A casi un año y medio del inicio de su mandato, la mitad de la población boliviana valora positivamente la gestión del presidente Luis Arce, de acuerdo al último sondeo realizado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag). "Esta es la tercera encuesta que hacemos en Bolivia después de la toma de posesión de de Arce. Lo que percibimos es que hay un alto grado de estabilidad que se sostiene en torno a unos 47 puntos, tanto en imagen positiva como en evaluación económica, que está incluso un poquito más alta. Es un valor muy alto en comparación con la mayoría de los presidentes de la región", destaca en diálogo con Página/12 el director del Celag, Alfredo Serrano Mancilla.
Reactivación económica
El sondeo de Celag muestra que la sociedad boliviana sigue apoyando al gobierno, y el presidente Luis Arce alcanza una imagen positiva del 46,7 por ciento entre los encuestados, misma proporción que manifestó que "todavía confía en este gobierno". En sintonía, el 50 por ciento de los encuestados evalúa positivamente la gestión económica del gobierno, al tiempo que el 63 por ciento cree que Arce podrá mejorar en el corto y mediano plazo la situación económica, resentida por el doble efecto de la pandemia de coronavirus y la gestión de la presidenta de facto, Jeanine Áñez.
"Luis Arce ha tomado medidas puntuales. Hay que recordar que fue el ministro de Economía durante tanto tiempo del gobierno de Evo Morales, conoce muy bien la economía boliviana, se está dedicando y se observa por el número de decisiones que va tomando", advierte Serrano Mancilla, quien pone como ejemplo los créditos a una tasa del 0,5 por ciento para el desarrollo productivo. "Rápidamente Arce paralizó el intento de endeudamiento con el FMI que hizo la presidenta de facto Áñez. Creó un primer bono contra el hambre en los primeros días para amortiguar los efectos de la pandemia y de la crisis social provocada por el gobierno anterior", explica el director del Celag.
Rechazo a un nuevo golpe
La encuesta también revela que dos tercios de la ciudadanía se manifiestan en contra de la realización de un referéndum revocatorio contra el presidente, por entender que sería una pérdida de tiempo y un derroche de recursos económicos, mostrando inclusive un mayor rechazo respecto al sondeo realizado por la misma entidad en noviembre de 2021 (60 por ciento). En contraposición, el 59 por ciento de los bolivianos apoyaría la iniciativa de llevar adelante una reforma constitucional.
Además el 51,1 por ciento no cree que pueda producirse un nuevo golpe de Estado en un futuro cercano. "Es decir, se va dejando un poco atrás el momento más trágico de la historia boliviana. Hay un mayor grado de estabilidad social, política, también económica, porque se va dando una recuperación lenta pero progresiva, teniendo en cuenta que se partía de niveles de pobreza muy altos, fundamentalmente por el doble efecto de la pandemia unido al gobierno golpista de Áñez, que provocó que se volviera a hablar de hambre en la ciudadanía boliviana", observa Serrano Mancilla.
En otro tramo de la encuesta, el 57 por ciento considera que el Estado debería otorgar un bono por hijo para madres solteras, ya que ayudaría a las mujeres de bajos recursos a combatir la pobreza. Además existe un consenso transversal a toda la sociedad boliviana de que la igualdad entre hombres y mujeres es un tema prioritario a resolver en Bolivia (76 por ciento), según el mismo sondeo. Finalmente, seis de cada diez encuestados se manifiesta a favor de la extracción del oro, ya que con esos recursos se pueden financiar obras públicas.
Para Serrano Mancilla hay una lenta recuperación y lo más interesante es que la ciudadanía todavía confía en Arce. Ese "contrato de confianza" sigue siendo probablemente uno de los pilares para entender la situación política de Bolivia, unido a la desaparición prácticamente del mapa de la oposición más radicalizada. "Y es un dato interesante que haya casi un 24 por ciento de encuestados que diga que no apoya este gobierno, pero tampoco a la oposición. Eso detecta que hay un campo fértil para otro tipo de oposición que seguramente reconfiguraría un poco el orden político boliviano en los próximos meses", sostiene el director de Celag.
El estudio fue realizado entre el 2 y el 27 de marzo de 2022, mediante dos mil entrevistas telefónicas en los nueve departamentos del país, en enclaves rurales y urbanos, de acuerdo con cuotas de género, edad y nivel socioeconómico. Serrano Mancilla destaca que el estudio establece una evaluación positiva de Arce que supera a otros gobiernos de la región, que concitan el rechazo de buena parte de la población.
"En la región, el único que podría estar por encima de Luis Arce es el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, con nuestros propios datos pero también con las encuestas publicadas por otros que nosotros revisamos. También está por encima de Iván Duque en Colombia y de Guillermo Lasso en Ecuador, donde la imagen positiva solo duró dos o tres meses. Y muy por encima del expresidente chileno Sebastián Piñera o Mario Abdo Benítez en Paraguay", advierte el doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
Bolivia frente a la nueva oleada progresista
En ese contexto, y a la luz de los últimos comicios presidenciales, surge la esperanza de una nueva "oleada progresista" en la región. El expresidente de Bolivia Evo Morales sostuvo este martes que en América latina hay una "rebelión democrática" por los triunfos electorales de candidatos identificados con la izquierda y auguró la vuelta del "kirchnerismo" y el "chavismo". A su juicio, "Estados Unidos sigue perdiendo", porque "ya no hay guerra fría" ni tampoco Grupo de Lima "para atacar" al fallecido presidente venezolano, Hugo Chávez, o a su sucesor, Nicolás Maduro.
En un evento en la ciudad andina de Oruro por el 37º aniversario del Movimiento al Socialismo (MAS), el presidente Arce coincidió con Morales en pedir la unidad del partido gobernante y mencionó que ese fue el requisito para el triunfo en las elecciones de 2020 en las que el partido oficialista retornó al poder tras casi un año de la gestión interina de Áñez, que para el oficialismo fue un gobierno de facto. Los pedidos de unidad de Arce y Morales surgen en medio de algunas disidencias y posiciones encontradas entre corrientes internas que piden una renovación de dirigentes en el oficialismo y otras que defienden el liderazgo del exmandatario.