Desde París
Desde este primero de abril Europa se adentra en la trampa de la dependencia energética que la mantiene ligada a Rusia. ¿Habrá o no suficiente suministro de hidrocarburos para las próximas semanas o meses? La respuesta al interrogante se plantea de forma negativa si se tienen en cuenta las declaraciones de Francia y de Alemania ante el vencimiento del plazo fijado por el presidente ruso Vladimir Putin para que a partir del primero de abril los compradores europeos de gas ruso paguen sus facturas en rublos y no en euros o en dólares. En caso de que los clientes occidentales “hostiles” no accedan a esa condición, Putin advirtió que Moscú dejará de suministrar gas.
Y precisamente, los compradores de hidrocarburos del Viejo Continente rehúsan plegarse a una condición que, en gran parte, ellos mismos provocaron al haber sancionado a los bancos y al sistema financiero rusos. Occidente bloqueó los haberes rusos en el extranjero depositados en dólares (300 mil millones) dentro del paquete de sanciones aplicado luego de que, el pasado 24 de febrero, las tropas rusas penetraran en territorio ucraniano.
En Berlín, el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, aclaró que Europa rechazaba esa exigencia. En una conferencia de prensa conjunta con el titular alemán de Economía, Robert Habeck, el ministro francés admitió que “puede haber una situación en la cual, mañana y en circunstancias muy particulares, no haya más gas ruso”.
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El problema radica en que Europa no tiene un plan B para suplir los hidrocarburos provenientes de Rusia, aun cuando Estados Unidos multiplicó por cuatro sus exportaciones de gas hacia Europa.
Pese a lo apretado del calendario, París y Berlín insisten en que, como lo recordó este jueves el canciller alemán, Olaf Scholz, ”en los contratos está escrito que los pagos se hacen en euros y, a veces, también en dólares. Le he dicho al presidente ruso que eso seguirá siendo así”. Le Maire reiteró que “los contratos son los contratos”. Sin dudas, pero el gas lo tiene Rusia y las válvulas del suministro también.
Putin pareció despejar cualquier ambigüedad este jueves cuando adelantó que había firmado un decreto mediante el cual impondría a los compradores extranjeros el pago del gas en rublos. Por televisión, luego de haber firmado el decreto, Putin dijo que "deberán abrir cuentas en rublos en los bancos rusos. Y desde esas cuentas deberán pagar el gas suministrado desde mañana (….) Si los pagos no se efectúan, consideraremos que se trata de una infracción ante las obligaciones por parte del comprador y ello acarreará todas las consecuencias que se imponen”.
Esta medida concierne sobre todo a los países que Putin calificó como “hostiles” y que figuran en una lista. Se trata de Estados Unidos, los miembros de la Unión Europea (UE), Reino Unido, Canadá, Japón, Suiza, Taiwán, Corea del Sur, Noruega y Australia. Los países de la UE son los principales clientes de Moscú con porcentajes de subordinación energética ante el gas ruso que van del 55 por ciento para Alemania hasta un total de 43,6 para el conjunto de la Unión Europea. En cuanto al petróleo, el porcentaje global llega al 48,4 por ciento.
La importancia de Rusia en la entrega de hidrocarburos sigue una suerte de línea Este / Oeste. En unos diez países de Europa Central y Oriental (Finlandia, Estonia, Letonia, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Austria, Hungría, Rumania y Polonia) el gas ruso representa el 75 por ciento de sus importaciones de combustibles. Los porcentajes se mueven luego en un abanico que va del 50 al 75 por ciento en el caso de Alemania, Polonia y Suecia. En países como Francia, Italia, España o Grecia el gas ruso equivale a porcentajes que van del 25 al 50 por ciento de las importaciones de hidrocarburos provenientes desde el exterior de la Unión Europea. Allí donde se mire, que sea el gas o el petróleo, ningún país de la Unión Europea está por debajo del 25 por ciento. Sin los hidrocarburos rusos, las economías no funcionan.
La batalla del gas esconde muchas trampas y en este capítulo también hay una derivada de las mismas sanciones occidentales. En primer lugar, pese a la invasión de Ucrania, la guerra, los más de cuatro millones de refugiados, los muertos y las sanciones, desde el pasado 24 de febrero (día de la invasión) Europa le pagó a Rusia 14 mil millones de euros por el gas recibido y otros 7 mil millones por el petróleo (Center for Research on Energy and Clean Air).
En segundo, el decreto firmado el jueves por Putin deja una opción astuta. Los 27 países de la UE podrían abonar sus facturas en euros, pero la empresa rusa que los gestiona, Gazprom, recibirá el dinero en rublos. ¿Cómo? Ocurre que Gazprom opera también un banco, Gazprombank, al cual, prudentemente, Occidente dejó fuera de las sanciones masivas decididas después del 24 de febrero. Gazprombank es el único interlocutor autorizado por Moscú para recibir el dinero por los hidrocarburos. En concreto, Europa lo paga en euros o en dólares y Gazprombank los cambia a rublos que luego inyecta en el sistema bancario ruso.
“Si los países hostiles no pagan en rublos, los contratos vigentes serán suspendidos”, dijo Putin un día antes de que venciera el plazo. Todo parece señalar que entre suministradores necesitados y compradores en la urgencia siempre hay un banco de por medio para entenderse, guerra o no guerra.
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