Entre los hechos más reivindicativos de la lucha sindical argentina, asociada al devenir de la historia contemporánea, el paro general y la movilización que la CGT Brasil convoca a la Plaza de Mayo el 30 de marzo de 1982 “para expresar el rechazo al gobierno militar” –señala el historiador Roberto Baschetti-- marca el comienzo del final de la dictadura. Y contra los intentos por deslegitimar el accionar de los gremios en el deterioro del régimen; ese acto –y la ferocidad con que fue reprimido— se convirtió en la bisagra que permitió, en paralelo a la lucha de Derechos Humanos y luego claro, a la derrota en Malvinas, poner fin a esos años oscuros y devolverle al país el recorrido democrático que aún perdura.
Este es el análisis que hoy, a 40 años de aquella gesta, resurge en los testimonios de quienes la protagonizaron. Y la sostienen como una instancia de enorme valor histórico en la memoria social de la Argentina.
“El 30 de marzo de 1982 hacía un mes y medio que había ingresado a una escuela especial de la ciudad de Buenos Aires –recuerda Angélica Graciano, secretaria general de UTE--. En los días previos, hubo una reunión con algunas compañeras, las más politizadas. Se estaba reorganizando el sindicato y se decide ir a la marcha. Fui con ellas a la concentración que en representación del movimiento obrero convocaba Saúl Ubaldini. Fue un momento clave de la historia, hubo un antes y un después de esa marcha: se debilitó la dictadura porque el movimiento obrero respondió como tenía que hacerlo, con organización y lucha”.
Victorio Paulón, en ese momento dirigente de la seccional Villa Constitución de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), había salido en libertad. Y “la huelga” lo encuentra en libertad vigilada. “Justo me la habían levantado y estaba preparando mi viaje a Francia para el reencuentro familiar” recuerda. “Así que mi participación fue directa por estar en contacto con los compañeros metalúrgicos que se estaban reorganizando" añade.
El actual senador por el Frente de Todos Omar Plaini, entonces trabajador en un puesto de diarios, la convocatoria “del sector más combativo de la CGT (la CGT Brasil), me encuentra militando en la base, y por eso formaba parte de las columnas que llegamos a la Plaza de Mayo, lideradas por Ubaldini, hombre de un gran carisma, pero, sobre todo, un cuadro integral del movimiento sindical y del peronismo, quien nos había convocado tras la consigna de Paz, Pan y Trabajo”.
Junto a Ubaldini, Ricardo Pérez de camioneros, Roberto Digón por los tabacaleros, José Rodríguez de Smata, recuerda Plaini. Los gremios habían convocado a mas de 50.000 personas. "Pero la represión, cuya táctica foquista nunca se había visto en Argentina --agrega-- terminó con la detención de mas de mil compañeros y dejo muchísimos heridos". Aquel 30 de marzo fue estratégico, "la dictadura tambaleaba y ese hecho fue la piedra que terminaría de derrotarla".
“Yo estuve allí –comparte el dirigente de la CTA Claudio Lozano--, llegamos al borde de la plaza porque salimos del Servicio Paz y Justicia, donde yo militaba con Adolfo (Pérez Esquivel) y salimos de la calle México pero cuando estábamos cruzando Irigoyen, desde un camión hidrante milicos con armas largas comenzaron a dispararnos. Así que nuestra llegada fue llegada y salida, porque ahí comenzó la persecución. Huíamos por San Telmo y termine escondido debajo de un auto en un garaje al que nos dejaron entrar y al cual ingresaron los uniformados pero como estaba debajo del auto no me encontraron”.
Igual suerte corrió la docente: “íbamos caminando por Corrientes cuando se desató la represión. Fue una experiencia que jamás voy a olvidar –afirma Graciano—, nos escondimos en un zaguán porque la brutalidad era extrema, arrastraban a la gente por las calles y una señora nos abrió la puerta para que nos refugiemos, era temerario el nivel de violencia. Y hoy, 40 años después resuenan los reclamos de esa época por Paz, Pan y Trabajo por parte de la clase trabajadora que sigue la lucha por mejores salarios, trabajo, y porque la pobreza en la Argentina sea combatida por un gobierno popular”.
El sindicalismo en ese momento “puso su sello a lo que vendría después”, reflexiona Paulón. “La gran vocación de unidad, precedida por muchos enfrentamientos, la reorganización y la defensa de los intereses de los trabajadores. Esa huelga fue el hecho más reivindicativo del mundo del trabajo. Y los que en ese momento emergieron como referentes sindicales, luego conducirían al movimiento obrero y garantizarían hasta la llegada del menemismo, una acción gremial asociada a la reivindicacion del trabajo”.
"Hay una historia construida sobre el golpe donde los sindicatos aparecen como sus socios --reflexiona Lozano--, hubo socios siniestros, pero la importancia del 30 de marzo radica en la demostración de la resistencia y la fuerza de los trabajadores junto el pueblo argentino, que pudieron derrotar al regimen que impuso el golpe de Estado".