El metabolismo de la cultura pop devuelve muchos tipos de nostalgias pero, entre ellas, una evocativa, reflexiva y romántica. "Las Retro Aventuras son un viaje en el tiempo", dice Nicolás Olivieri, fotógrafo y productor audiovisual de Coghlan que, a sus treinta y pico, le encontró el berretín a la creación de contenido nerdístico. Las Retro Aventuras, su proyecto audiovisual que vive en YouTube e Instagram, se yergue en la obsesión por el pasado, lo conecta con todo lo que ama y le sirve como trampolín para "volver a revisar los cajones de la historia".
Nicolás se mete en los caireles de los recuerdos ochenteros y noventeros, anidando entre videojuegos olvidados, VHS's descatalogados, computadoras rescatadas de la basura, secretos del Mortal Kombat, del Laser Shots, de Volver al Futuro y de mucho, mucho más. "Toda mi vida comuniqué audiovisualmente", asegura Olivieri mientras apura una papa frita sentado en el sillón de su casa. Allí, cuenta que siempre tuvo alguna cámara encima. "De chico, mi papá me compró una Panasonic y en el colegio hacía los trabajos prácticos en video."
Así, su vida profesional pasó entre videoclips, publicidades, videos institucionales y diversos trabajos freelance. Y, en paralelo, concretó la expansión de una colección caótica (incompleta, caprichosa) de objetos que le representen una añoranza, una especie de satisfacción. Hasta que hace apenas tres años, incentivado por sus amigos, se decidió por hacer un videíto sencillo en el que aportara su mirada cargada de retromanía. Empezó con un clip sobre exploitaition de bicis BMX y nunca más paró.
Sin brújula ni norte, subió el video a Facebook y esos mismos contactos lo cebaron para que haga más. Y otro más, y otro más. "Lo que propongo es un viaje en el tiempo a través de los sentidos", comenta con la foto ya más nítida. Y sigue, sin apoyarse en la nostalgia reaccionaria, ni insatisfecha, ni llora-tango: "Los vehículos somos nosotros, nuestras cosas y los recuerdos". Lo suyo es máximo idilio, máximo goce nostálgico.
► Imágenes retro
Criado con miles de horas de exposición a los rayos catódicos desprendidos de un TV Hitachi y configurado por la programación de los cines de la calle Cabildo, Nicolás flasheó desde siempre con la cultura pop. Enamorado de Las Tortugas Ninja, le pidió a su viejo que, cuando pudiera, en algún momento, le comprara alguno de sus muñecos. Y -generoso- él le compró las cuatro tortugas. "Había sido muy pobre de pibe y quiso reparar algo", asegura. "A riesgo de que se vea que fui el nene más solitario del mundo, yo sentí que me volvía a mi casa con cuatro amigos."
Sin embargo, a pesar de tener una casa custodiada por puras nerdeadas, no fetichiza a los objetos por sí mismos sino que guarda con ellos un vínculo especial: "Para mí son como una máquina del tiempo". Su yeite es la memoria. Por ahí, una Super Nintendo en caja, un Super Famicom, un Atari Pinball, otro Atari pero 2600, el PC Fútbol Clausura '95 en diskette, seis videocaseteras, ocho View-Master, el tráiler en 35mm. de Volver al Futuro, una Compaq Presario 425 corriendo Doom, un skate firmado por Tony Alva, un arcade montado sobre una Raspberry, un juego de Spy Tech, doce Game Boy, dos iMac de 1983 y… la mera identificación del resto de las cosas podría ocupar todo el artículo. Mejor sigamos adelante.
Todos esos chiches, en su justa medida, son una fuente inagotable de inspiración para Nicolás, que no se considera un completista ni tampoco un coleccionista. Aunque aclara: "Yo no me creo coleccionista, pero mis cosas dicen que lo soy." Entretanto, esos objetos le disparan excitación y una necesidad imperiosa de compartir, de buscar a otros que anden en la misma. "Lo que más me lleva a hacer un video es meterme a desarmar una historia de la que conozco una parte, pero que hay un montón atrás."
► El basurero de la historia
En la caja de comentarios de su cuenta de YouTube (con casi 80.000 suscriptores) y en las de su perfil de Instagram (otros 50.000), uno de los mensajes más habituales con los que se encuentra es el de "me hiciste acordar de tal o cual cosa". Cada video dispara otro montón de estímulos y abre una compuerta que, a su vez, tiene otras miles de compuertas por abrir.
"Tengo una avidez de investigación muy fuerte y creo que lo más importante es que los videos cuenten una historia que no sea fría, sino una colectiva, una cargada de emociones", describe Olivieri. De paso, vaya una sugerencia: su contenido puede maridar perfectamente con el del canal Ayer Nomás que, si bien se encarga de temáticas netamente audiovisuales, anda en una búsqueda espiritual similar.
Por caso, ¿cuáles serán sus próximos videos? Las Retro Aventuras tiene, por lo menos, cinco nuevos capítulos en mente: la historia del videojuego Street Fighter, la de los libros Elige tu propia aventura, la del canal The Big Channel, la de las computadoras personales y la de la revista Top Kids. "Hago esto también para poder completar ciertas piezas de una personalidad curiosa", describe sobre sí mismo.
"Por ejemplo, sin esas iMac que ves ahí (señala a una repisa llena de ítems exquisitos) no habrían iPhones, ya que esas son las computadoras que le permitieron a Apple revivir en su pelea contra Microsoft", desliza. "Esas son cosas que tal vez no sabe todo el mundo y que disfruto compartir." Aquí, el fetiche autoconsciente por el pasado entroniza la idea de un canal (y de una datita determinada) cuya condición temporal está anclada hacia atrás para, también, poder narrar hacia adelante.