Hace algún tiempo me rodea la sensación de que entre las viejas travas y las nuevas generaciones de pibitas trans, hay un largo y silencioso vacío. A mí, por mi profesión de metiche, me toca conocer las historias de muchas compañeras que peinarían canas sino fueran tan coquetas. Nos hemos pasado tardes completas tomando mate en la peluquería con mi Tia Pony, recordando andariegas desventuras. Me toca escuchar los largos audios de Rosario contándome lo dura que se ponía la calle. Y nos hemos embriagado de perfumes charlando con la Maga de coqueterías y siliconas. Pero mucho de ese legado, llega a las pibitas mediatizado por las narrativas de slogan político, entonces nuestra historia habla mucho de opresiones, persecuciones y violencias, pero poco de esa construcción amorosa de nuestra travestitud.
“Crianzas, el musical” es una obra teatral para las infancias, basada en el libro de Susy Shock. Con una delicadísima, pero sencilla narrativa escénica la obra apuesta a construir ese puente que nos hace tanta falta. La obra fue adaptada y dirigida por Valeria Grossi y potenciada por la dirección musical del prestigioso Carlos Gianni. Crianzas relata una serie de momentos privados vívidos por Uriel y su tía travesti, la Susy, que se abren al ojo del público para tornarse hecho político. La cotidianeidad de esa existencia trava deja de estar encerrada entre las cuatro paredes del hogar para mostrarse orgullosa y desenfadada frente al prejuicio. Con picardía, la Susy se enuncia ante la almidonada maestra de Uriel como travesti y a partir de ahí guía a su sobrino en el zigzagueante camino de enunciar el deseo, sorteando los baches y charcos del pasillo de la villa.
Las actuaciones son deslumbrantes. Con la cuarta pared vencida por completo, Sofia Dieguez y Simón Diaz Fracas interactúan con el público constantemente. La obra, inteligentemente adaptada, dialoga con distintos segmentos de espectadores. Su colorida escenografía y la planta de luces que juguetea con el teatro negro atrae a la inocente mirada de les mas peques. Su enunciación política, le habla a les xadres y abueles que acuden con sus crianzas. Y las enérgicas actuaciones de Sofía y Simón atrapan al pre-adolescente sediento de ESI, pero aburrido de la acotada cantaleta del sistema educativo. El momento más alto de la obra es quizás cuando Simon Diaz Fracas se pone un rap al hombro y enseña de punta a punta el marco normativo que protege los derechos trans. Ojo al piojo con Simón, que a los 10 años ya la descose toda como actor y tiene su propia banda de rock. Con una simpatía inigualable, solidez vocal y coreográfica, Simón te deja cantando en la cabeza las definiciones y conceptos que a más de un arrugado académico se le cae de la memoria. Este y los muchos momentos de complicidad y ternura entre la actriz trava y el novel actor, te dejan levitando en una atmósfera de afectos puros.
Esta apuesta del Teatro Picadero es una esperanza de volver a atar esos nudos amorosos de nuestro existir travesti. Nos permite narrar historias que nos tengan por protagonistas en lugar de víctimas y mostrar nuestras casitas colorinches de orgullo e historias cotidianas. Cada sonrisa que se roba el espectáculo enriquece la posibilidad de dejarle al piberio trans y travesti un lenguaje nuevo, que les enseñe a hablar de nuestra historia sin la pesadumbre de las ausencias y deudas y que les permita enunciarse desde la esperanza hecha canción.
“Crianzas, el musical” está en cartelera durante todo el mes de Abril, los sábados a las 15.30 en el Teatro Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857, CABA).