Sofía Rocha lo tiene clarísimo: el de la prostitución no es un mundo aparte sino uno hecho de lazos con la sociedad en la que se desarrolla. No es que no lo supiera de antes, sino que su investigación para Salir de puta, primer documental dedicado a la prostitución femenina en Argentina, le permitió verificarlo, personalizarlo, profundizar en él. Estrenado en junio del año pasado en el festival feminista Flying Broom de Ankara, Salir de puta llegará a la pantalla del cine Gaumont este jueves.
Pleno de testimonios de primera mano, que van de lo doloroso a lo lúdico y pasan por lo visceral, el documental de Sofía Rocha recoge las voces de las prostitutas callejeras, de las escorts clase ABC 1, de las madres de chicas víctimas de la trata y de las militantes. En este colectivo asoman dos posiciones encontradas: la del sector que lucha por la abolición de la prostitución, a partir de caracterizarla como un modo de explotación patriarcal, y la de quienes por el contrario lo consideran un trabajo como cualquier otro, proponiendo su regulación, en la que resulta esencial el combate contra el proxenetismo.
En menos de 90 minutos, el minucioso, paciente y lúcido documental de Rocha se constituye en un verdadero fresco sobre el tema, visto desde el lado de las víctimas. Un documental tan corajudo que no duda en denunciar con nombre y apellido a los mismísimos Eduardo Duhalde y, faltaba más, Mauricio Macri, a quienes señalan como cómplices de la trata. Salir de puta va a traer cola.
-¿Conocías el mundo de la prostitución, o lo conociste durante la investigación?
-Lo conocía por participar del movimiento de mujeres, diversidades y feminismos. Gracias a la realización de la película pude conocerlo más de cerca, desde las mujeres, trans y travestis que ponen el cuerpo todos los días para ganarse el mango. Lo que descubrí es que el mismo debate que se desarrolla en nuestro movimiento está en las propias protagonistas del tema, condensado en las dos organizaciones que participaron del documental. Me refiero a AMMAR Trabajadoras Sexuales, quienes están a favor de reglamentar la prostitución como trabajo, y AMADH Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos, quienes se posicionan desde el abolicionismo y no lo consideran un trabajo, a pesar de tener que ejercerlo por no tener otras opciones. También pude profundizar sobre las redes de trata y proxenetismo, y obtener información directa sobre algunos casos y sus responsables, recorrer ex-prostíbulos en CABA, de la mano de Margarita Meira, de Madres Víctimas de Trata.
-¿Qué descubriste durante el proyecto?
-Aprendí muchísimo. Tomé noción de todo lo que abarca la prostitución, la multiplicidad de aspectos de la sociedad que atraviesa, como la sexualidad, la necesidad económica, las clases sociales, la opresión de género, el poder, el trabajo, la familia, el Estado y sus instituciones, las leyes, la doble moral. Creo que muchas veces vemos el tema abordado mediáticamente desde estereotipos construidos para que no nos demos cuenta de que es algo mucho más cercano a nosotres que lo que se presenta en esa construcción.
-¿Encontraste alguna resistencia a la visibilización, o al contrario?
-Encontré una gran necesidad e interés de visibilizar el tema desde varios lados. Desde las protagonistas al exponer sus distintas vivencias, y la fundamentación de sus posiciones políticas y filosóficas de vida. Y también desde una gran parte del movimiento de mujeres, diversidades y feminismos, ya que es un debate muy álgido y suele ser muy difícil de abordar en las actividades, o cuando se redactan los documentos del 8M y la marcha por Ni una menos.
-Salir de puta es uno de esos documentales en los que se nota que llevaron mucho tiempo de trabajo, en todas sus etapas. Se nota que filmaste mucho, y eso te permitió decantar lo esencial. Que lo fuiste construyendo de a poco, y que ese tiempo te permitió fijar los ejes del relato.
-Totalmente. De hecho lo que podría llamarse guion cambió muchísimas veces. El proyecto llevó mucho tiempo de investigación de todo tipo. Como bien mencionás, parte del proceso de decantación fue ir editando el material que íbamos registrando. Ir encontrando en esa materia prima los nudos principales del debate y el trasfondo de cada postura. Sus diferencias y también conexiones.
-Se nota de tu parte una apertura a todas las voces. Eso te permitió asomarte a la interna que mencionabas antes, dos posturas políticas totalmente disímiles en relación con la prostitución. Vos manifestás esas oposiciones mediante al montaje alterno.
-Tuve muy en claro desde el principio que el relato tenía que ser coral, que abordar el debate implicaba abrir la oportunidad de conocer a fondo cada postura y los matices que van planteando las protagonistas a medida que se desarrolla. Para lograr esa relación que se ve a través del montaje, realicé un cuestionario que tenía como objetivo poder ir a los nudos de debate, luego en el encuentro con ellas obviamente fueron surgiendo nuevas cosas. Fue fundamental escucharlas sin prejuicios. No en el sentido de conciliar, porque eso sería negar el debate, sino de preguntarles con respeto cuáles eran sus opiniones sobre esos nudos, sobre la postura contraria a la suya, además de sus vivencias que ya de por sí dan cuenta de esas diferencias.
-Los que no aparecen son "los malos de la película", la cana y los proxenetas. Tampoco los clientes. ¿Intentaste entrevistar a representantes de alguno de esos colectivos, o los dejaste afuera deliberadamente?
-En un momento pensé que sería interesante, pero luego lo descarté. Por un lado, porque no podía abarcar la infinidad de aspectos que constituyen el mundo de la prostitución. Por otro, porque en el caso de policía y proxenetas, implicaba poner al mismo nivel o darle el mismo lugar de “entrevistadxs” a las mujeres que a ellos y no me parecía el tratamiento adecuado. Hubo un momento en el que resultó clarísimo que el relato tenía que construirse desde las verdaderas protagonistas, y que los otros elementos tenía que introducirse en relación a ellas como centro de la escena.
-¿Te sorprendió encontrarte con prostitutas que afirman gozar o divertirse en su trabajo?
-Digamos que ya conocía esas posiciones, así que lo que me sorprendió fue acceder a la argumentación más compleja, al desarrollo profundo de esa postura y de la abolicionista también. Entender las diferentes concepciones y categorías, dilucidar dónde se traba el debate centralmente. Para mí es importante el hecho de que ninguna de ellas plantee el modelo prohibicionista como solución, ni siquiera las que no lo consideran trabajo, ya que no lo hacen por una cuestión moralista sino por la violencia que han sufrido al ejercerlo. Y me sorprendió para bien encontrar algunos puntos que al menos yo considero que podrían ser parte la lucha común del movimiento de mujeres, diversidades y feminismos. Centralmente tres: no criminalizar ni perseguir a las personas que ejercen la prostitución por cuenta propia, de la mano de derogar los códigos contravenciones provinciales que en muchos casos castigan a estas personas para beneficiar a proxenetas y prostíbulos, empujándolas a ejercer en esos lugares; exigirle al Estado opciones laborales y educativas a las personas que quieren salir de la prostitución; y perseguir y desmantelar las redes de trata y proxenetismo que hacen negocio a costa del cuerpo y sexualidad de estas personas.
-En un acto de mucho coraje denunciás con nombre y apellido a Macri y Duhalde como cómplices de la trata. ¿No tenés miedo de comerte un juicio, o dos?
-Más que miedo a juicios, en el momento de abordar el tema de las redes de trata y proxenetismo tuvimos conciencia de que nos estábamos metiendo con los intereses de gente muy poderosa, con lazos empresariales, políticos, judiciales, policiales. Por eso intentamos cuidarnos lo más posible, sobre todo en esas jornadas en la calle, en los barrios de Constitución, Flores y Once, yendo en grupo y avisando a conocides adónde íbamos. Creo que poder conocer a Margarita Meira y su fortaleza para luchar contra esos intereses, desmantelar prostíbulos, rescatar pibas secuestradas, alimentó las ganas de aportar, en nuestro caso incluyendo toda la información brindada en el documental, en poder ayudar a difundir el tema, y en ponerle nombre y apellido a los responsables. No mostrarlo sería contradictorio con el objetivo del documental y con la lucha feminista que venimos dando año a año, además de una decisión cobarde.