El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió postergar el anuncio sobre la salida o no de su país del plan de reducción de emisiones de gases del efecto invernadero labrado en el Acuerdo de París. Sin embargo, todo hace suponer que su determinación es ir a contramano de ese pacto firmado en 2015 por 195 países para contrarrestar el calentamiento global. Frente a lo rumores en este sentido, la Unión Europea y China acordaron ratificarlo y, de esta manera, aislar al jefe de la Casa Blanca.
“Estaré anunciando mi decisión sobre el Acuerdo de París en los próximos días. ¡HAGA AMÉRICA GRANDE OTRA VEZ!”, escribió el mandatario estadounidense en su cuenta personal del Twitter. No obstante, su postura al respecto es conocida. Durante la campaña presidencial, tildó de “cuento” a ese acuerdos y prometió “anularlo”.
Hay muchos más indicios en esa dirección. El más fuerte se vislumbró cuando durante la cumbre del G7, en Taormina, Italia, Trump mantuvo un duro entredicho con la canciller alemana, Ángela Merkel, al respecto. Tras esa reunión, el estadounidense estuvo a punto de anuciar su retiro del acuerdo climático promovido por la ONU. Luego lo pensó y dio marcha atrás.
La decisión de Trump de darle un revés al acuerdo climático supondría un inmenso paso atrás en las políticas globales de protección ambiental, a las que ya había adherido Barack Obama. La postura del ex presidente demócrata fue a contramano de la posición de los gobiernos anteriores a él. De hecho, Beijing y Washington fueron los promotores del Acuerdo de París.
Estados Unidos es el segundo país más contaminante del planeta, después de China. El potencial comercial e industrial norteamericano produce al menos del 21 por ciento de los gases nocivos para el planeta. En tanto, las industrias del gigante asiático emiten más dióxido de carbono que cualquier otro país.
Ambos gobiernos fueron los que históricamente pusieron más trabas a los acuerdos internacionales que establecen metas para cuidar el equilibrio de la naturaleza y evitar una catástrofe. Sin embargo, esta vez China cambió su posición. El gobierno chino y representantes de la Unión Europea ratificarán hoy en Bruselas su compromiso con ese acuerdo y anunciarán un convenio para el aumento de la utilización de energías renovables. La declaración conjunta dejará a Trump en soledad.
El documento firmado hace un año y medio en la capital francesa, en el marco de la COC 21, estableció nuevas metas de disminución de los resabios negativos que genera la producción industrial mediante la utilización y explotación de combustibles fósiles. El objetivo es reducir al menos a 2 grados Celsius la temperatura de la Tierra, para frenar el calentamiento y los desastres climáticos que esto genera.
Para lograrlo, todos los países, pero sobre todo los más industrializados, deberían hacer un aporte a la mitigación de gases a través de la utilización de nuevas energías que reemplacen a los viejos combustibles. El de aplicación del Acuerdo de París es a partir de 2020, cuando finaliza la vigencia del Protocolo de Kioto.
Una retirada estadounidense sería una verdadera deflagración, 18 meses después de lograrse este acuerdo histórico del que Beijing y Washington, bajo la presidencia de Obama, fueron los arquitectos centrales.