“Dejamos de ser personas para ser tan sólo números.” A esa cruda conclusión llegaron Mónica Rivelli, Aldo Strático, Noemi Levy, Clara Curvicius y Salomón Traine, cinco jubilados que se reunieron en el Centro para adultos Nely Omar, en el barrio de Villa del Parque, para debatir sobre los recortes en medicamentos que dispuso la conducción de PAMI. Los abuelos relataron cómo viven el día a día con la obra social de jubilados y pensionados: los malos tratos en los centros de atención, los cambios en la nomenclatura de los fármacos y el corte de subsidios tanto en remedios como alimentos para los afiliados.
Con el café entre sus manos, Clara Curvicius es la primera que se anima a dar su testimonio. La mujer, de 79 años, pide disculpas de antemano por si se olvida alguna fecha –aunque tiene todos los estudios prolijamente guardados en una carpeta– y recuerda que “a principios de mayo, me quitaron el subsidio de todos los medicamentos que tomo diariamente”. El recorte no era una novedad para Clara: el año pasado el PAMI le redujo de seis a cuatro el listado de remedios que iban a ser subvencionados en su totalidad. Ahora el listado pasó a ser cero. “Por mi salud, todos los días debo tomar un cóctel de pastillas para controlar el colesterol, el calcio y la presión, además de Supracam para la acidez”, relató a Páginai12. La explicación de los representantes de la obra social consistió en que la mujer cobró en su última jubilación más del 1,5 del haber mínimo (9.591 pesos). “Le dije al empleado: si querés te doy mi reparación histórica (que no supera la barrera de 10 mil pesos) pero vos facilitame los medicamentos”.
Clara calcula cuántas pastillas le quedan en las cajas de medicamentos y se ríe. “Hasta el mes que viene tengo, después veré cuáles dejo de comprar”. Pero estos casos de ajuste en medicamentos se multiplican en cada charla que mantienen un grupo de jubilados: este año a Aida Bonfanti, el PAMI le dejó de subsidiar la medicación para los ojos al tener un vehículo con menos de diez años de antigüedad y Néstor Helms dejó de recibir analgésicos y ansiolíticos gratuitos al cobrar la jubilación mínima más una pensión, por citar otros casos. “Cuando te acercas al mostrador de la obra social para explicar que no podes pagar la medicación, empiezan con excusas y burocracia. Lo que buscan es ganarte por cansancio”, indicó Traine, otro de los jubilados que compartió la charla en el centro Nelly Omar.
“El ajuste no sólo se ve en los medicamentos. En el local tampoco recibimos los bolsones de alimentos que habitualmente reparte PAMI”, sostuvo a este diario Noemi Levy, presidenta de este centro de jubilados ubicado en Juan Agustín García al 2700. El pedido, cuenta Levy, lo elevaron en febrero de este año (“cada vez más abuelos golpean la puerta para preguntar si sobró algo para comer”, comentó) pero la respuesta que obtuvieron en la oficina de la obra social fue negativa: no hay presupuesto para agregar un centro más al listado de espacios que reciben una ayuda alimentaría.
La condición de jubilado, explicaron los cinco presentes en la charla, contribuye a que los directivos del PAMI no revisen el plan de ajuste. “A nosotros nos cuesta movilizarnos, realizar una protesta o manifestación. Y justo es un gobierno que se maneja a prueba y error, entonces si no protestas, fuiste”, estableció Mónica Rivelli. Pero lejos de quedarse de brazos cruzados, Rivelli aseguró que crearon un frente de adultos mayores, “para ayudar a los jubilados que sufren las injusticias a diario”. Una de las actividades de la nueva organización es convocar a jubilados y pensionados en distintas espacios públicos: la próxima será en Plaza Almagro, cita a la que los cinco jubilados prometieron ir.