Durante la segunda audiencia por el femicidio de Claudia Schaefer, la  mayoría de los miembros del jurado, especialmente las mujeres, quedó impresionada por las imágenes que se presentaron como prueba de las 74 puñaladas que recibió la víctima y que fueron exhibidas en el debate. El acusado, Fernando Farré, observó las fotos con arrogancia y tranquilidad.

Las imágenes fueron mostradas debido a que se convocó a declarar al médico forense Juan Raúl Cheuquel, quien efectuó la autopsia de Schaefer. Previamente, el juez que coordina el debate, Esteban Andrejin, leyó a los jurados el detalle de cada herida, lo cual se extendió por cerca de media hora. 

Cheuquel explicó la diferencia entre las heridas ofensivas y defensivas y también dijo que había varias que se habían realizado “con sevicia no para matar, sino para generar algo cruel”. “Todas las lesiones fueron cometidas entre dos y cinco minutos, la mayoría fueron vitales y el degüello fue lo último”, detalló el perito. 

Por su parte, el licenciado en Criminalística Lucas Bravo Derrueso, de la Departamental de Investigaciones (DDI) San Isidro, explicó que las cuchilladas coincidían con los cortes encontrados en la ropa de la víctima, de la cual también se mostraron ilustraciones para el jurado.

La declaración de Bravo fue interrumpida porque el defensor, Adrián Tenca, objetó que la Fiscalía inducía a las respuestas.

Previamente, los abogados de las partes en el juicio de divorcio, que en 2015 presenciaron el femicidio en el country Martindale de Pilar, coincidieron en su testimonio que Farré cometió el crimen con “tranquilidad”. Las declaraciones fueron formuladas al comenzar la segunda audiencia del juicio que comenzó el lunes en el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 2 de San Isidro. En una sala con poco público, frente a los doce jurados y al juez Esteban Andrejin, el primer testigo fue Carlos Quirno, el abogado civil que representaba a Schaefer (44) en el juicio por divorcio y el recurso de exclusión del departamento que el matrimonio compartía en el Barrio Norte porteño.

Quirno se encontraba en la casa del country de Pilar el 21 de agosto de 2015, cuando acompañó a su clienta a retirar sus pertenencias de la vivienda y presenció el momento en que Farré (54) encerró a su esposa en el vestidor, donde la degolló y la acuchilló.

El abogado declaró que Farré lo saludó con “total normalidad” a él y a Schaefer al llegar a la casa del country y dijo que no mantuvo ningún tipo de discusión con su esposa mientras se disponían a recoger las pertenencias de ella, sino que se dio un diálogo “común” en el marco de un divorcio, “con tensión” pero sin agresiones.

Sin embargo, poco después advirtió que algo estaba sucediendo y se acercó a la habitación: “Farré estaba ensangrentado, no hizo comentarios, no lloraba, sólo la golpeaba”, dijo Quirno, quien precisó que “no se podía leer ninguna emoción” en el rostro del acusado. Declaró además que Schaefer se había acercado a su estudio jurídico para llevar adelante un recurso de exclusión para Farré, con quien ya no quería convivir, proceso en el que también la asistieron para radicar una denuncia por violencia doméstica y se consiguió una restricción perimetral.

Consultado por las fiscales Carolina Carballido Calatayud y Laura Zyseskind, Quirno dijo que Schaefer le había comentado que la relación de pareja se había “desgastado con los años” y que “en los últimos meses había maltrato”. “Claudia estaba angustiada, pero la exclusión la alivió”, dijo el abogado, porque la víctima “hablaba de una obsesión de Farré con ella”.

Ese fue el punto en el que la fiscalía y el particular damnificado, representado por el abogado Jorge Sandro, pretendían indagar para fundamentar su acusación de “homicidio agravado por el vínculo y por mediar violencia de género”, lo que implicaría una condena a prisión perpetua para Farré.

La letrada que representaba a Farré durante la separación, Andrea Frencia, contó que viajó junto a Farré y la madre de él hasta el country, que el viaje fue “normal” y que el acusado no estaba nervioso ni mostraba señales “extrañas”. Explicó que durante los instantes previos al crimen, los tres estuvieron conversando con él en la casa mientras esperaban a Schaefer, y que durante esos minutos el acusado “no parecía estar nervioso” ni sobresaltado. Relató que al darse cuenta que sucedía algo extraño, intentaron “desesperadamente” abrir la puerta del vestidor en el que estaba encerrada Schaefer con su esposo, y al ver que no podían, salieron al patio trasero para buscar un ingreso a la habitación desde una ventana, desde donde vieron a Farré ensangrentado tras el femicidio. Dos testigos que siguieron fueron los empleados de seguridad de Martindale, quienes declararon que también vieron a Farré dentro del vestidor y que “estaba tranquilo”.