Desde el Polo científico-tecnológico en Palermo, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, en conjunto con la titular de la cartera sanitaria, Carla Vizzotti, anunciaron que el proyecto para desarrollar una vacuna anticovid 100 por ciento argentina superó con éxito la fase de estudios preclínicos y logró la aprobación por parte de Anmat para avanzar hacia los estudios de fase 1.
“Es una alegría dar una noticia como esta. La Anmat aprobó el avance hacia la fase 1 en humanos; es un trabajo que lleva mucho esfuerzo y nos genera orgullo”, dijo Vizzotti. Y completó: “Se confirma el círculo virtuoso entre la investigación, el desarrollo y el impacto positivo en la sociedad. Es un momento histórico tener una vacuna candidata para ser utilizada como refuerzos”. Al respecto, Filmus apuntó: “Sería bueno que antes de fin de año tengamos una vacuna que ayude a nuestra población”
A partir de este momento, la iniciativa autóctona para combatir al coronavirus seguirá con la evaluación de seguridad, tolerabilidad e inmunogenicidad en el marco de estudios clínicos en humanos. Se trata de la Arvac-Cecilia Grierson, la fórmula vacunal que lleva su nombre en homenaje a la primera médica del país, y que recibió financiamiento del Gobierno a través del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. “Es una vacuna que será utilizada como refuerzo y que será eficaz contra las variantes que circulan. En tres meses podremos actualizarla y que sea eficaz contra las variantes que emerjan en el futuro”, destacó Juliana Cassataro, la científica a cargo del proyecto.
De la conferencia, también participaron el titular de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), Fernando Peirano; la presidenta del Conicet, Ana Franchi; el rector de la Universidad Nacional de San Martin, Carlos Grecco, y el titular del Laboratorio Cassará, Jorge Cassará.
El camino está signado, el proyecto adquiere forma y las ansiedades aumentan: hacia las vacaciones de invierno, el equipo científico de la Universidad Nacional de San Martín liderado por la Investigadora del Conicet Juliana Cassataro, buscará culminar la fase 2/3 con 4 mil personas. A partir de ese momento, de tener éxito, estarán en condiciones de registrar la vacuna y de comenzar a fabricarla a escala. La meta es que de cara al 2023 Argentina pueda disponer de una tecnología 100 por ciento local para combatir al coronavirus, un patógeno que llegó para quedarse y cuyas vacunas serán incluidas, tarde o temprano, en el calendario obligatorio.
De la fase 1 participarán 80 voluntarios sanos (entre 18 y 85 años) que, previamente, hayan recibido un esquema de vacunación previo completo. Se realizará en un centro de CABA autorizado por la Anmat y estará a cargo del infectológo y pediatra, Gustavo Yerino. En los ensayos preclínicos realizados en animales, la vacuna contra covid exhibió una inmunogenicidad “adecuada” --generó buenos niveles de anticuerpos neutralizantes y una respuesta celular de linfocitos T correcta-- y, en la actualidad, avanzará hacia las pruebas en seres humanos. En las evaluaciones realizadas desde el laboratorio, la sustancia activa ha demostrado, en paralelo, ser eficaz contra las diferentes variantes del Sars CoV-2 que circulan en Argentina.
Ideal como refuerzo
La Arvac es una vacuna diseñada a partir de proteínas recombinantes, que puede almacenarse entre los 2 y los 8 grados centígrados y que servirá como caballo de batalla en el futuro de la campaña de vacunación, en la medida en que podrá ser empleada como refuerzo. Se escogió esta técnica de proteínas recombinantes --también utilizada en fórmulas de otras vacunas como la Hepatitis B y el Virus del Papiloma Humano-- porque puede complementarse sin problemas con otras dosis basadas en virus inactivados (como las elaboradas por Sinopharm), adenovirus (como AstraZeneca o Sputnik) y ARN (como Moderna o Pfizer). Según Cassataro, su perfil es ideal, es muy segura y ya fue estudiada en bebés y embarazadas.
Las proteínas constituyen uno de los componentes más importantes de las células porque desarrollan funciones específicas fundamentales para la vida. Son “recombinantes” porque pueden expresarse en una célula distinta al sitio en el que tradicionalmente son halladas y, además, pueden ser modificadas a partir de técnicas de biología molecular. En el caso de la vacuna, expresan la proteína Spike del Sars Cov-2 en células eucariotas.
Desde inicios de 2021, el proyecto de la vacuna impulsado por la Unsam y el Conicet se asoció con el Laboratorio Pablo Cassará. Se trata de una institución que cuenta con plantas con la capacidad suficiente de elaborar 50 millones de dosis. Una compañía con expertos y expertas en desarrollo farmacéutico, en transferencia tecnológica, en la realización de ensayos clínicos y en escalado de productos biológicos, con espalda a nivel nacional para llevar adelante las tareas de investigación y desarrollo que requieren la fabricación de una tecnología sanitaria tan sensible y estratégica como una vacuna. De hecho, este Laboratorio es el encargado de aportar dinero para la realización de la fase 1 que acaba de anunciarse.
Otras en carrera
Además de la tecnología creada en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad Nacional de San Martín, se halla la fórmula monodosis diseñada por el investigador Osvaldo Podhajcer desde el Instituto Leloir. Representa el fruto del acuerdo con la compañía Vaxinz y en ensayos preclínicos ya demostró una fuerte respuesta inmune. También hay que mencionar otras que están en carrera, como la Argenvac, del Conicet y la Universidad Nacional de La Plata. Una iniciativa impulsada por el científico Guillermo Docena desde el Instituto de Estudios Inmunológicos y Fisiopatológicos y el Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas. Asimismo, se encuentra el proyecto coordinado por la especialista Daniela Bottero, que se propone el diseño de una vacuna de segunda generación, a partir de la participación de diversas instituciones como el Conicet, el INTI, el INTA y el Instituto Leloir.
Las cuatro líneas (y otras que se hallan en fases previas de desarrollo) recibieron apoyo del Gobierno y del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, a través de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.
El hecho de que Argentina, a través de su sistema científico y tecnológico, promueva las capacidades para generar sus propias soluciones resulta medular porque refuerza el camino que vincula al conocimiento con la soberanía, al tiempo que siembra antecedentes de cara al futuro.