Desde Montevideo
Más allá del desenlace que tuvo el referéndum votado por el pueblo uruguayo, la sensación que queda es la de un país partido en dos. El resultado para definir el futuro de los 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC) fue sintetizado por todos los analistas locales como un empate técnico entre el Sí y el No, la papeleta rosa y la celeste, la oposición del Frente Amplio más varios sectores sociales y una coalición gobernante de derecha liderada por el presidente Luis Lacalle Pou. Con guarismos para las dos opciones electorales muy semejantes (49,8 por ciento por el No y 48,8 por Sí), el mandatario declaró en conferencia de prensa: “En este momento se puede establecer claramente que no se ha llegado a los votos necesarios para la derogación de los 135 artículos” de la norma. Horas después dio por ganada la votación y la consideró una "etapa superada".
La constitución precisa en estas instancias que el ganador del referéndum se proclama sobre el total de sufragios válidos y eso incluye a los votos en blanco. El porcentaje de estos últimos resultó bajísimo (apenas por encima del 1 por ciento) y eso abrió una polémica sobre la resolución del acto electoral. La situación jugó a favor del oficialismo, que aspiraba a ratificar la norma sometida a escrutinio público en toda su extensión. Para los sectores que apoyaron el Sí, la primera parte de la campaña se cumplió con creces: se juntó más del 25 por ciento de los empadronados y se forzó el referéndum. Hacia el final de la jornada las cifras eran muy apretadas y ahora resta esperar la convalidación de la Corte Electoral y al segundo escrutinio que se prevé.
Una señal evidente de cómo se tomó en cada fuerza el resultado de la votación se vivió en la calle. La mesa que promovía el Sí a la derogación de los 135 artículos de la LUC convocó frente al monumento al Gaucho, sobre la tradicional avenida 18 de julio de esta ciudad. La militancia salió a festejar la remontada que se logró después de partir desde abajo en las encuestas previas. Muy gráfico, el dirigente Gustavo González, de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua, dijo una frase futbolera desde el palco que definió el tono de su discurso: “Con 15 minutos más los cagábamos a pelotazos”.
En la vereda opuesta, el expresidente de la nación e histórico dirigente colorado, Julio María Sanguinetti, declaró: “Acá lo que importa es si se deroga o no se deroga, y no se va a derogar". Ni el general Manini Ríos, de la ultraderechista fuerza oficialista Cabildo Abierto, se animó a tanto. Prefirió defender a la Policía y negar que había aumentado la represión. Y cuando se refirió a la LUC, agregó: “Esta ley no es mágica”.
El país dividido en dos mitades casi iguales también se sustenta en la distribución del voto. La macrocéfala condición del Uruguay, con un padrón concentrado entre los departamentos de Montevideo y Canelones, le dio una ventaja holgada a la opción por el Sí en los principales centros urbanos. Sucedió lo contrario en el interior donde fue la alternativa del No que apoyaba el gobierno, la vencedora. La diferencia contabilizada por la Corte Electoral al cierre del escrutinio fue de 48.350 votos a favor de la boleta celeste, pero incluyendo en esa cifra a los votos en blanco. Solo así se entiende la victoria final del No.
Fueron 1.053.199 votos para la propuesta de mantener la LUC como está y 1.030.673 para convalidar su derogación. Como fuere, en la oposición y de cara a los comicios de 2024 se percibió una cuestión. El Sí rondó los votos que obtuvo la fórmula encabezada por Daniel Martínez que sacó el 47,35 por ciento en 2019. Ese dato alimenta sus expectativas de recuperar el gobierno en dos años y medio.
La Corte Electoral
El presidente de la Corte Electoral, José Arocena, – donde tiene mayoría el oficialismo – remarcó apenas se cerró el referéndum que “fue una jornada ejemplar, sin ninguna denuncia, algo a lo que nos tiene acostumbrado el pueblo uruguayo”. Dio detalles de cómo se desarrolló el escrutinio que – destacó – “se realizó sin intervención humana” gracias a un software donde la recepción final de los votos se hizo en la ciudad de Pando.
El funcionario que preside la Corte desde 2014 señaló que “a las 16.30 ya había votado el 67 por ciento del padrón” de 2.684.131 uruguayos que estaban habilitados para participar en 7.060 circuitos electorales de todo el país.
Momentos después de cerrarse la votación a las 19.30, distintas expresiones de las dos fuerzas políticas más importantes del país, la coalición de derecha de cinco partidos en el gobierno y la oposición del Frente Amplio, coincidieron en resaltar el civismo con que transcurrió la jornada en todo el país. Un valor del que los uruguayos se ufanan más allá del sector que puedan representar.
La intendenta de Montevideo, la frenteamplista Carolina Cosse, posible candidata a la presidencia en 2024, reivindicó la participación popular: “Quiero saludar a los que votaron por el Si, a los que también lo hicieron por el No e incluso a los que votaron en blanco. Este es un fenómeno único en el mundo. Yo viví la campaña como una demostración de la avidez por participar. Una gran cantidad de ciudadanos se expresó y logró que se alcanzara esta demostración de democracia directa que es el referéndum. Percibo que ahora tenemos una democracia con más aire, más ágil, renovada y eso le hace muy bien a nuestro sistema electoral”.
La expresión más derechista del gobierno, Manini Ríos de Cabildo Abierto, dijo después de votar en el Colegio Inmaculado Corazón de María: “fue una fiesta de la democracia donde el pueblo uruguayo asumió por un día el papel de legislador”. Otro representante del oficialismo, el senador del sector herrerista del Partido Nacional, Gustavo Penadés, comentó: “Se vivió una jornada absolutamente normal. El gobierno va a respetar el resultado y esperamos que lo haga también el sector que promovió la papeleta del Sí”.
El presidente del Frente Amplio y exlíder de la central sindical PIT-CNT, Fernando Pereira, dijo que “el gobierno recibió un cimbronazo” y que “no podemos vivir obsesionados con 2024. El Frente Amplio llegó para transformar el Uruguay y lo transformó. Si hay algo para celebrar es la convivencia pacífica entre ciudadanos y que más allá del referéndum, dialogamos con cordialidad”. Gabriel Otero, diputado nacional del MPP en el FA, reivindicó la tarea militante que consiguió las firmas necesarias para alcanzar el referéndum: “Arrancamos a fines de 2020 con la junta de adhesiones y fue una cifra récord para todos los referéndums. La primera victoria fue esa, alcanzamos un triunfo claro en ese aspecto. Nosotros no pensamos: cuanto peor, mejor. Queremos que el pueblo uruguayo viva dignamente, como se merece”.
Las chicanas del oficialismo
Felipe Schipani, diputado del Partido Colorado, otra de las expresiones políticas del gobierno, fue una de las escasas voces discordantes con su mirada sobre el referéndum. Definió a la campaña electoral como la “más sucia en muchas décadas del Uruguay donde se han dicho muchas falsedades, se ha actuado con enorme deshonestidad intelectual en los planteos”, con una alusión obvia a la oposición del Frente Amplio.
En un plano más risueño, de chicana hacia quienes se quejaron de ciertos operativos policiales durante la veda, el propio presidente Lacalle Pou se involucró en uno de los hechos noticiosos del fin de semana. La requisa en el club Progreso que gobernó Tabaré Vázquez entre 1979 y 1989, el dos veces presidente uruguayo. Dijo que la denuncia contra el operativo parecía salida de la película Harry Potter. “¿A alguien le cabe en la cabeza que la Policía Nacional va a hacer una requisa de listas o de publicidad de un partido político en una cancha de fútbol? Parece Harry Potter eso”.
El folclore electoral de este pequeño país permite pensar que todo pleito en las urnas se resuelve a la uruguaya. Con una marcada civilidad y la percepción de que su sistema electoral funciona más allá de los diferentes modelos que cada uno defienda.
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