Uno no entiende por qué son malos los soldados rusos que invaden Ucrania y buenos los “marines” norteamericanos que invadieron Granada. Uno se pregunta por qué Saddam Hussein fue bueno hasta finales de 1990 y malo desde principios de 1991.

Por qué son malos los países que producen droga, y en cambio es bueno el modo de vida de los países que generan la necesidad de consumirlas. Hay tantas cosas que no se explican. Uno se pierde entre tanto “bien” y tanto “mal”. Guatemala acaba de exportar 1.700 toneladas de algodón al país norteamericano. Ni una más. Es la cuota permitida por el Gobierno federal. Entonces por qué las barreras proteccionistas y los subsidios son buenos para Estados Unidos y malos para América Latina. Por qué la deuda vino a habitar nuestra tristeza y los 30 billones de dólares de deuda pública estadounidense son una fiesta permanente. Por qué para Batistuta es malo el impuesto a las grandes fortunas y bueno para el resto del mundo cuando lo aplica Biden, como hizo estos días. ¿Esto es bueno o es malo? Es. Para ello las dictaduras usan terapias de sangre y fuego, las democracias usan la televisión.

Quién lo iba a decir: vuelven los impuestos a las grandes fortunas de la mano de Biden. Una decisión que informó el pasado lunes. Escuchar un discurso tan social del presidente norteamericano, nacido políticamente en el paraíso fiscal de Delaware y votante a favor de las rebajas fiscales de Reagan en los ochenta, sugiere que algo puede estar cambiando. El aumento de impuestos a las grandes fortunas sufragará, en parte, el desembolso del Gobierno federal en un contexto de incertidumbre por la alta inflación y las turbulencias geopolíticas. “Los presupuestos son una declaración de objetivos y el presupuesto que estamos representando envía un claro mensaje de que valoramos la responsabilidad fiscal de los ciudadanos para construir un Estados Unidos mejor”, expresó el presidente. Para ello la Administración propondrá un gravamen para los más ricos mediante una nueva tasa mínima del 20% sobre los ingresos, así como sobre el valor de activos líquidos como las acciones que ahora tributan solo al venderse.

Por su parte, Gabriel Batistuta sufría estos días un embargo de más de cuatro millones de pesos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) por no pagar el aporte a las grandes fortunas. Neblinas del “bien” y del “mal”. El juez Federal de Reconquista, Aldo Alurralde, instó el embargo preventivo que será “hasta cubrir la suma reclamada más lo presupuestado para intereses y costas”. Además necesitará acreditar cada retención de fondos de las entidades bancarias bajo apercibimiento de ley. Batistuta realizó el pasado año una presentación formal ante la justicia para no pagar el impuesto a las grandes fortunas.

El Kun Agüero también declaraba hace unos meses su disconformidad con la medida: “No me convence que pagues un porcentaje anual del patrimonio que vos tengas”, expresó. De inmediato salió en su defensa Ricardo López Murphy: “Lo que dice Agüero es impecable. El Estado debe dejar de saquear a los contribuyentes con impuestos. Es el único camino posible para que haya más inversión, más producción y más crecimiento”. Que peligroso es que un político diga cosas que la gente pueda recordar. Con la medida de Biden, según López Murphy, Estados Unidos a decidido dejar de producir, de invertir, y de crecer. Este ideólogo de la “jibarización” del Estado debe viajar más. El neoliberalismo existe, pero el exministro lo quiere sólo para pobres.

(*) Ex jugador de Vélez, y campeón del Mundo Tokio 1979