El ex presidente Mauricio Macri dejó el mazo de cartas de bridge un rato y se puso a escribir un posteo de Facebook donde cuestionó al Gobierno por un intento de regular las redes que no existe y se declaró “absolutista de la libertad de expresión”. Además de mostrar su desconocimiento de aspectos escolares de la historia de Europa y de los sistemas políticos, al definirse como un adalid de la libertad de expresión el ex mandatario obvió algunas cuestiones de cuando fue presidente, como la prisión a dueños de medios de comunicación opositores -que hoy es materia de investigación penal-, las amenazas de cerrar diarios y hasta la persecución y el encarcelamiento de tuiteros con la idea de que meras opiniones y hasta bromas eran consideradas "amenazas" para la seguridad presidencial.
Macri fue, en verdad, el último de una larga cadena de dirigentes opositores que se subieron a cuestionar las palabras del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz. De nada sirvió que el gobierno nacional aclarara que no existe ningún proyecto de ley, decreto o resolución que tienda a regular, controlar o prohibir algo en las redes sociales, sino que se trata de una iniciativa a nivel internacional para generar un debate sobre la violencia, el bullying y otras cuestiones que ocurren en las redes.
Ajeno a todo esto, el ex presidente tuiteó que es "un absolutista de la libertad de expresión", con lo que buscó emular una frase del magnate Elon Musk.
No está claro si Macri sabe que el absolutismo fue un sistema político propio del Ancien Régime que planteaba que el Estado debía ser absoluto. Quizás su expresión más recordada es la frase del rey francés Luis XIV: "El Estado soy yo". Es decir, el absolutismo es una forma de monarquía absoluta, anterior a las monarquías constitucionales del presente. Se trata de un conocimiento que se imparte en las clases de historia del secundario (Macri asistió al Cardenal Newman).
Más allá de esa expresión -que, por supuesto, llamó la atención en las redes- Macri dijo: “No concibo que la democracia sea posible regulando las expresiones en las plataformas o en los medios de comunicación. No es esa la visión del oficialismo. En el pasado intentaron regular a los medios y en la actividad individual de sus principales dirigentes consta el bloqueo a usuarios, los insultos y el desprecio a las ideas y opiniones de otras personas.”
Presos por tuitear
El ex presidente pareció obviar algunos hechos comprobables de su paso por el poder: el primero y más obvio para el debate sobre las redes fue la persecución penal a tuiteros que escribieron cantitos u otras cuestiones agraviantes y que fueron tratados como "amenazas" para el presidente y encarcelados. Fue el caso, por ejemplo, de Nicolás Lucero, de 20 años. Lucero publicó en 2016 un tuit con un cantito de una barra brava que hablaba de matar a Macri. A continuación, la División de Investigación de Amenazas e Intimidaciones Públicas de la Policía Federal intervino bajo el mando del Ministerio de Seguridad, que conducía Patricia Bullrich, quien por estas horas sostiene que "las redes sociales, que recogen el debate público, la crítica y la adhesión a determinado gobierno, no requieren una regulación".
No regulación, pero sí persecución penal sobre sus usuarios, como fue el caso de Lucero, a quien fueron a buscar a la casa, se la allanaron y se lo llevaron detenido por un mes. No sirvió de nada que explicara que estaba replicando en un tuit un cantito que se escuchó en Chacarita. Se llevaron su celular, su computadora y, por las dudas, también la de su hermana. Le iniciaron una causa por presunta intimidación pública, que terminó recién en 2018 cuando fue declarado inocente. "Nunca tuve la intención de matar a nadie, era una canción", aclaró el joven, preso por tuitear en el gobierno de Macri.
No fue el único caso: otro joven, para solidarizarse, copió su tweet y escribió: "¿Nos meterán presos a todos?". Tuvo rápidamente su respuesta: le iniciaron otra causa penal por su tweet.
Amenazas a medios
“Yo también soy un absolutista de la libertad de expresión. Por eso, si es necesario, lucharé junto a todos ustedes para que nadie se meta con lo queremos decir, cómo podemos decirlo, ni dónde tenemos permitido hacerlo”, fue el curioso cierre de Macri, quien tampoco dio cuenta de su actitud hacia los medios de comunicación opositores. Fue conocida la amenaza de cerrar este diario a raíz de una investigación sobre el blanqueo de millones de dólares que hizo el hermano del entonces presidente, Gianfranco Macri.
A eso se sumó el avance sobre el Grupo Indalo, dueño de la señal C5N, opositora en ese momento a Macri, que llevó a la prisión a sus dueños, Fabián de Souza y Cristóbal López. Al día de hoy, ambos mantienen una querella en la que se investiga si existió una persecución deliberada a dueños de medios de comunicación no afines al gobierno de Macri. Entre otras maniobras, se analizan acciones de una mesa judicial, de espionaje y hasta la creación de grupos de tareas especiales de la AFIP destinados a esos empresarios. Por esa causa, está prófugo Fabián Rodríguez Simón.
Hubo, además, un fichado de inteligencia de periodistas durante la cumbre del G-20, con caracterizaciones ideológicas de cada uno. Son solo algunos de los hechos que Macri, entre partida y partida de bridge, obvió al hablar de su compromiso con la libertad de expresión.
No sé, pero me opongo
Macri no fue el único dirigente de JxC en sumarse al debate de las redes sociales sin tener el menor conocimiento de qué era lo que proponía el Gobierno. Lo siguió el diputado Ricardo López Murphy, quien se preguntó: “¿Quieren que les pase mi contraseña de Twitter?". En la misma línea, el senador Diego Santilli cuestionó al Gobierno: “Típico del kirchnerismo: siempre en contra de la libertad de expresión. No importa cuando leas esto”. A estas posturas se plegó tempranamente el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta: “Cualquier límite a la libertad de expresión es un intento de erosión de nuestra democracia y nos oponemos absolutamente. La mejor manera de no intoxicar el espíritu de nuestra democracia es respetando la libertad de expresión y de opinión".
Le contestó la vocera presidencial, Gabriela Cerruti: “Lo que erosiona la democracia es que un jefe de gobierno instale noticias falsas. El debate sobre el buen uso por parte de los ciudadanos de las redes sociales para no generar odio o bullying o ansiedad es eje de las prácticas republicanas en el mundo”.