La empresa química Carboclor SA resolvió e informó el cierre de las plantas productoras de solventes que operaban, hasta ahora, en la zona de Zárate-Campana. En un informe enviado a la Comisión Nacional de Valores, la firma –perteneciente en un 74 por ciento a la estatal uruguaya Ancap– señala que dicha decisión constituye el comienzo de “un proceso de reestructuración debido a la grave situación financiera que atraviesa la Sociedad”. La medida afectaría en forma inmediata a unos 150 trabajadores, ya que Carboclor sólo matendrá en actividad “el negocio de almacenaje y logística asociado a la terminal portuaria” que funciona dentro de su mismo predio. Según el comunicado dirigido a la CNV, “en atención a que la medida implica desvincular al personal afectado a las operaciones de las plantas que procederán a cerrar, el Directorio (de la empresa) aprobó la presentación de un Procedimiento Preventivo de Crisis ante el Ministerio de Trabajo de la Nación”. Este mecanismo implica, de ser aprobado, el despido del personal con pago parcial de la indemnización. En fuentes cercanas al sector gremial, se mencionaba ayer que la empresa ofrecería un pago por retiro equivalente al 70 por ciento de la indemnización legal.
La firma de capitales uruguayos viene funcionando con resultados declinantes desde por lo menos 2013. Pero 2016 fue su peor año, pese a los esfuerzos hechos por Ancap, y el propio gobierno de la República Oriental, para reflotarla. En julio de 2016 inició un proceso de búsqueda de interesados en adquirir, total o parcialmente, las plantas del norte bonaerense, o en asociarse a los actuales dueños. Pero llegó a diciembre sin contar con ofertas concretas, por lo cual Carboclor pidió su concurso preventivo (asamblea de acreedores para refinanciar la deuda) para evitar la quiebra. En el mes de febrero de este año, la Justicia comercial argentina aceptó y abrió el concurso.
Carboclor cerró el balance 2016 con pérdidas por 18 millones de dólares y una deuda por aproximadamente 27 millones de la misma moneda. En el primer trimestre de este año, las plantas solamente trabajaron 42 días. La producción se redujo a 9000 toneladas, 53 por ciento menos que el año anterior resultando, además, la producción más baja para un primer trimestre desde el año 2000. Las ventas de sus productos se acortaron a 7000 toneladas, con una caída interanual del 59 por ciento.
La firma acusa el impacto múltiple de la caída de la demanda interna, apertura importadora en medio de una baja en los precios internacionales de su producto, y el cambio de normas regulatorias para la elaboración de naftas sin plomo, que dejó fuera de mercado a uno de sus principales productos, el MTBE, cuyo uso fue prácticamente prohibido.
La industria química vive las consecuencias de la recesión y la apertura importadora como un estrangulamiento sin escape. Sólo en lo que va del año, sufrió el cierre de dos plantes de Atanor (Baradero y Munro), una de Linde (San Martín, provincia de Buenos Aires), Quipro SA y otras de mediano y pequeño porte, a las que se agrega ahora los dos cierres de Carboclor. El sector produce insumos intermedios para industrias que están paradas o en baja (alimenticia y automotriz, entre otras), y para otras que presentan situaciones dispares (agroquímicos y construcción, por ejemplo). A mediados de abril, el gremio de trabajadores químicos llamó a un paro general denunciando la situación y advirtiendo que se venía una crisis aun mayor, de la cual sólo se estaba viendo el inicio. Al parecer, no se equivocaban.