Una mujer le cuenta una y mil historias a su esposo para salvar su vida y las de otras como ella. Sherezade es su nombre, y todas las noches utiliza su oratoria prodigiosa para ponerle un freno a la violencia machista. Las mil y una noches es el relato que narra esa hazaña y que hoy resuena sobre el escenario en ¿Una y mil?, pieza escrita por Sebastián Suñé y Jimena del Pozo Peñalva para desentrañar el presente a partir de la leyenda.
En escena, doce mujeres vestidas con un burka negro se amontonan como si fueran un solo cuerpo. Ellas son Atiana Ramoa, Camila Peralta, Cecilia “Fabu” Rodríguez, Karina Hernández, La Pichi, Lucía Adúriz, Nashy-Nashai, Nicole Vázquez, Nina Brugo, Rebe, Sabrina Lara y Sara Córdoba. Todas interpretan a Sherezade, y todas tienen una historia para contar y exorcizar. “La obra pone en escena las preguntas que nos estamos haciendo”, explica Jimena del Pozo Peñalva, autora y directora del proyecto que puede verse los miércoles y viernes a las 20.30 en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551).
Abrir el debate en torno a la temática de género era una de las premisas de la puesta que se realizó en coproducción con el Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires (FIBA). Para eso, armar un elenco diverso era una clave fundamental, y así quedó conformado el grupo en el que mujeres cis y trans, de distintas edades, orientaciones sexuales y clases sociales, le ponen el cuerpo a las tareas de desmontar una trama histórica de violencias y de pensar los modos en los que el feminismo actúa frente a eso. “Todas tuvieron la libertad de decir lo que quisieran. Y yo no quería que quedara la idea de la victimización de ninguna de estas mujeres, sino más bien ir por el lado del humor que siempre me parece que es mucho más provocador que el drama”, señala del Pozo Peñalva para confirmar que la dramaturgia se construyó a partir de la combinación de la ficción con las biografías de las protagonistas.
En esa multiplicidad de voces está la de Nina Brugo, abogada, militante feminista y una de las fundadoras de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, Legal, Seguro y Gratuito. “La historia de Sherezade sucedió hace miles de años pero hoy sigue sucediendo”, asegura la activista, que reconstruye sobre tablas parte de la historia que la llevó a ser una de las referentes del movimiento de mujeres. “Este proyecto es para todo el mundo, incluso para aquellas personas que nunca se sintieron interpeladas por el feminismo”.
-¿Cómo llegó a formar parte de esta obra?
Nina Brugo: -Siempre me pregunté por qué me convocaron y hasta ahora no lo sé (risas). Quisiera que responda eso Jimena.
Jimena del Pozo Peñalva: -Nos parecía interesante que Nina estuviera porque ella es la corredactora de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Por eso, la llamé para que hiciera el casting, y cuando quedó seleccionada la volví a llamar pero pensé que no se iba a animar a estar en la obra.
N.B.: -Cuando me convocaron para hacer el casting, pensé que este proyecto estaba dentro de las notas que me pedían hacer sobre la Campaña, porque en ese momento me llamaban muchos periodistas para entrevistarme. Yo tengo un hijo que es actor, pero nunca me interioricé mucho en lo que implicaba hacer un casting, y cuando me llamaron para avisarme que había sido elegida para estar en una obra teatral, les contesté: “Se equivocaron. Si yo no soy actriz” (risas).
-Y ahora que ya estrenaron, ¿qué evaluación hace de esta experiencia?
N.B.: -Voy contenta al teatro, y a cuanta persona me encuentro la invito para que nos vengan a ver. Porque esta obra vale la pena y me está enseñando el valor que tiene el arte para la reflexión profunda de la vida. Yo siempre he estudiado los temas más desde la filosofía, porque he estado casada durante cuarenta y cuatro años con un filósofo, pero esta experiencia me está enseñando a valorizar el rol de la cultura. Nunca me imaginé que me pudiera suceder esto a esta altura de mi vida.
-¿Cómo surge este proyecto?
J.D.P.P.: -Aparece a partir de una invitación de la directora de documental Ana Bovino que estaba haciendo su tesis para recibirse. Ella quería hacer un documental sobre las diferentes luchas feministas basándose en el cuento de Las mil y una noches, pero sobre todo en el personaje de Sherezade. Ella quería filmar eso a través de ver el proceso de unas mujeres haciendo una obra de teatro, y me contactó a mí para hacer la obra. Y de ahí salió este universo.
-Uno de los ejes que reivindica la puesta es que en el escenario se exhiben cuerpos no hegemónicos. ¿Por qué tomaron esa decisión?
J.D.P.P.: -Porque esta es una deuda que tenemos. Las mujeres que hacemos teatro tenemos el poder de decidir quién va a estar en escena. Y el teatro se tiene que empezar a plantear, entre otras cosas, por qué cuando elegimos a una persona gorda la elegimos para que haga de gorda, y no para ser la protagonista. Además, la idea era que todas interpretaran el mismo personaje, y que no hubiera diferencias. Acá todas interpretan a Sherezade, y el hecho de que una mujer que nunca hizo teatro interprete el mismo personaje que alguien que lleva 20 años en un escenario es súper democratizador.
-Es, por otro lado, una obra que habla sobre el feminismo, pero lo hace desde un lugar disruptivo, sin corrección política.
J.D.P.P.: -No queríamos que hubiera una bajada de línea. Yo no tengo idea de cómo tiene que ser el feminismo, pero sí me hago preguntas con respecto a cosas que me incomodan o con las que no estoy de acuerdo, y apoyo las cuestiones en las que coincido. Y me parece que está bueno ponerle el cuerpo a ese debate, por eso yo también estoy en la escena, por más que no hable. Nos estamos preguntando cosas, y a eso le ponemos humor, algo que le falta al feminismo que a veces se pone muy solemne. El humor es de las herramientas más poderosas que he conocido, y entiendo que quizá por eso haya personas a las cuales la obra seguramente va a incomodar. Pero creo que a quienes tengan la inteligencia de reflexionar sobre algunas cuestiones les va a parecer atractiva la propuesta.
N.B.: -Nos interesa mostrar que el feminismo no es uno solo, sino que hay muchos feminismos, porque hay distintas corrientes de pensamiento. Está el feminismo popular, el académico o, por ejemplo, el que militan desde su lugar las actrices. En mi caso, comencé mi vida de militancia feminista dentro de los movimientos sociales. He trabajado en villas miseria en los años setenta, y con las compañeras en los barrios me sigo sintiendo como pez en el agua.
-En la obra, menciona que asistió a todos los encuentros nacionales de mujeres, y que, precisamente, el primero se realizó en el Centro Cultural San Martín. ¿Qué recuerda de ese tiempo?
N.B.: -Sí, el primer encuentro se realizó en 1986. Estábamos recién entrando a la democracia, y todavía no existía la Ley de divorcio. Recuerdo que éramos mil mujeres de todo el país y de todos los niveles sociales, porque hubo compañeras muy humildes, y mujeres profesionales, intelectuales y también políticas que en ese momento no eran tan feministas. Desde ese momento, los encuentros nos unieron y a muchas mujeres las llevó a decir basta, aunque eso sigue costando porque vivimos en una sociedad en la que se ha introyectado el patriarcado. A mí ser feminista me ha traído consecuencias graves en mi familia. Incluso tengo hermanos que no me han hablado nunca más por el hecho de que yo me hice conocida dentro del movimiento.
-¿De qué manera podría dialogar la obra con el contexto actual?
J.D.P.P.: -Me gustaría que el público venga a vernos y se vaya pensando. Yo no puedo decir si la obra es buena o mala, pero sí puedo decir que es honesta. No queremos quedar bien con nadie, ni siquiera con nosotras mismas, porque en escena nos exponemos y nos reímos de nosotras. Desde su concepción, es una obra verdadera.