de sangre en la puerta, demostración de que el ataque se inició ahí.

Un elemento que sigue vigente hoy es que sobre el cuerpo de Nora se encontró un vello púbico y se pudo conseguir un perfil genético incompleto. Podría ser un elemento de mucho peso y hay que ver si los análisis de ADN que se le hicieron a los imputados estuvieron bien hechos. Desde el principio hubo una interna muy fuerte entre forenses y genetistas nacionales, cordobeses y riocuartenses.

Los relatos de los fiscales

Transcurridos más de quince15 años del crimen --madrugada del 26 de noviembre de 2006--, el fiscal Luis Pizarro elevó a juicio el caso con una hipótesis sobre la que no tenía la menor prueba: “homicidio calificado por el vínculo, alevosía y precio o promesa remuneratoria”. El que supuestamente pagó fue el marido, Marcelo Macarrón, no se sabe a quién, no hay ningún detalle y tampoco evidencia de peleas fuertes o motivos evidentes.

Antes de eso, los fiscales acusaron al propio hijo de Nora, a Facundo, con una teoría llena de prejuicios sexuales por ser gay. Después, el fiscal Daniel Miralles urdió que Macarrón vino de Punta del Este, donde jugaba un torneo de golf, en un vuelo fantasma, pese a que estuvo en una cena con decenas de personas hasta pasada la medianoche de la madrugada del crimen, arrancó a jugar a las ocho de la mañana nuevamente y no hay evidencia de vuelo alguno.

El elemento que se usó contra Marcelo es que en las sábanas se encontró perfil genético Macarrón, de manera que eso confirmaba que el médico estuvo en la escena. Antes de detectar el rastro genético, el marido ya había contado que a punto de emprender el viaje a Uruguay mantuvo una relación sexual con su esposa y eso explicaba que se encontrara el perfil Macarrón en la sábana. En el juicio será motivo de discusión si los rastros permanecen tantos días, incluso en sábanas que fueron lavadas. Lo que está confirmado es que Marcelo Macarrón no pudo estar en Río Cuarto aquella madrugada, lo que explica que los fiscales buscaran la salida de inculparlo por haber pagado un sicario.

El profesor en criminalística Raúl Torre, de extensísima carrera incluso en la Policía Científica, señaló que casi no hay condenas de un instigador cuando no está identificado y detenido el autor material. Sucede que no hay forma de probar la relación entre autor intelectual y sicario. Torre señaló como excepción el caso de una maestra de Castelar, Andrea Pajón, cuyo exmarido fue condenado después que le confesara a una nueva pareja que había mandado a matar a la docente. También el hijo de la pareja apuntó contra su propio padre. El sicario nunca fue identificado y el femicida fue condenado. “Es la única excepción que conozco”, señaló el criminalista.

La teoría de los hijos

Sorpresivamente, los hijos de Marcelo y Nora Dalmasso apuntaron en el juicio contra un poderoso vecino, el Francés Rohrer. Ambos sostuvieron que el hombre estaba obsesionado con Nora y que, además, era violento.

En la semana que pasó, también declaró una íntima amiga de la víctima, Margarita Riera, quien contó que efectivamente Rohrer intentaba conquistar a Nora, le mandaba poemas, tenía un juego de seducción con la mujer porque a Nora la halagaba que él la buscara, pero Rohrer “tomaba mucho y se ponía loco”. Riera relató que Facundo, el hijo de Nora, le había contado que había visto besarse a su madre con el Francés y la testigo hasta elaboró su hipótesis detallada del crimen: “Nora pactó encontrarse con él, se vieron sabiendo que Marcelo no estaba, a esa hora entró un mensaje de Guillermo Albarracín (el único amante real y probado que tenía Nora), él se volvió loco y la mató”.

La amiga de Nora defendió a Macarrón sosteniendo que pese a esas aventuras el matrimonio se llevaba bien y recordó que ella apuntó contra Rohrer ya en su declaración de 2006.

El Francés tiene una coartada que no parece sencilla de derrumbar. Dijo que estaba esa noche en Buenos Aires y puso como testigo al administrador de un country del Gran Buenos Aires. De entrada, hubo testimonios en contra, como el de un playero de estación de servicio de Río Cuarto que dijo que cargó nafta en su camioneta BMW la madrugada del crimen. Después se desdijo.

Un punto que Rohrer tiene a su favor es que ofreció hacerse el estudio de ADN y no coincidió con el perfil genético encontrado en la escena. La defensa de Macarrón desconfía de la forma en la que se tomaron las muestras.

Las reformas en la casa

La hipótesis de que Nora pudo haber sido atacada por algunos de los que trabajaban en las reformas de la casa no está descartada. Fue lo que llevó a ser detenido al pintor Gastón Zárate, al principio de la causa.

Esa parte de la investigación naufragó por la feroz interna que por entonces mantenían Luis Juez y el gobernador De la Sota. Los primeros sostenían que el asesinato de Nora se produjo porque ella quería divorciarse, supuestamente Macarrón era testaferro de De la Sota, y entonces ella se iba a quedar con bienes ocultos del gobernador. Esto jamás se probó: a Macarrón no se le encontró ningún bien de envergadura.

Pero la detención de Zárate puso en marcha una pueblada en defensa del perejil, entonces detenido por el fiscal Javier Di Santo. La movilización virtualmente obligó a poner en libertad al pintor. Después, su perfil genético tampoco encajó con el que se encontró en la escena del crimen.

No obstante, la hipótesis de Di Santo es que el pintor o alguno de los otros hombres que trabajaban en la reforma de la casa sabían cómo entrar a la vivienda --por un árbol que daba al primer piso--, sabían también que estaba sola, y el autor la sorprendió por detrás cuando salió de la ducha, le pegó el golpe en la cabeza, la violó y mató. Contra Zárate había un elemento adicional: desapareció de la escena un celular de Nora y luego el aparato apareció en manos de la novia de un amigo del pintor. Eso nunca pudo ser explicado, en esencia porque la pueblada interrumpió la investigación.

El otro elemento adicional es que Zárate tenía varias denuncias por violencia de género, incluyendo tres de su propia madre, a quien agredió agarrándola del cuello.

Futuro

En cierto sentido el juicio recién empieza. Declararon los primeros testigos de un total de 300. Pero flota en el aire que el trámite terminará acortándose y tal vez en abril o mayo pueda haber definiciones. O, mejor dicho, quede claro que no hay elementos para condenar a Macarrón y no se pueda avanzar tampoco en las demás hipótesis.

Como es obvio, la investigación fue un fracaso, en parte por las internas políticas. Y a eso se sumó el escandaloso manoseo de la vida privada de la víctima y también del marido. El caso nunca se trató como lo que fue: una violación y posterior femicidio. El juicio no parece destinado a remediar tanto desastre.