"Tirá, Chango, tirá!!!" Le gritó el Bocha Humberto Maschio. El Chango le hizo caso. Tiró, la colgó de un ángulo y entró en la historia. Si, a veces, un instante define una vida, el gol que Juan Carlos "Chango" Cárdenas le marcó al Celtic Glasgow la tarde del sábado 4 de noviembre de 1967 en el estadio Centenario de Montevideo para ganar por 1 a 0 la final de la Copa Intercontinental de ese año, lo instaló para siempre en la memoria emotiva de nuestro fútbol. Fue un gol que gritaron todos, los hinchas de Racing y los otros. Porque era otro país y porque la epopeya de aquel inolvidable "equipo de José" fue también la de toda una Argentina por entonces sedienta de glorias internacionales. 

Aquel gol del Chango Cárdenas valió un título mundial, el primero del fútbol argentino. Y desde hace 55 años, los hinchas viejos y los hinchas jóvenes, cada vez que lo ven, lo siguen gritando como aquel primer día. Más ahora que su autor, entrada la medianoche de ayer, alzó los brazos y a los 76 años, se fue al cielo para abrazarse con Agustín Mario Cejas, el Mariscal Roberto Perfumo, el Panadero Díaz, el Toro Norberto Raffo y Juan José Pizzuti, el técnico de ese Racing indeleble al olvido.

Nacido en Santiago del Estero el 25 de julio de 1945, Cárdenas no fue un crack. De hecho, nunca jugó en una Selección Argentina. No era especialmente potente, tampoco un habilidoso empedernido y mucho menos, un goleador serial, pero tenía un poco de cada cosa. En sus tres etapas en la primera de Racing (debutó en Primera a los 16 años nada menos que en un amistoso ante el Santos de Pelé que la Academia perdió 8 a 3 en 1962), siempre quedó detrás de otros (Luis Artime, el Tanque Alfredo Rojas, Daniel Onega, el Lobo Fischer) a la hora de la comparación.

Sin embargo y luego de un paso a préstamo por Nueva Chicago en 1963, se consolidó como el centrodelantero titular de Racing en una época de grandes ilusiones y grandes decepciones. Cuando llegó a mediados de 1965, Pizzuti también confió en él. Y así llegó a ser el centrodelantero de ese equipo de época, pujante, vital, optimista y fervorosamente ofensivo, que ganó el título de 1966, habiendo perdido uno solo de sus 38 partidos (2 a 0 ante River en el Monumental) después de una racha invicta de 39 fechas que aquel Boca que dirigía Carlos Bianchi recién pudo batir en 1999.

En esa campaña memorable, Cárdenas aportó apenas 7 de los 70 goles que anotó el campeón. E hizo otros 7 en la durísima campaña que lo llevó a Racing a ganar la Copa Libertadores de 1967 luego de tres tremendas finales ante Nacional de Montevideo. La historia lo estaba esperando al Chango. Y el encuentro se dió en las finales ante el Celtic de Escocia por la Copa Intercontinental, el virtual título mundial por entonces que jugaban los campeones de América y de Europa.

Los tres partidos detuvieron el pulso de la Argentina futbolera. Y Racing fue el equipo de todos, sin distinción de banderías o partidismos. Después de perder 1 a 0 en Glasgow el 18 de octubre, el 1º de noviembre y ante una multitud de casi 100 mil espectadores en el Cilindro de Avellaneda, la Academia pudo revertir un gol de penal de Jimmy Johnstone, un endiablado puntero derecho escocés, y pasó a ganar 2 a 1 con un gol de cabeza de Raffo y otro de Cárdenas con un zurdazo cruzado a los 4 minutos del segundo tiempo. Hubo que ir a Montevideo 72 horas más tarde a jugar el desempate a todo o nada. Y aunque 25 mil racinguistas cruzaron el Río de la Plata, el resto del estadio, íntegramente uruguayo, alentó estruendosamente a los escoceses.

El partido fue una batalla. Hubo cinco expulsados (Basile y Rulli en Racing. Lennox, Hughes y Johnstone en Celtic) y de fútbol, casi nada, Ganaba el que hacía el primer gol. Y lo hizo Cárdenas: tomó una pelota a 45 metros del arco escocés, avanzó un par de pasos, escuchó el grito de Maschio (que fue también el grito de millones de argentinos) y despachó aquel zurdazo inmortal que perforó el ángulo superior derecho del arco de Fallon. El gol más importante de todos los tiempos de Racing.

Fue tan grande ese fogonazo de emoción que opacó todo lo que vino después. Cárdenas siguió jugando en Racing hasta 1972, después se fue tres años a México donde pasó por Puebla y Veracruz y volvió a la Academia para jugar el Nacional de 1976 y retirarse. En sus tres ciclos, disputó 297 partidos y anotó 81 goles. Uno de ellos valió por todos. Y su brillo fue tan fuerte que alumbró toda una vida. La vida del Chango Cárdenas que se apagó sólo en su materialidad. Después de haber hecho ese gol que medio siglo después, siguen gritando Racing y el país.