Un aprendizaje sobre la seducción, un ensayo sobre la conquista en ese momento donde la soledad ocupa todo el espacio, a esa tarea se acerca esta profesora de literatura que interpreta Sol Fernández López.
Los usos en el aula, donde la protagonista extiende ese monólogo que ejercita en su casa y en todo lugar al que asiste como una prolongación de la escritura, devienen en catarsis, incluso en estruendo cuando esta mujer entiende que ya no puede cumplir con ciertas formas, que la distancia que la separa de sus alumnxs es también un modo de ahondar sobre sí misma.
En la puesta pensada por Luciana Mastromauro hay un protagonismo de la voz que sería el equivalente al narrador en primera persona, ya que Me encantaría que gustes de mí es la adaptación de textos de Fernanda Laguna que realizaron Fernández López y la directora. El susurro es la primera de las variantes, como una forma distorsionada de la seducción en la que la protagonista comienza desgranar el desamor como si la propuesta escénica dialogara con Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes.
El amor y el desencuentro
Los relatos que Fernández López ensambla como una suerte de diario de las peripecias de Fernanda Rosetti tal es el nombre de la profesora en cuestión) entre las muchachas que desea, tienen un tono de desencuentro. El amor se escapa siempre, huye, es diáfano solo por un momento, cuando parece que la mujer que ha cautivado su interés está en la etapa de la conquista, después, su personaje despliega los modos hilarantes de la soledad, porque tanto la actriz como la directora parecen ir hacia el texto con una propuesta de indagación meticulosa, incluso alegre sobre ese desamor que en el centro de la anécdota podría desangran a la protagonista.
Esta profesora se muestra dispuesta, atenta a toda posible aventura, frágil ante el flechazo amoroso. Fernández López la controla, cuida a su personaje, mide los momentos en que trata de encausarse y verse liviana, no demasiado desesperada ante el amor de esas mujeres que siempre parecen estar en fuga. Pero Fernanda Rosetti es torpe, poco estratégica y ese control se rinde siempre ante el apuro por que la situación se concrete. En los modos en que la actriz contiene y deja estallar a su personaje se construye una instancia narrativa que saca el texto de su literalidad.
La dramaturgia que arman Mastromauro y Fernández López nunca olvida que su matriz es literaria. En este sentido el uso de la voz narradora enuncia las acciones mientras son realizadas por la actriz conservando el formato escrito. Esto le da a la obra cierta distancia y le permite a la actriz desdoblarse entre las situaciones vividas y narradas, pensarse como una escritora al mismo tiempo que desarrolla la trama.
El amor es para Fernanda Rosetti una imaginación encendida, la capacidad de novelar más de la cuenta, una discreta paranoia que ve señales de la mujer amada en cualquier detalle y que se desalienta porque esa ilusión romántica nunca se cumple.
El humor surge del desplazamiento de las emociones. La furia, la ansiedad, caen en escenas donde se desvanece la expectativa. La aparente moderación tiene algo imposible de disimular en la representación que la protagonista realiza para sí misma. Engañarse o dejarse ir son decisiones oscilantes y peligrosas para el estado de ánimo de esta profesora en la que Fernández López bucea con inteligencia, siempre atenta para encontrar una alternativa ante lo que podría resolverse como una respuesta mimética o realista.
Al no perder de vista que la estructura de la obra se sostiene en la escritura, la técnica actoral funciona como un procedimiento que elimina cualquier respuesta de causa y efecto frente a lo que ocurre. Aquí lo emocional está atado a la imaginación y cada reacción del personaje está definida por una lógica literaria que nunca deja de pensar en las curiosidades de la historia mientras el amor o el desamor están a punto desbordarla.
Me encantaría que gustes de mí se presenta los jueves a las 20: 30 en Teatro Beckett.