Alejandro Segura, hoy Juez Federal en La Matanza, era un joven militante de base, y ya era funcionario del Poder Judicial –se había recibido un año antes—, cuando decide asistir al acto del 30 de marzo al que en 1982 convoca la confrontativa CGT Brasil. “Participé con la Unión de Empleados de Justicia de la Nación de la marcha convocada por Pan, Paz y Trabajo, contra la dictadura cívico–militar” explica. Al escapar de la represión desatada, logra subir a un colectivo, pero sus perseguidores uniformados también lo hacen y es detenido. “En la vereda, frente al milico que me mira y me apunta, el fotógrafo Pablo Losansky toma una foto donde se me ve bajo la sombra del represor a quien miro desafiante a los ojos”, describe.
Esa imagen, que él pudo ver unos días después publicada en una revista de actualidad, se convertiría en símbolo de resistencia y como tal recorrería “galerías y documentales por todo el mundo y a lo largo de estos 40 años” repasa. Una de las más conocidas es la película La república perdida. Y ya forma parte del acervo documental de la exEsma.
Para Segura “ver a ese joven que era, luchando por la democracia y la justicia social es una enorme satisfacción, porque puedo contar a mis hijos y nieta lo que estuve haciendo durante la dictadura. Y confirma que yo tampoco he dejado mis convicciones en la puerta del juzgado”, afirma. “Sigo siendo el mismo –sostiene—, sigo luchando por los mismos principios y valores. Resistir a la dictadura fue una medalla para mí. Y si fui a la marcha fue porque la dictadura ya no se aguantaba más, y conocíamos todo lo que habían arrasado, las personas desaparecidas, la economía totalmente quebrada, pero la CGT garantizaba en ese acto, los derechos de los trabajadores. Por eso ese día, todo el que se reivindicaba democrático y popular apoyó esa lucha y la marcha del 30 de marzo, que se replicó en todo el país, y que en Mendoza, dejo el triste saldo la muerte de Benedicto Ortíz, un compañero asesinado en la represión de esa jornada".