El Gobierno británico pidió disculpas este miércoles luego de conocerse los resultados de una investigación encargada por el Ministerio de Salud sobre una maternidad luego de que un grupo de familias denunciaran malos tratos e irregularidades en los procedimientos médicos tras las muertes de sus bebés. Según el informe, la muerte de unos 200 bebés ocurrida durante las últimas dos décadas en un hospital ubicado al noroeste de Inglaterra podría haberse evitado si "hubieran recibido mejores cuidados al nacer".
El documento, que fue encargado en 2017, analizó 1.592 casos registrados en la maternidad del Shrewsbury and Telford Hospitalen y concluyó que el rechazo obstinado a realizar cesáreas y la falta de cuidados adecuados provocaron la muerte evitable de decenas de recién nacidos.
La investigación evaluó que “201 bebés podrían haber vivido si el hospital hubiera proporcionado una mejor atención” y que “nueve madres también perdieron la vida debido a la mala atención, mientras que otras se vieron obligadas a dar a luz de forma natural cuando se les debería haber ofrecido una cesárea”.
“A todas las familias que han sufrido tanto, lo siento", dijo hoy el ministro británico de Salud, Sajid Javid, ante el Parlamento.
El funcionario sostuvo que el informe, que puso de manifiesto la magnitud de un escándalo que abarca dos décadas, "deja claro que fueron víctimas de un servicio que estaba ahí para ayudarlos".
Graves denuncias
El trabajo, de 250 páginas, incluye casos de recién nacidos con cráneos fracturados, huesos rotos y problemas cerebrales debido a la falta de oxígeno sufrida en el momento del nacimiento.
También se encontraron fallos "significativos o importantes" en una cuarta parte de los 498 casos de bebés fallecidos que fueron estudiados. En el 40 por ciento de los casos, no se llevó a cabo ninguna investigación interna sobre la causa de la muerte.
El parlamentario Jeremy Hunt, que encargó el informe en 2017, aseguró que las conclusiones de la investigación eran "peores" de lo que podría haber imaginado.
Por su parte, Donna Ockenden, encargada de dirigir la investigación, manifestó que el hospital "no investigó (los casos), no aprendió (de sus errores), no mejoró".
La madres que buscaron respuestas
Las primeras en visibilizar las irregularidades que se denuncian en la maternidad fueron dos madres que perdieron a sus bebés. Rhiannon Davies dio a luz a su hija Kate en 2009, la niña murió a las pocas horas. Según denunció la mujer, en la clínica desoyeron sus dudas sobre el poco movimiento que sentía en las últimas semanas de embarazo. Tampoco nadie actuó a tiempo cuando la recién nacida presentó problemas para respirar.
Fue recién en 2016 cuando la institución reconoció que la muerte de la bebé había podido haberse evitado.
Ese mismo año, la bebé de Kayleigh Griffiths murió con tan solo 31 horas de vida. Un médico forense dictaminó que la muerte de la recién nacida también había sido evitable. Griffiths se puso en contacto con Davies y juntas empezaron a rastrear otros casos similares.
Luego de haber recolectado los datos de otros 23 casos similares solicitaron una reunión con el entonces secretario de salud, Jeremy Hunt. El funcionario encargó la investigación en mayo de 2017.