La Guerra de Malvinas sigue siendo una herida aún abierta en la sociedad argentina. A cuarenta años del desembarco argentino en las islas, el dolor por los caídos en combate, la falta de reconocimiento a los soldados que regresaron al continente y la imposibilidad de establecer una Política de Estado alrededor de la reafirmación de la soberanía argentina en las Malvinas imposibilitan pensar a ese territorio nacional sin ser atravesados por el dolor. Una cicatriz imposible de cerrar, que algunos intentan olvidar y otros se empecinan en mantenerla presente y activa. En ese camino se embarca la emisión del viernes (a las 21.15) de SIC. Periodismo textual, el muy interesante ciclo de crónicas periodísticas que la TV Pública estrenó hace un par de semanas, que posará su mirada sobre aquella aventura de la dictadura militar que le costó la vida a 649 soldados argentinos.
El ciclo de “periodismo de territorio” que conducen Luciano Galende y Florencia Alcaraz centrará el episodio de esta semana en el abordaje al conflicto bélico en el Atlántico Sur, ya no desde una perspectiva historicista, sino más bien surcándolo desde el valor de la memoria y la identidad. Bajo el título “Malvinas, 40 años y un nombre”, el envío viajará por distintas provincias del país para contar la historia de las familias que esperaron varias décadas para tener una identificación positiva de sus muertos en las islas, gracias al incansable y minucioso trabajo que realiza el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), junto al Comité Internacional de la Cruz Roja.
“Pudimos viajar a Chaco y a Corrientes junto al Ministerio de Justicia, el EAAF y la Cruz Roja a llevarles el expediente a familiares de ex combatientes que murieron en combate, a partir de los cuales pudieron conocer 40 años después qué había pasado con sus seres queridos y dónde de estaban sepultados”, le cuenta a Página/12 Alcaraz, a quien la causa Malvinas le toca muy de cerca porque su padre fue un ex veterano en continente que aún lucha por ser reconocido por el Estado. “Lo impresionante de esas historias -detalla- fue que pasó tanto tiempo que los padres de los soldados caídos murieron sin saber qué había sido de sus hijos, por lo que eran sus hermanos y hermanas quienes recibían la información. Fue muy fuerte ver cómo a sus hermanos les costaba abrir esos expedientes, mientras que los sobrinos de los ex combatientes sí lo hacían y no dejaban de hacer preguntas”.
“Es muy importante recordar y reafirmar la soberanía porque las derechas manejan muy bien dos estrategias que aplican a la hora de producir sentido: corrompen la memoria y dificultan las conversaciones”, agrega Galende en la charla con Página/12. “Esta cuestión de que no hay nada para recordar y que no hay nada para hablar, porque si lo hablamos nos vamos a pelear, es la regla que intentan imponer para dejar en silencio y soledad a los que lo hacen. Por eso hay que hablar. Porque también hay algo que ocurre con Malvinas: cose un espíritu patriótico con mucha claridad, ya que es de los pocos temas de la sociedad argentina que unifica criterio. No por casualidad hubo tanta movida durante el macrismo para corromper eso, porque anida en la causa Malvinas un espíritu patriótico”.
Con ese afán recordatorio, en clave de crónicas, SIC intentará pensar la guerra en todas sus dimensiones, haciendo foco en entrevistas a familiares y relatos de ex combatientes que giran en torno al proceso emocional que sufrieron desde 1982 hasta este tiempo en el que se avanzó enormemente en la identificación de los restos de soldados argentinos muertos en combate. “Nos propusimos contar el desarrollo del trauma que genera la guerra, del duelo por la pérdida de un ser querido al que no se lo puede identificar, y el posible cierre de ese duelo a partir del reconocimiento positivo de los caídos a través del ADN”, enumera Juan Alonso, a cargo de la dirección periodística de SIC. “Es un envío que busca atar los nudos de la memoria, tanto en términos periodísticos como psicoanalíticos”, puntualiza el periodista.
Entre las diferentes historias, el programa contará con los testimonios del veterano de guerra Julio Aro y del ex oficial británico Geoffrey Cardozo, quienes en 2008 se pusieron al hombro el proyecto de identificar a los soldados caídos enterrados en el cementerio de Darwin. Su encuentro y trabajo fueron el primer y necesario paso para que, años más tarde, un acuerdo internacional habilitara el trabajo de la Cruz Roja y el EAAF para devolverle a muchas familias de soldados una parte importante de sus historias.
“La tarea de Geoffrey Cardozo -cuenta Galende- es muy interesante porque fue la persona que el ejército inglés asignó en enero del 1983 para levantar los cuerpos del campo de batalla. Fue quien encabezó el equipo que levantó las ‘tumbas de guerra’, que no son otra cosa que las que los soldados argentinos hicieron precariamente a sus compañeros muertos en combate. Geoffrey fue quien llevó esos cuerpos al cementerio de Darwin y los enterró, identificando a que los que pudo y a los que no colocándolos bajo la placa Soldado argentino solo conocido por Dios”. Alonso, por su parte, agrega que el envío “atraviesa la emoción y la memoria. En un momento en el que desde los medios comerciales el ejercicio de la memoria no está de moda. Es un valor narrativo y periodístico: rescata la esencia humana en un momento de enorme fragilidad en el mundo”.
Tras un primer programa dedicado exclusivamente a la revolución social y política que está en pleno desarrollo en Chile, y un segundo que abordó la dictadura militar desde la persecución contra los trabajadores y la alianza entre poder político y judicial desde 1975 a la actualidad, SIC se propuso recuperar la crónica periodística en profundidad, con una cuidada realización. “La crónica es un género periodístico único. Que alguien tenga algo para contarte, que eso que cuenta sea un hecho y no una opinión, es una distintiva manera de acercarte a la historia. El periodismo debería retomar la crónica como eje, alejándose un poco de la opinión. Hay mucho escritorio y poca calle”, señala Galende.
Por su parte, Alcaraz detalla que el ciclo tiene una inquietud sanadora. “La cuestión de la incertidumbre de lo que ocurrió con sus seres queridos cruza todo el trabajo, en un desconocimiento que hizo que aún hoy muchos familiares esperan que sus hermanos aparezcan por la puerta", analiza. "Hay un duelo interrumpido que, tal vez, el Estado hoy está reparando con la identificación de los soldados. Y eso es también parte del trabajo de la crónica: denunciar, iluminar oscuridades, pero sin dejar de trabajar la esperanza de que las cosas pueden cambiar”.